Usted está aquí: martes 27 de noviembre de 2007 Opinión Astillero

Astillero

Julio Hernández López
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“Reformas” envenenadas

Nuevo disfraz, mismas mañas

El precandidato Beltrones

Estudiantes “cuidan” a FC

El proceso de construcción del “nuevo” IFE no garantiza más que la consolidación de los intereses de las camarillas que dominan la representación legislativa de los tres principales partidos y la conversión de los comicios intermedios de 2009, y los presidenciales de 2012, en zona anticipadamente minada. La nueva normatividad en materia electoral significa, así, la sustitución de funcionarios electorales desgastados (Ugalde y otros dos, en un primer tramo) por otros que –de seguir las cosas como se ven– estarán igualmente sometidos a los designios y presiones de quienes movieron a su favor los mecanismos cupulares de designación. Inclusive algunos “logros” teóricos, como la sujeción de los canales televisivos y radiofónicos a reglas de equidad, gratuidad y limpieza, están siendo utilizados como instrumentos de negociación política para que los nuevos dictadores de leyes lleguen a arreglos grupales con los jefes empresariales mediáticos que creían haber llegado a un grado de impunidad intocable.

Un ejemplo del manoseo político simulador se ha dado con la “apertura” a que ciudadanos por sí mismos, o postulados por organizaciones, puedan “aspirar” a ocupar las consejerías del IFE que quedarán vacantes. La realidad es que los pastores legislativos unidos definirán en su momento los nombres de quienes ocuparán esos sitios, en un reparto tradicional de botín político si acaso un poco enturbiado por el rechazo a la imposición de Jorge Alcocer como sucesor de Luis Carlos Ugalde (en todo caso, con un traje a la medida, aunque posdatado, Alcocer podrá ser consejero en la próxima remesa de cambios). En el fondo, y eso es lo que no hay que perder de vista, lo que va caminando aceleradamente es un proyecto futurista que Manlio Fabio Beltrones ha ido tejiendo mediante acuerdos, concesiones y zanahorias varias, con el apoyo de la Nueva Izquierda chuchista que podría participar en una cruzada “contra la derecha” que uniera las siglas del PRD y el PRI.

Astillas

El licenciado Felipe Calderón parece empeñado en dar pistas de su pensamiento político a partir de canciones populares de su preferencia. Así ha hecho saber su predilección por el corrido El hijo desobediente, lo que ha dado material para que expertos y profanos traten de encontrar relaciones con las paternidades biológica (el padre, don Luis Calderón, fue un crítico implacable de las desviaciones del panismo, al que incluso renunció), ideológica (Carlos Castillo Peraza acabó sintiéndose traicionado o cuando menos muy distanciado de quien se había asumido largamente como discípulo) y electoral (Vicente Fox fue el garante e impulsor de los pactos y las maniobras demoscópicas/cibernéticas/mediáticas/electorales de 2006). Y, ahora que estuvo en la Feria Internacional del Libro, el susodicho licenciado ignoró las quejas y protestas que su visita provocó en la capital jalisciense, pues se puso a cantar Los caminos de la vida, una pieza a ritmo de vallenato que reconoce y lamenta, como estribillo: “Los caminos de la vida/ no son como yo pensaba/ como los imaginaba/ no son como yo creía./ Los caminos de la vida/ son muy difícil de andarlos/ difícil de caminarlos/ y no encuentro la salida”. Dado que el propio licenciado en cita ha deslizado la consideración de que el ejercicio gubernamental le está siendo complejo, y que los problemas por enfrentar parecen más grandes y enredados de lo que originalmente parecían, hay espacio para preguntarse si los caminos de la impugnada vida presidencial no son como Felipe pensaba y, con tantas dificultades, el andante ya no encuentra la salida. Pero, más allá de sus cavilaciones personales, el ocupante formal de la Presidencia de la República debería preguntarse (en prosa o verso, hablado o cantado) si le conviene empecinarse en transitar por los caminos de la vida institucional en medio de irritantes maniobras militares que demostradamente no han podido evitar que se produzcan incidentes en los que ciudadanos convencidos de que llegó al poder mediante un fraude electoral se lo gritan, con agregados negativos respecto a su capacidad personal de conducción autónoma. Calderón debe asumir que el resto de su periodo formal de gobierno enfrentará acusaciones públicas y que el riesgo de violencia siempre estará presente, no sólo por la reacción natural de los encargados de cuidarlo, sino inclusive porque en determinado momento llegara a prenderse la “mecha corta” que le adjudican al michoacano quienes le conocen. Hay, incluso, otros peligros comprobados, como es la degradación cívica al utilizar mecanismos “alternos” para cuidar al Presidente Legal. Por ejemplo, según denuncia específica hecha por jóvenes participantes en ese proyecto, la Universidad de Guadalajara utilizó a alumnos de esa casa de estudios y de escuelas incorporadas a la misma que deben realizar su servicio social obligatorio para montar un disfrazado servicio de seguridad presidencial. Durante varias semanas, de lunes a viernes, de 8 a 12 horas, fueron preparados los “búhos” y los “guardaespaldas” que ayudarían a proteger a Calderón. Los “búhos” estarían colocados en el techo de la Expo-Guadalajara, donde se lleva a cabo la FIL, y los “guardaespaldas” (a quienes se dieron clases de primeros auxilios y de defensa personal) aplicarían técnicas de “movimiento de masas” bajo la supervisión de un policía. La “capacitación” de los prestadores de servicio social se dio en la antigua instalación de la Universidad La Salle, en la calle Enrique Díaz de León 90, en el centro de Guadalajara. ¿Los caminos de la vida?... Y, mientras Mario Marín y Ulises Ruiz siguen navegando a salvo, bien amarrados a sus naves bucaneras gracias a pactos de ayuda mutua con el barco insignia llamado Los Pinos, aunque en el Poder Judicial hagan esfuerzos indagatorios, ¡hasta mañana, con el ciudadano Carlos Salinas volviendo a asomar la oreja, esta vez de visita en Coahuila, con el gobernador Moreira de elogioso anfitrión!

 
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