Su temas, parte de la historia, serán vigentes en tanto haya injusticia: Araceli Abuts

Rinden homenaje a José de Molina, llamado El guerrillero de la guitarra

Jorge Saldaña, Cayo Vicente, Son de Maíz y Víctor Guerra, entre los asistentes

Arturo Cruz Bárcenas

El cantante José de Molina (Hermosillo, Sonora, 1938-1998, llamado El guerrillero de la guitarra) recibió un homenaje de sus familiares, amigos, colegas y público que le reconoce su valor como autor de temas políticos y sociales, así como de amor a la mujer y a la patria, en el contexto del noveno aniversario de su fallecimiento. El tributo duró ocho horas y se realizó en el Auditorio del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), donde predominaron los gritos de ¡presos políticos, libertad!

La entrada costó 50 pesos y lo recaudado se entregó a una representación de pobladores de Atenco, encabezada por Trinidad Ramírez, y al “gobierno legítimo de Andrés Manuel López Obrador”. Por momentos, el homenaje se convirtió en un mitin, en el que las críticas al actual gobierno marcaron la tónica.

La entrada del auditorio se convirtió en un pequeño mercado, donde se podía comprar alimentos, discos de canciones de contenido social, así como de música alternativa e independiente; libros de política, poesía, diccionarios de términos marxistas y fotos de guerrilleros, como Genaro Vázquez, Lucio Cabañas o el Sub Marcos.

Entre consignas políticas

Familias completas llegaron desde el comienzo, a las 11 horas. De altavoces se escuchaban consignas políticas y se anunció el inicio del homenaje a quien no transigió nunca con el poder establecido ni con los convencionalismos comerciales que rigen a la música. Así, participaron Jorge Saldaña, Cayo Vicente, El Llanero Solitito, Son de Maíz, Víctor Guerra, Fausto Trejo y Arte Colectivo en Acción, entre otros. Fue un maratón artístico, político y cultural.

Quien fue su compañera, Araceli Abuts, expresó: José de Molina “comenzó como actor y siempre estuvo en la lucha. Sus casetes y discos son historia, pues relatan los acontecimientos sociales y políticos más importantes de México. Era un hombre rebelde al que no le gustaban las injusticias. Sus temas serán vigentes en tanto haya injusticias. Jamás se vendió ni se calló”.

Enrique Aguilar Cruz, asistente del músico durante 25 años y conocedor de la vida y obra del homenajeado, expuso que De Molina grabó 12 discos con canciones de corte romántico y escribió obras de teatro. “Era un socialista libertario y nunca estuvo de acuerdo con los partidos políticos. Era un radical, al estilo de los hermanos Flores Magón”.

El organizador, Arturo de Molina, su hijo, recordó que su padre falleció el 9 de julio de 1998. “Es un honor haber tenido un padre como José de Molina, quien compuso canciones a los olvidados: al obrero, al campesino, a la trabajadora doméstica. Por medio de su canto buscó crear conciencia. Pedimos apoyo a la Secretaría de Cultura del GDF, pero se negó a dárnoslo. Ni equipo ni una sala, como la Ollin Yoliztli”.

Ejemplo de compromiso

Víctor Guerra: “Cantamos juntos desde los años 70. Él nos dio la guía para comprometernos con nuestro canto”. Marco Antonio Campos Cabañas, sobrino de Lucio Cabañas, anunció que el 2 de diciembre, a las 12 horas, en el Hemiciclo a Juárez, habrá un homenaje a su tío.

Juan Alejandro, cantante desde 1968, dijo: “siempre en esta línea, que me viene de mi padre, Clemente Ávila, un luchador vallejista”.

El poeta Leopoldo Ayala participó durante más de 30 años en los recitales de José de Molina y es cofundador de Arte Colectivo en Acción: “Como escribió Shostakovich: ‘No hay arte sin ideología’”. Fausto Trejo: “el artista es aquel que se compromete, y nada mejor que el compromiso con los pobres”. Cayo Vicente, intérprete y compositor: “José de Molina es el pionero de la canción política contemporánea en México, junto con Judith Reyes”. Alejandro Avila, trovador: “Esta es una reunión de trovadores y por eso interpreté Vienen cantando, que habla de quienes elegimos este tipo de canto y quienes ya se fueron de esta vida”.

El acto concluyó con los participantes con las manos en alto y los machetes de los atenquistas apuntando hacia el cielo.