Usted está aquí: sábado 10 de noviembre de 2007 Cultura Trazos alrededor de “la sensibilidad y la estética” de Marc Chagall y Rodolfo Morales

Presentaron libro sobre ambos artistas, coordinado por Lupina Lara Elizondo

Trazos alrededor de “la sensibilidad y la estética” de Marc Chagall y Rodolfo Morales

Merry MacMasters

En ese ánimo de levitación, que parte de Marc Chagall, donde los personajes se apoderan del horizonte mediante el vuelo, la diferencia es que los del pintor de origen ruso “irán a la sinagoga”, mientras que los del mexicano Rodolfo Morales “faltarán a la misa de siete”, expresó Carlos Monsiváis en la presentación de Marc Chagall/ Rodolfo Morales: franqueza y exotismo, libro realizado por Lupina Lara Elizondo.

Autor del capítulo Rodolfo Morales: apropiaciones y expropiaciones, Monsiváis se refirió al caso del pintor nativo de Ocotlán, durante un tiempo percibido como “exotismo, como una muestra más de que Oaxaca, además de soportar a horrendos caciques, tiene la posibilidad de grandes creadores”.

Luego, “el reconocimiento sucesivo y simultáneo” le fue quitando “esa condena del populismo multicolor y lo van situando ya como un pintor que no necesita de adscripciones exóticas y se va cotizando –palabra que, en tiempos del capitalismo salvaje, levanta a los creadores, o los sitúa muy visiblemente”.

Culto al pintor oaxaqueño

De acuerdo con Monsiváis, hoy día existe un “culto” a Morales: “Lo veo en muchas personas que antes habrían pasado ante sus pueblos como ante un paisaje inadvertido; sin embargo, ahora se sienten en obligación de adquirir un cuadro suyo”.

También le ha tocado ver la conversión del pintor en “un símbolo visual” de Oaxaca: “El modo en que una idea del mundo, del colorido, de la tradición como una serie de vocaciones visuales de lo que nunca ha ocurrido, una práctica de sujetar a lo vivido, a la metamorfosis. Todo esto que es Morales, se ha ido convirtiendo en uno de los métodos de entendimiento de la idea, no de la entidad, sino de la idea poética, romántica, ensoñadora, tradicional y antitradicional de Oaxaca”.

Caudal imaginativo

Para Luis-Martín Lozano, Morales es un continuador de las tradiciones visuales que se acuñaron sobre México entre 1920 y 1950. Autor del texto Jacarandas en el imaginario de Rodofo Morales: reflexiones en torno a la construcción de arcadias de lo sublime, advirtió:

“Es sólo a principios de los años 70 que Morales consolida un estilo propio, en el que se advierte un caudal imaginativo muy singular y la iconografía unívoca de su trabajo de madurez: mujeres extrañamente volando o flotando, figuras con cuerpos anamórficos que recorren el espacio compositivo; patios y claustros que se pierden en la lontananza de una arquitectura señorial y a la vez vernácula.”

Para Lozano la pintura de Morales se convierte en una suerte de Arcadia, atemporal y ensimismada, donde sólo hay lugar para la cosmovisión que éste decide manifestar.

En la medida que Morales se nutre de ciertos arquetipos de la cultura visual del México moderno, “la iconografía puede ser compartida por otros. Algunos códigos nos resultan legibles, pero la mayoría, curiosamente, no.

“No me equivocaría en señalar que la pintura de Morales, pese a sus atractivos, es por naturaleza hermética y posee significados no descifrados.”

Originarios de pueblos pequeños

Lupina Lara, por su parte, volvió la atención hacia Chagall en ese proyecto de “combinaciones arriesgadas”, en el que no nada más se guió por “las novias volando, por esos ángeles, o porque ellos comparten ese espacio de entremundos”. Por el contrario, al leer las biografías de ambos pintores, le llamó la atención que proceden de pueblos pequeños y se fijó en sus experiencias de niñez.

Los une “una sensibilidad, una estética, un querer decir de una forma poética, por eso sus cuadros permiten verlos una y otra vez”.

 
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