Se quejan de falta de atención médica y preservativos
Prostitutas chiapanecas piden reconocimiento y prestaciones
Tuxtla Gutiérrez, Chis., 14 de noviembre. Un grupo de 150 trabajadoras sexuales de esta capital exigió a las autoridades chiapanecas que se les reconozca como un sector laboral más para tener acceso a servicios de salud pública y otras prestaciones.
Las sexoservidoras presentaron un informe sobre las condiciones en que trabajan en la llamada zona galáctica, donde el gobierno municipal las confinó para mantener un control sanitario sobre ellas.
En conferencia de prensa a la que convocó el Centro de Salud Integral para el Desarrollo de la Familia –organismo no gubernamental que promueve y defiende los derechos sexuales y reproductivos–, las mujeres dijeron ser tratadas como ciudadanas de segunda categoría, sin derechos ni representatividad.
Explicaron que pese a ofrecer “un servicio social importante” carecen de condiciones sanitarias adecuadas para ejercer su labor. Destacaron que desde hace meses las autoridades han dejado de darles condones y servicios de salud.
Las trabajadoras sexuales, con el rostro cubierto con máscaras de luchadores como protesta ante lo que consideran discriminación, explicaron que ejercen su actividad en pequeños cuartos donde diariamente reciben entre cinco y 10 clientes, cada uno de los cuales paga entre 50 y 100 pesos, pero las autoridades sanitarias sólo entregan a cada una 50 preservativos quincenales, que les son insuficientes.
También se quejaron de que en los exámenes sólo les revisan la vagina, a pesar de que muchas presentan diversos problemas de salud.
Las inconformes ofrecieron quitarse las máscaras cuando la sociedad y el gobierno les den su lugar en el ámbito laboral y, sobre todo, reconozcan sus derechos “como ser humanos, como mujeres”.
La única que se identificó fue Alejandra Gil, dirigente de la ciudad de México, quien señaló que la demanda de las chiapanecas se repite en todo el país, por lo que insó a los gobiernos estatales y municipales a proteger a este sector, “el marginado de los marginados”.
Gil consideró que si no se provee a las sexoservidoras de lo que necesitan para realizar su actividad en condiciones óptimas aumentarán las infecciones de transmisión sexual.