Bajo la Lupa
¿Se le revirtió a Baby Bush el añejo arco de la crisis?
Ampliar la imagen El presidente paquistaní Pervez Musharraf (izquierda) fue recibido ayer por el ministro saudita del exterior, el príncipe Saud al-Faisal, a su llegada al aeropuerto de Riad. Musharraf ha estado sujeto a presión de Washington para que libere a líderes opositores, ponga fin a las restricciones a los medios y renuncie como jefe de las fuerzas armadas Foto: Ap
Nunca como ahora es aplicable la máxima bíblica a los neoconservadores straussianos y a la dupla Bush-Cheney (estigma histórico del que no se escapa la otra desfondada dupla locuaz Blair-Aznar), quienes sembraron vientos en la geografía del arco de la crisis de la guerra fría en Eurasia y ahora cosechan tempestades.
De Defensa (9/11/07), centro de pensamiento europeo, se burla en forma sarcástica del concepto arco de la crisis, que nunca desapareció. Comenta que la “expresión favorita de Zbigniew Brzezinski en los años 1978-1980 es esta media luna de las tierras que bordean el océano Índico, de Somalia a la frontera con India. Fue cuando se gestó en Irán la Revolución Islámica del ayatola Jomeini en 1978, la cual derrocó al sha”. De Defensa rememora momentos cruciales en el arco de la crisis: de la invasión soviética a Afganistán al ataque a la Gran Mezquita de La Meca (Arabia Saudita) en 1979.
El centro de pensamiento europeo devela en forma impactante que Estados Unidos estaba dispuesto a lanzar bombas atómicas tácticas (once more time) en Irán para impedir que la ex-URSS capturase a través del partido comunista el poder en Teherán. Y revela que los pérfidos servicios secretos británicos del MI6 le proporcionaron al régimen jomeinista la extensa lista de los miembros del partido comunista iraní para despacharlos a mejor vida.
Fue exactamente en 1980 cuando Estados Unidos creó su Comando Central para toda la región medio-oriental y centro-asiática para vigilar el océano Índico.
De Defensa alude a que, 27 años más tarde, el gobierno bushiano está a punto de sufrir una “extraordinaria derrota estratégica, quizá en lo que será el principio del final para una política exterior expansionista añeja de más de medio siglo”.
En forma contundente aduce que “se hace rápidamente el vínculo con 1980, ya que el arco de la crisis nunca ha dejado de existir desde Brzezinski. La crisis paquistaní, vinculada con la de Turquía contra los kurdos de Irak, transforma repentinamente la percepción y hace reaparecer lo que existe de catastrófico en este concepto”.
¿Es Pakistán en 2007 el Irán de 1979? ¿Está a punto de brotar una Revolución Islámica sunita en Pakistán? ¿Es el general paquistaní Pervez Musharraf el nuevo sha de Irán del siglo XXI? En este sentido parece inclinarse el analista Claude Salhani, del Middle East Times (Upi y Spacewar.com, 13/11/07).
La gran diferencia con la Revolución Islámica chiíta de 1979 y la Revolución sunita de Pakistán, el “país del 11/9” (ver Bajo La Lupa, 18/11/07), es que esta última deja deliberadamente sueltas 100 bombas nucleares que pueden caer en manos de los supuestos autores de los atentados terroristas del 11/9.
No nos hagamos ilusiones: aunque constituya la misma región geopolítica incendiada, 27 años más tarde el arco de la crisis posee otras flechas envenenadas y goza de diferentes tensiones físicas de lanzamiento, lo cual denota, a nuestro humilde entender, el precio que tendrá que pagar en sus fronteras islámicas el RIC euroasiático (Rusia, India y China) por la derrota militar de la dupla anglosajona en Irak.
