La vorágine de los libros
Rinden homenaje a Julieta Campos en Guadalajara
Guadalajara, Jal., 26 de noviembre. El pasado 5 de septiembre falleció la escritora y activista social Julieta Campos. Este lunes su figura literaria y trabajo en favor de los que menos tienen fueron reconocidos en la Feria Internacional del Libro (FIL).
Su espíritu inquieto “la llevó a ahondar en sus obsesiones. Las tuvo del orden social y político, pero las tuvo muy grandes, especialmente alrededor de la escritura”, dijo Aline Pettersson, invitada a este reconocimiento junto con el político Enrique González Pedrero, viudo de la autora, y los escritores Ignacio Solares y Sealtiel Alatriste.
Julieta Campos dirigió su necesidad de escritura “hacia distintas vertientes, acaso con una ruptura de estilo en su último libro LA forza del destino. Publicó ensayos de temas literarios, sociales y antropológicos”, añadió la narradora y poeta, quien hizo una reflexión del trabajo novelístico de Campos, quien también dirigió la Revista de la Universidad Nacional Autónoma de México: “su exploración, su zambullirse dentro de la textura del lenguaje le da una especial densidad a sus textos. Eso y la presencia constante del agua y de la isla serán una marca particular en su obra. El agua y la isla como realidad y metáfora. Es un oleaje que va y viene, que se eleva y decrece, que da vuelta en una espiral que atrapa al lector.
“En realidad, el abordaje de sus libros no es fácil, y no me refiero a su lectura, a lo que me refiero es a mi comentario. Y es que éstos –sus libros– se derraman en tantas direcciones, surcan tantas aguas, que la navegación se vuelve ardua.”
Gran novelista
“Con todo el rubor del mundo”, González Pedrero dijo que Julieta “es una gran novelista, que escribió textos no convencionales, que ciertamente no ayudaron a que tuvieran una gran difusión; pero una de sus características es que pudiendo hacerlo, porque tenía el talento y conocimiento literarios, jamás le pasó por la mente hacer concesiones a los gustos temporales con el único objeto de tener éxito, escribía por placer, vocación, porque era parte esencial de su vida”.
Confieso “que me cuesta trabajo hablar de Julieta como si tal cosa, hablar de la escritora o de la intelectual inteligente, hondamente interesada en los problemas de México, Cuba, América Latina, el mundo, como de alguien a quien uno percibe a través de sus libros, artículos o de las opiniones de personas que la trataron o conocieron en distintas etapas de su vida.
“Por otro lado, después de haber convivido con ella más de 50 años no puedo, no quiero hablar del lado no público de nuestra vida, del lado personal que, sin embargo, es un aspecto medular en la vida de cualquier persona, eso quedará para cuando llegue el momento, para el tiempo de las memorias. Ahora simplemente digo que es demasiado pronto.”
Contó la anécdota de una reunión a la que los dos fueron invitados y en la que Juan Rulfo contó pasajes de una futura novela que estaba escribiendo, que pensaba titular La cordillera. “Fue relatándonos algunas historias que contaban los arrieros que formaban parte de aquella cordillera. Lamento no haber tenido una grabadora”, dijo.