Habitantes de Gualeguaychú mantienen la lucha contra la empresa finlandesa
Crisis entre Argentina y Uruguay por la papelera Botnia en zona limítrofe
Vecinos consideran una burla para las negociaciones la autorización de Tabaré Vázquez
Miles de manifestantes repudian el inicio de las operaciones por los daños ambientales
Ampliar la imagen Ciudadanos protestaron ayer contra el inicio de operaciones de una papelera finlandesa en Fray Bentos, ciudad separada por el río Uruguay de Gualeguaychú en la provincia argentina de Entre Ríos Foto: Reuters
Buenos Aires, 11 de noviembre. A tres días del anuncio del presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, de autorizar el comienzo de actividades de la empresa papelera finlandesa Botnia, en Fray Bentos, ciudad separada por el río Uruguay de Gualeguaychú en la provincia argentina de Entre Ríos, la tensión continúa aumentando entre ambos países, aunque aún se hable de negociaciones.
Dolor e indignación eran los sentimientos primarios de los miles y miles de manifestantes que ayer ocuparon buena parte del Puente San Martín que separa a ambos países, en una marcha pacífica, pero de duras expresiones, mientras algunas lanchas navegaban con banderas y leyendas frente a Botnia, cuya chimenea despide humo desde el viernes pasado.
La imagen jamás esperada está ante los ojos asombrados del pueblo de Gualeguaychú, que decidió continuar su lucha que lleva más de cuatro años, desde que se conoció que el entonces presidente Jorge Batlle firmó el acuerdo con Botnia.
“El pueblo unido no será vencido”, era uno de los cánticos de ayer, cuando hombres mujeres y niños, familias enteras agitando banderas argentinas caminaron por el puente.
Aunque hoy finalizaron los cortes en las ciudades argentinas de Concordia y Colón, también edificadas sobre el río Uruguay –el límite natural entre ambos países– los vecinos que acompañan a los asambleístas de Gualeguaychú anunciaron que harán cortes diarios.
Los vecinos de Concordia interrumpieron los cortes de caminos en agosto pasado, pero el anuncio de Vázquez, durante la Cumbre Iberoamericana, fue considerado una “burla” hacia las negociaciones y la mediación española, y también se percibió que “el presidente uruguayo daba otra vez más un puntapié al Mercado Común del Sur (Mercosur)”, como sostuvo un analista de Gualeguaychú.
Más aún, para muchos era imperdonable que Vázquez hubiera comparado el accionar de “un pueblo que reclama en una demanda justa” contra la contaminación que podría afectar vidas, con el bloqueo “de guerra que impone Estados Unidos contra Cuba”.
Por lo pronto, el gobierno uruguayo continúa con el cierre de la frontera por su lado con un amplio dispositivo de seguridad.
La gendarmería argentina, encargada de la seguridad en las fronteras, estuvo ayer en el puente común, a fin de evitar cualquier enfrentamiento que violentara aún más la situación.
Las decenas de miles que marcharon también advertían que el pueblo de Uruguay entenderá en algún momento lo que significa para sus vidas la instalación de ésta y otras empresas papeleras. “No sólo es esto sino la forestación con eucaliptos que se hizo desde hace tantos años y dejará un país afectado por suelos secos. Será la muerte para ese Uruguay verde que conocimos”, señalaba una carta enviada en una botella por el río.
Pero también hay indignación en la Asamblea Regional Argentina-Uruguay, integrada por organizaciones sociales opuestas en ese país a la instalación de papeleras. Los delegados que se reunieron ayer en la ciudad de Colonia Agraciada, en el departamento uruguayo de Soriano, y repudiaron “el inicio de las operaciones de la empresa Botnia” en Fray Bentos. También convocaron para protestar contra la forestación en Tacuarembó y otros lugares del territorio uruguayo.
“Nosotros advertimos que no vamos a parar nuestra protesta hasta que Botnia se vaya porque estamos por la vida y en nuestros campos estamos cuidando esa vida y también lo hacemos por el pueblo uruguayo que no se da cuenta y al que engañan sobre su futuro”, dijeron los vecinos de Gualeguaychú.
En tanto el debate se ha instalado en el país y la oposición tanto de la derecha más dura, como de algunos sectores de izquierda, aprovechan esta circunstancia para acusar al gobierno del presidente argentino saliente, Néstor Kirchner, de “debilidad” o de no haber aplicado otro tipo de política. Pero ninguno de ellos explica qué otro camino podría haberse tomado frente a la decisión irrevocable del gobierno uruguayo de Tabaré Vázquez de cumplir a rajatabla con el acuerdo leonino firmado por su antecesor con Botnia.
A su vez, asambleístas uruguayos se preguntan qué hubiera sucedido si Vázquez consultaba al pueblo de Uruguay sobre el contenido del acuerdo, que obligaba a ese país a pagar millones de dólares si se rompía el compromiso con Botnia y otras empresas. “Estamos seguros de que si le hubiera explicado lo que significan para el futuro estas empresas y la escandalosa forestación no se hubiera llegado hasta esto”.
La relación bilateral entre ambos países está fuertemente golpeada. Las interrogantes son muchas y no sólo es la relación bilateral la que se afecta. Hay analistas que advierten sobre un mayor avance de Washington sobre el gobierno uruguayo y especialmente cierta “satisfacción” ante un nuevo problema que puede “agrietar” al Mercosur.
Por ahora el problema de las papeleras, ha engendrado una fuerte crisis que parece ir más allá de las simples discusiones de si hubo o no “miopía” en ambas partes. Hay mucho más en juego y hay simplificaciones analíticas que no ayudan cuando se juega la relación bilateral de dos países tan cercanos.
Esta historia comienza.Esta semana será de fuertes novedades entre ambos países.