Gary Sick, profesor de la Universidad de Columbia, quien tenía a su cargo en 1979 la oficina de la Casa Blanca sobre Irán, resalta las similitudes entre la erupción volcánica de Pakistán y, más que nada, la impotencia operativa de Estados Unidos (IHT, 15/11/07). Sea lo que fuere, la dupla anglosajona sembró desde hace 27 años los vientos del fundamentalismo islámico en Afganistán y Pakistán, a los que convirtió en su laboratorio de experimentación de su “guerra contra el terrorismo global”, y hoy cosecha en las mismas entrañas del inmutable arco de la crisis sus tempestades nucleares.
Jim Lobe, uno de los analistas mejor informados de Washington, juiciosamente comenta en su famoso portal (9/11/07) que el gobierno bushiano “estaba tratando desesperadamente de contener nuevas crisis en la periferia de las guerras que se extienden en Pakistán al oriente, en Turquía al occidente y el cuerno de África al sur”.
Enfatiza que “el reciente golpe de Estado del general Pervez Musharraf, combinado con las amenazas continuas de invasión de Turquía al Kurdistán iraquí y la inminente probabilidad de guerra entre Etiopía –apoyada por Estados Unidos– y Eritrea, ha añadido la creciente impresión de que Washington se ha vuelto ahora más que nunca rehén de las fuerzas y personalidades más allá de su control o entendimiento”.
A juicio de Jim Lobe, la otrora superpotencia unipolar se ha visto “impotente” y “desprevenida”, lo cual quedó de manifiesto con las frenéticas tratativas de Condi Rice, la desangelada secretaria de Estado, al intentar contener en forma simultánea tanto la invasión turca a Irak como el estado de emergencia en Pakistán.
Peor aún: si tales sucesos “llegasen a empeorar, estas crisis pudieran provocar derrotas devastadoras a las esperanzas de Washington de estimular a las fuerzas moderadas en contra de sus enemigos percibidos, sean sunitas o el presunto eje Siria, Hezbollah y Hamas, liderado por Irán”.
Recalca que el deterioro de la situación se escenifica en medio de la “ausencia de resultados concretos del proceso de paz palestino-israelí, la parálisis presidencial en Líbano y las tensiones crecientes entre Estados Unidos e Irán”.
Según Lobe, “para algunos observadores veteranos la impetuosidad de la crisis actual recuerda la situación de 1979-80 con la Revolución Islámica en Irán, la invasión soviética en Afganistán, el levantamiento islámico en Arabia Saudita, la ejecución del régimen militar en Pakistán del anterior presidente Zulfikar Ali Bhutto, y la sangrienta guerra de Ogaden entre Somalia y Etiopía, alimentada por las superpotencias, que configuraron lo que se llamó el arco de la crisis, lo cual persuadió al presidente James Carter de lanzar la construcción mayúscula de una presencia militar de Washington desde el mar Rojo hasta el golfo Pérsico”.
“La situación hoy es mucho más difícil”, agrega. En ese entonces “no disponíamos de 200 mil soldados combatiendo en Irak y Afganistán, ni tampoco teníamos el antiamericanismo que ahora se ha difundido en la región entera”. Por si lo anterior fuera poco, “para lidiar con todos estos problemas, tampoco gozamos con la experiencia regional del gobierno que se tenía en 1979”.
De las tres graves crisis (Pakistán, Turquía, cuerno de África) “la situación en la transfrontera turco-iraquí amenaza los esfuerzos del gobierno de Estados Unidos por estabilizar Irak”.
Estados Unidos no se puede dar el lujo de un enfrentamiento entre Turquía y las fuerzas kurdas en Kurdistán “a menos que corra el riesgo de perder un aliado, cuya ayuda es considerada virtualmente indispensable para estabilizar Irak”. Estados Unidos enfrenta el “peor de los mundos posibles” en Pakistán, donde la confianza en su aliado, el general Musharraf, se “ha evaporado”, pero nada se compara, a juicio de los observadores, con la catástrofe humanitaria que se derivará de la inminente guerra entre Etiopía y Eritrea en el cuerno de África. Tales han sido los “cambios de régimen” destructivos de Baby Bush.
¿Se le cayó el mundo a Baby Bush o, mejor dicho, desea que sucumba con él?