Lo sublime
Uno de los referentes de la cultura-jazz es el maestro canadiense Paul Bley, de quien aparece una novedad discográfica en México que refrenda su supremacía, su alta autoridad moral, originalidad impresionante y su capacidad increíble de sentar precedentes, de hacer música que resulta piedra filosofal, piedra de toque para nuevos descubrimientos, que es el rasgo distintivo de su trabajo de siempre.
Como no existen las casualidades, el disco aparece justo cuando el maestro Bley celebra su cumpleaños número 75, el 10 de noviembre. El sistema de vasos comunicantes entonces se extiende: la música que contiene el disco que nos ocupa es sencillamente sublime. El álbum se titula Solo in Mondsee y fue grabado en abril de 2001 en los alpes austriacos, con la complicidad, guía y asistencia técnica personal del fundador de la disquera europea ECM, que es a su vez un referente no sólo de la cultura-jazz sino de la música de vanguardia más original que se haya grabado en las décadas recientes.
La naturaleza casi mística de la sublime poesía que atrapa la música de este disco tiene una línea de continuidad absoluta con el trabajo que ha desarrollado en paralelo, y sin duda bajo la influencia de Paul Bley, otro pilar de la música contemporánea: el maestro Keith Jarrett, autor de una serie bellísima de discos a piano solo.
Pues bien, he aquí más vasos comunicantes: el disco reciente de Jarrett, My foolish heart, salió apenas este septiembre, un mes antes que saliera el de Bley. Ambos fueron grabados en 2001, con un mes de diferencia. ¿Más? Jarrett heredó de Bley el formato trío, que ha perfeccionado y elevado a niveles de éxtasis, con Gary Peacock en el contrabajo y Paul Motian en los tambores. Más vasos comunicantes: tanto la obra maestra de Jarrett, el Köln Concert (1975), como Solo in Mondsee de Bley, así como el álbum que ocupa el centro hoy de este Disquero, fluyen como el agua clara de un río. Escriben su poesía en el alma.