Usted está aquí: sábado 10 de noviembre de 2007 Opinión La Muestra

La Muestra

Carlos Bonfil
[email protected]

Cobrador, in god we trust

Ampliar la imagen Isela Vega y Peter Fonda en fotograma del filme de Paul Leduc Isela Vega y Peter Fonda en fotograma del filme de Paul Leduc

El regreso al cine del mexicano Paul Leduc (Reed, México insurgente; Frida, naturaleza viva), luego de una ausencia de 13 años (Dollar mambo, 1993), parece determinado por una urgencia expresiva: señalar un clima generalizado de violencia, una globalización del horror que tiene como punto culminante la tragedia del 11 de septiembre de 2001. No es un azar que el director elija entonces iniciar su recorrido por una geografía de lo irracional al estado puro justamente en Nueva York, y que a partir de varios cuentos del escritor brasileño Rubem Fonseca, organice en lo posible una visión del caos que incluye también a las ciudades de Río de Janeiro y México.

Las visiones apocalípticas remiten naturalmente a cintas emblemáticas: Ciudad de dios, de Fernando Mirelles o Amores perros, de González Iñárritu, pero sólo como una resonancia del tema de la ciudad al borde del colapso. Lo que parece interesar a Leduc es concentrar el desasosiego urbano en la conducta delirante de algunos personajes clave: el millonario que interpreta Peter Fonda y que en Miami tiene la distracción de atropellar transeúntes, de preferencia mujeres, por el mero placer de hacerlos desaparecer. Este hombre tiene problemas de mengua en su vigor sexual y busca el remedio ideal con una hechicera para recobrar sus energías y reanudar con mayor brío su manía homicida. Otra manía similar es la que se apodera incomprensiblemente de un antiguo minero brasileño que se convierte en asesino serial y despliega su ánimo de revancha en episodios de crueldad gratuita. Este desequilibrio mental lo interpreta con maestría Lázaro Ramos, el actor de los filmes brasileños Madame Satá y El hombre que copiaba. Otra historia de violencia, ligada con los actos vengativos del Cobrador/Ramos, incluye a la actriz argentina Antonella Costa, periodista gráfica que también sucumbe a esta fiebre de desquiciamientos urbanos.

Las historias que narra atropelladamente Paul Leduc no parecen ir a ningún lado, dejan muchos cabos sueltos, y están dominadas por el mismo absurdo que se apodera de la conducta de los personajes. Imposible encontrar vínculos muy claros entre ellos (algo que por lo demás no preocupa al cineasta), de no ser ese dominador común que es la proliferación de la saña criminal en una ciudad u otra, de un destino al siguiente, con personajes perfectamente sustituibles e intercambiables, y que al final terminan siendo uno solo. Ya no aquel personaje clave del melodrama social brasileño, El pagador de promesas (Anselmo Duarte, 1962), sino un nuevo símbolo del rencor de clase en tiempos neoliberales que sería justamente este cobrador de afrentas, dispuesto a jugarse la existencia en una aritmética de la retribución sanguinaria.

Paul Leduc no señala en Cobrador algo que el cine contemporáneo, de Matthieu Kassovitz (El odio) a Michael Haneke (Juegos divertidos), pasando por el neothriller nihilista estadunidense, no haya registrado oportunamente y quizás, en algunos casos, con clarividencia mayor o con metáforas más perturbadoras. Es tal la diseminación de la violencia urbana que está a punto de inaugurar una nueva veta costumbrista en el cine, en caso de no haberlo hecho ya. Los crímenes de odio proliferan con una saña mayor y una impunidad creciente que el cine apenas alcanza a registrar en su verdadera dimensión malsana. Crímenes contra indígenas e indocumentados, contra periodistas independientes, contra homosexuales y travestis; crímenes del fanatismo en los deportes y del fundamentalismo religioso; racismo desembozado o larvado, desprecio de clase embriagado con la misión de aniquilar a quien se percibe como diferente. Paul Leduc ofrece en estas historias delirantes un atisbo de ese horror, e inevitablemente se queda a la mitad del camino.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.