Su serie México se exhibe hasta el 30 de noviembre
Portillo presenta en Polanco sus “rostros distorsionados”
Cada uno de sus personajes, retratados de manera expresionista, con influencia del arte Pop –con el rostro distorsionado–, es un pretexto para desnudar el alma de “todos nosotros”. Es decir, “hablar de nuestras tristezas, de la soledad, las angustias, los miedos, de nuestras miserias”, asegura el pintor Agustín Portillo (México, DF, 1960), quien exhibe 18 óleos de su serie México, montados hasta el 30 de noviembre en la Galería Óscar Román (Julio Verne 14, Polanco).
Portillo presentó la primera parte de la serie en 2006 –cuando el personaje todavía era un pretexto para hacer el cuadro– , inclusive, varios cuadros colgados ahora se exhibieron en febrero pasado en Art Madrid, Salón de Arte Moderno y Contemporáneo, realizado en paralelo a la Arco (Feria de Arte Contemporáneo).
La serie México consta de retratos de personajes de la vida social –políticos, intelectuales, empresarios y socialités–, cuyas imágenes fueron sustraídas de revistas y periódicos. La idea era ser un “cronista de mi tiempo”. Portillo conoce a algunos, a otros no, pero todos fueron retratados sin su autorización, situación que “me da una gran libertad”, aunque aclara no tener nada en favor o en contra de nadie.
Uno de los cuadros muestra a Soumaya Slim y Carlos Monsiváis durante la inauguración del museo que se abrió con obras de este último. En el fondo se ven algunos dibujos de Gabriel Vargas y una caricatura de Miguel Covarrubias. Para su realización, Portillo se documenró en el museo El Estanquillo y creó la composición para “fijar” el momento como un cronista social.
Protuberancias carnosas
–¿Cómo llegó a crear esta forma de pintar, en particular los rostros, con base en proturberancias carnosas?
–El movimiento expresionista me influyó desde el comienzo. Luego, mi trabajo evolucionó e incursioné en varios movimientos que quise explorar, como el hiperrealismo y el constructivismo ruso. La fusión con el arte Pop se dio cuando me mandaron a Estados Unidos en 2001. (Allá hizo la serie Americans). En ese momento estaba muy metido en la fotografía digital, la instalación y el video, pero en ese país me entró esta nostalgia del color, de la pintura. Retomé esto que hacía años atrás, pero influido por el movimiento Pop.
Portillo anota que sus cuadros están hechos a “escala humana”, de modo que estar ante una pintura suya es como estar al frente de otra persona. La “distorsión” también se aprecia en las manos, que pueden ser grandes, simiescas. “Es como si regresáramos”.
Impresionado por una exposición de retratos de grandes maestros que vio en el Museo de Arte Thyssen-Bornemisza, en Madrid, Portillo sintió la necesidad de darle “toda la fuerza al rostro”. Por ejemplo, dice, “no me gusta bocetar, sino irme directamente a la tela y empezar a trazar para no sobarlo mucho. No soy una persona que intelectualiza mucho su trabajo, por lo que cuando empiezan a surgir todas estas distorsiones, estas bolas, estas luces y sombras que hacen los rostros, es de una manera inconsciente”.
No falta quien haya pasado un mal rato al verse retratado “a lo Portillo”. La mayoría, sin embargo, ha entendido que se trata de una representación. El artista aclara que no hace obras para que sean adquiridas por sus protagonistas, aunque muchos se han dejado seducir por sus carnosas caras. Lo que le interesa es que los coleccionistas compren los cuadros porque, a final de cuentas, lo que trata es hacer “buena pintura”.
La obra de Portillo se exhibe junto con Retratos del siglo XX, muestra integrada por obras de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Roberto Montenegro, Xavier Guerrero Galván, Raúl Anguiano, entre otros. Por primera ocasión se presentan también dos retratos de María Félix, uno pintado por Leonor Fini y otro por Stanislas Lepri.