Chivas, un posible rival del Atlante en semifinales; marcador global de 3-1
Cruz Azul, la misma historia en una década sin título; Potros le dio un baile
La Máquina, desdibujada, no logró reponerse
Chelito Delgado salió entre abucheos
Ampliar la imagen Federico Vilar ha sido clave en el arribo de Atlante a semifinales Foto: Ap
Cancún, 24 de noviembre. Cruz Azul redondeó su década maldita. Diez años de sequía y un embrollo sin solución a la vista lo dejaron en el camino ante unos briosos Potros, que sin problema pusieron la lápida a la tumba cementera con anotaciones de Giancarlo Maldonado y de José Joel González, para un marcador de 2-1 (3-1 global).
Mientras la goliza de La Máquina al Pachuca en la repesca se redujo a mero espejismo, el paradisiaco Cancún tendrá semifinales y la fiesta sigue viento en popa con otra semana de ilusiones bien cimentadas hacia el título. En semifinales se enfrentará a Chivas o Toluca.
La historia de los celestes se resume a un fracaso monumental, aunque la palabra irrite al técnico Sergio Markarián. Esta noche el fiasco llamado Chelito Delgado se la pasó exigiendo a sus compañeros pases cortitos y al pie, cuando ni siquiera fue capaz de aplicarse a la defensiva ni desplegar la mitad de la enjundia exhibida por César Villaluz o Gerardo Torrado.
Con ritmo explosivo arrancó el partido, pues en cuanto se escuchó el pitazo de arranque La Máquina se avalanzó hacia la puerta defendida por Federico Vilar, pero apenas ganó un tiro de esquina. Atlante aceptó la propuesta y demostró que también sabe jugar a mil por hora y pronto replicó con un disparo desviado de Maldonado.
Por el costado derecho Joaquín Beltrán pasó muchos apuros y fue superado en varias ocasiones por los raudos arribos de David Toledo y Gabriel Pereyra.
Al minuto ocho se salvó Cruz Azul, cuando Maldonado dio buen pase a Pereyra, quien sacó un cañonazo ante el que Oscar Conejo Pérez se lució en gran lance a la derecha para desviar.
Gol anulado
El partido era de ida y vuelta. Jared Borgetti saltó para cabecear un centro, pero se recargó en Muñoz Mustafá y el gol fue anulado por Marco Antonio Rodríguez; luego Joel Huiqui, quien reapareció tras una larga rehabilitación, se encargó de conectar un cabezazo que se escurrió a un costado.
El primer error grave fue de Cruz Azul y cayó a la cuenta del paraguayo Cristian Riveros: al minuto 23 perdió el esférico con Pereyra, quien avanzó y sirvió al centro para el puntual arribo de Maldonado: el ariete venezolano recetó un trallazo imposible de contener para Conejo Pérez.
Para el complemento y ante la ventaja, los dirigidos por José Guadalupe Cruz dosificaron el esfuerzo, mientras por los visitantes no hubo mejoría, sin todo lo contrario, porque luego de un lapso de regaños y gritos entre ellos mismos llegó el desánimo.
Tres ajustes al mismo tiempo
Sergio Markarián terminó de descomponer su de por sí confuso esquema; al minuto 54 ingresó a Edgar Andrade, Gregorio Torres y Richard Núñez, y salieron Israel López, Carlos Bonet y, abucheado, César Delgado. El Profe Cruz sacó en medio de gran ovación a Pereyra, quien este torneo transpiró la playera blaugrana como nunca lo hizo mientras vistió la celeste; el argentino dejó su lugar al camerunés Alain Nkong.
En lo que parecía una acción intrascendente, al minuto 63 el Chícharo González avanzó por el carril derecho, sin que nadie le estorbara, se perfiló hacia el centro y remitió un disparo bombeado que techó al adelantado Oscar Pérez. Un gol que magnificó el desastre cementero y que suscitó los festivos y burlones gritos de “ole, ole”, ante los pases tejidos por los atlantistas.
De gris como el cemento quedó pintado el Cruz Azul tras la expulsión al minuto 75 de Villaluz por dura entrada sin balón sobre Maldonado. Ni siquiera hubo celebración cuando llegó el tanto del honor anotado por Borgetti a pase de Richard Núñez, al minuto 86.
Al 88 de acción José María Cárdenas recibió un rigorista segundo cartón amarillo y se fue a las regaderas.
José Guadalupe Cruz reconoció el desempeño del cuadro cementero, que no dejó de luchar hasta el último minuto.
Rechazó tener algún equipo ya en mente para la siguiente fase, pero admitió que un club como Chivas implica un gran reto, no sólo por su calidad, sino por el arraigo que tiene en cualquier plaza que se presenta. En caso de que así sea, prosiguió, lejos de desanimarlos, los impulsa a ser ofensivos, añadió el técnico.