La poesía de Mahler y Shostakovich
La trayectoria de la joven agrupación creada por el violinista ruso Gidon Kremer, llamada Kremerata Baltica, refrenda su vocación de originalidad y calidad técnica suprema con su más reciente grabación, titulada con sencillez espartana Gustav Mahler/ Dmitri Shostakovich, bajo el sello alemán ECM, que es sinónimo a su vez de originalidad y elevadísima calidad.
La sola idea de conjuntar a estos dos autores sustenta una lógica de continuidad implacable, pues se trata de los últimos grandes sinfonistas de la historia en formatos monumentales, para enseguida establecer una serie de altos contrastes y similitudes que no se quedan en mera idea sino consiguen efectos demoledores en profundidad, concepto y conmoción en el escucha. Las obras elegidas son partituras terminales de ambos autores, en el caso de Mahler, el primer movimiento de su última sinfonía, inacabada, la Décima, que es su partitura póstuma. De Shostakovich se eligió la Sinfonía 14, que si bien no es la postrera, sí fue escrita con la conciencia de la cercanía del fin de la vida por parte de su autor, recluido en el hospital, gravemente enfermo, pero que finalmente logró salir de ese claustro y escribir todavía una Sinfonía 15.
Si bien existen distintas versiones grabadas de la Décima de Mahler, ya sea con ese único movimiento o bien con la versión que completó Deryck Cooke, en colaboración con Berthold Goldschmidt, Colin Mathews y David Mathews (de la que el Disquero reseñó la grabación más reciente, a cargo de sir Simon Rattle con la Filarmónica de Berlín), la Kremerata Baltica recurre a un arreglo hecho este 2007, para cuerdas, a partir del que hizo Hans Stadmair en 1971.
En el caso de la Sinfonía 14 de Shostakovich la única variante notable es la ausencia de percusiones. El resultado con ambas partituras es una reflexión poética de intensidades paroxísticas. Logran el efecto exacto: más que una disertación acerca del misterio de la muerte, es una reflexión elevada a propósito del sentido de la vida y sus encantos.