Usted está aquí: viernes 9 de noviembre de 2007 Cultura “Arriesgada” aproximación a la obra de Efrén Hernández y Francisco Tario

Presentaron la compilación Dos escritores secretos, publicada por el CNCA

“Arriesgada” aproximación a la obra de Efrén Hernández y Francisco Tario

Trece jóvenes ensayistas incursionan en la originalidad y excentricidad de ambos autores de culto

Subrayan la emergencia de una nueva generación de lectores profesionales

Arturo García Hernández

Efrén Hernández y Francisco Tario son dos escritores secretos y raros: la calidad y originalidad de su obra y la excentricidad de sus conductas los han colocado al margen de la crítica y del público. Son autores de culto frecuentados por una minoría siempre renovada de lectores devotos.

El Fondo Editorial Tierra Adentro, del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), acaba de publicar un libro, Dos escritores secretos, en el que 13 ensayistas jóvenes se aproximan a ambos.

Compilados por Alejandro Toledo, los ensayos atienden una obra que –dice el compilador en la presentación– “parece haber trascendido el tiempo físico de la permanencia en el mundo de los autores, y porque hay en el arranque del siglo XXI el impulso de nuevas reuniones de obra completa o recopilación antológica de sus escritos, o incluso el rescate de material que dejaron en el cajón y hasta ahora es publicado”.

Toledo describe: “Uno, Francisco Tario, tenía aspecto atlético, y en su juventud fue portero del Club Asturias, el otro, Efrén Hernández, pequeño de estatura, usaba anteojos cuyo puente pegaba con cinta adhesiva y no se le podría imaginar en una cancha futbolera sino como aguador o masajista. La literatura de ambos es plural, transita por casi todos los géneros (…) Son contemporáneos de sí mismos y también de los Contemporáneos, y de Juan Rulfo, y de Juan José Arreola, y de tantos otros”.

Dos escritores secretos fue presentado la noche del miércoles en el Museo Mural Diego Rivera, con los comentarios de Humberto Rivas, José de la Colina, el propio Alejandro Toledo y Julio Farell, hijo menor de Tario, quien compartió algunos recuerdos que permiten asomarse al mundo personal del autor de La noche y Equinoccio.

Humberto Rivas consideró que los ensayos reunidos en Dos escritores secretos “celebran dos riquezas de nuestra literatura: por un lado atiende a dos de nuestros escritores más ricos y valiosos y, por otro, nos presenta a una nueva generación de lectores profesionales con escrituras penetrantes, dotadas y creativas.

“No dudo –añadió Rivas– que los dos escritores tratados en este volumen estarían muy impresionados y satisfechos por los acercamientos de estos jóvenes creadores han arriesgado sobre sus obras.”

Lejanía de los temas dominantes

El nombre real de Tario era Francisco Pe-láez. Su hijo, Julio Farell, es pintor y se llama en realidad Julio Peláez Farell. Durante la presentación, Farell recordó: “El último texto que escribió mi papá, días antes de morir, fue sobre mi pintura. Le costó trabajo porque desde que murió mi mamá, en 1967, no quiso volver a escribir. Nada más leía. Yo le dije: tengo una exposición en Madrid, escríbeme algo. Me dijo que no. Me enojé, di un portazo. Me fui y como a las tres o cuatro horas regresé y me dijo que había escrito algo sobre mi obra, lo leí y me encantó. Lo escribió en noviembre de 1977 y en diciembre murió”.

José de la Colina, por su parte, estableció analogías entre la escritura de Tario y la de Cioran y Baudelaire: “Equinoccio es un libro hermano de los libro de Cioran; el Tratado de podredumbre de Cioran se parece mucho a Equinoccio, que también es libro hermano de Mi corazón al desnudo, de Baudelaire”.

De la Colina, quien ha reflexionado sobre escritores “raros”, dijo encontrar en Los escritores secretos “acercamientos notables, hay unos muy originales, muy inteligentes”. Todas las literaturas –sostuvo– “aún las más densas y ricas, poseen cuando menos dos guías: un camino real, central, nodal, institucional, reglamentado”, en el que los asuntos tratados son los que impone “la universalidad, la nacionalidad, la historia, que a veces no son sino máscaras de las circunstancias”.

La otra guía es la de los autores raros, “pero no en el sentido de que sean necesariamente perversos, pero sí son autores que no tocan el centro temático de una literatura”.

En la época en que empiezan a escribir Efrén Hernández y Francisco Tario, los temas dominantes tenían que ver con la idiosincrasia del mexicano, temas de los que uno y otro se mantuvieron alejados.

 
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