La vorágine de los libros
Ofrece un atisbo a la intimidad de dos grandes de la literatura contemporánea
El curador de las bibliotecas de Gabo y Mutis comparte secretos
Cifras, querencias, autores favoritos, temas, las montañas de libros, el contenido de las estanterías
Iván Granados relata su convivencia con los tesoros y con los dueños de esa riqueza espiritual
Presenta en la FIL la muestra Las imágenes recuperadas, con documentos de ambos colombianos
Ampliar la imagen Una de las fotografías incluidas en la exposición Las imágenes recuperadas, que muestra documentos provenientes de los archivos de Gabriel García Márquez y Álvaro Mutis, que se presenta en el contexto de la FIL de Guadalajara. En la gráfica, ambos narradores con el escritor João Guimarães Rosa, de espaldas Foto: Héctor Jesús Hernández
Guadalajara, Jal., 27 de noviembre. Gabriel García Márquez tiene en su biblioteca 3 mil 415 títulos, y su amigo del alma, Álvaro Mutis, entre 5 mil y 6 mil.
Los autores favoritos del primero son Ernest Hemingway, William Faulkner, Ryszard Kapuscinski, Graham Green, mientras que Mutis guarda entre sus libros obras de y sobre Marcel Proust.
Ambos comparten el gusto por el autor húngaro Sándor Márai y los dos prosiguen su trabajo como escritores.
“Sí, siguen escribiendo, leyendo, les siguen llegando libros que los entusiasman y sí, claro, siguen siendo escritores”, reveló Iván Granados, quien desde hace algunos años es el bibliotecario personal de estos dos grandes de la literatura latinoamericana. Trabajo, al que por cierto, no piensa renunciar por una razón: “Mis compañeros de oficina son Mutis y García Márquez.
“Soy de Bogotá, viví hasta los 10 años allá y por razones políticas mi mamá vino a vivir a México en los años 80, y por casualidad y suerte se conocieron, nos hicimos muy amigos con él, la esposa, los hijos, tuvimos una relación muy cercana, muy de casa, me regresé a vivir a Colombia, estudié literatura en la Universidad Nacional.”
Cuando regresó a México los llamó para visitarlos y ahí se inició el camino hacia sus bibliotecas, y para esta Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, en la que el invitado es Colombia, curó la exposición Las imágenes recuperadas, una serie de fotografías tomadas de los archivos personales de los dos escritores.
Nada de informática
Un día Álvaro Mutis, quien el sábado recibió un homenaje dentro de la FIL, le dijo “n’ombre estoy muy preocupado porque en esta biblioteca no caben las cosas, está muy desordenado, ya no encuentro nada. Vente a que me ayudes a arreglar esto’, pensé que en dos fines de semana enderezábamos los libros chuecos y reorganizábamos un poquito, pero esos dos fines de semana se convirtieron en cuatro meses de estar todos los días ordenando todo. Él tiene libros en todos lados, el estudio está saturado de libros y el resto de las habitaciones y los pasillos, para quienes amamos los libros esta casa es maravillosa”.
El problema con Mutis, añade Granados, de 35 años, es que a él no le interesa la computadora ni nada de informática, entonces no sistematizamos ninguno de los libros, pero deben ser unos 5 mil o 6 mil; cada uno significa algo para él, es decir, en una casa donde ya no caben los libros todos los que están deben tener un sentido, de lo contrario sólo ocuparían el lugar de otro.
En la biblioteca del creador de Maqroll, los libros sólo están ordenados y los temas que más espacio ocupan son los de literatura, sobre todo latinoamericana, y de historia de Francia, con muchos sobre la vida de Napoleón, pero no sólo como personaje histórico sino sobre el contexto histórico, además de biografías, dice Iván, cuidando las frases para no revelar cosas de más.
Para organizar la biblioteca, algo que se llevó unos cuatro meses, había horarios establecidos, lo primero fue recorrer toda la casa buscando los libros de determinado tema, lo segundo fue hacer montañas de libros por todas partes.
Mutis “es un gran maestro. Sin él proponérselo nunca se pone en el plan de te voy a explicar sino son conversaciones que fluyen muy naturalmente y es supremamente culto. Con todo lo que te cuenta, siento como esa necesidad de grabarme todo lo que me está diciendo para que no se me pierda un detalle de todo, de la historia que te está contando, del chiste que hizo, del verso que recitó”.
Persistente vena periodística
La biblioteca de Mutis quedó lista hace dos años, aunque ahora habrá que hacer una nueva revisión por todos los libros que llegan. Al terminar ese proyecto comenzó otro: organizar la biblioteca personal de Gabo.
“La de García Márquez es más fácil, porque amplió el estudio para poner una biblioteca, ahí esta todo el espacio, no tienes que sacar nada, simplemente organizar por tema, a él sí le gusta la tecnología, así que tenemos una base de datos con todos los libros, y es fácil localizarlos: temas, países, todo.”
En la biblioteca de Gabo, al igual que en la de Mutis, el espacio de la literatura es mayor al de los otros temas; también hay libros de periodismo, política, arte, pero gana el acervo literario.
“Tenemos una parte especial donde están los libros que usó para la investigación del libro El general en su laberinto. Ahí se ve el trabajo que llevó esa novela, porque son todos los libros que consultó, que no se consiguen, rarísimos, que se tardó mucho tiempo en conseguir porque él quería tener la fuente bibliográfica para poner una anécdota, un dato.”
García Márquez sí tiene los libros que ha escrito en un solo lugar, lo mismo que en ediciones en otras lenguas, como la de Memorias de mis putas tristes, que salió y fue censurada en Irán.
–¿Qué dijo de la prohibición?
–Eso pasó antes de venir a Guadalajara, entonces no tuvimos oportunidad de hablarlo. Ese libro ha tenido problemas en todos lados, por ejemplo, en CNN cuando salió el libro, el locutor tuvo que poner el ejemplar en la pantalla para que leyéramos, porque no podía decir la palabra ‘putas’ en televisión nacional en Estados Unidos. Pero también al ver todas las ediciones en otros idiomas te das cuenta de que sus libros, al igual que los de Mutis, llegan a muchos lugares y les dicen cosas a quienes jamás nos imaginamos,
Gabo e Iván también trabajaron juntos en la organización. “Ahora voy medio tiempo, no todos los días, y siempre hablamos de política, de qué leí en los periódicos, los dos revisamos la prensa del mundo en la mañana. Le interesa mucho la política.
“Con él pasa lo que con todos los periodistas, la información es información, no la matiza con que interesa más lo político que lo cultural, simplemente sabe que es un bloque de información.
“No ha abandonado su vena periodística, tiene relación entrañable con periodistas de México y Colombia. Creo que nunca ha dejado de ser periodista, nunca pensó que escribir una novela, ser escritor o ganarse el Nobel iba a ser para olvidarse del periodismo. Ahora, revisando la prensa del 82, de cuando se anunció el Nobel, la gran noticia era que siempre había querido tener un periódico que no se autocensurara e iba a invertir su premio en un diario.”
–¿Siguen escribiendo?
–Hmmm, sí siguen escribiendo, leyendo, les siguen llegando libros que los entusiasman y sí, claro, siguen siendo escritores.