Usted está aquí: jueves 8 de noviembre de 2007 Opinión Rashid 9/11

Olga Harmony

Rashid 9/11

La obra de Jaime Chabaud, ganadora del Premio Víctor Hugo Rascón Banda, trata un tema tan polémico y delicado como el horrible atentado terrorista a las dos torres gemelas neoyorquinas el 11 de septiembre de 2001. Motivo de muchos análisis y especulaciones, el atentado al que Noam Chomsky –quien expresó serias dudas acerca de su autoría– calificó como “un obsequio para la extrema derecha patriotera”, se ha visto por aquéllos a quienes Robert Fisk llama “delirantes”, como un autoatentado producido desde las entrañas de lo más oscuro de la política belicista estadunidense, como un pretexto para desatar una guerra contra el terrorismo y adueñarse del petróleo –como estamos viendo en Irak– y expandir su imperio hacia Medio Oriente. Sea cual fuere la verdad, las repercusiones para todo el mundo (que incluye a nuestro país, nuevo aliado de Estados Unidos en su lucha “contra el terror”, dicho esto para los que sienten lejanos e indiferentes estos sucesos) han sido catastróficas.

El dramaturgo toma partido al basarse en el texto de David R. Griffin 115 mentiras sobre los atentados del 9/11 en un drama en que los tiempos se recorren hacia atrás con diferencias que van desde una hora hasta nueve años, en 12 secuencias hiladas por la historia ficticia del árabe Rashid, buen padre cuya esposa murió en un bombardeo, quizás de la aviación israelí, lo que lo ubicaría como palestino. Chabaud no hace afirmaciones enfáticas, sino que muestra de soslayo las posibilidades de su historia en cada una de las secuencias de uno de los mejores textos que se le conocen y en que la presencia de las víctimas está representada por los dos afanadores mexicanos en una de las torres y la tonta estadunidense del avión, además de los mismos terroristas. Tratar el tema, alejándose del libelo o de la editorial dramatizada, es una de las mayores virtudes de esta obra, aunque yo le reprocharía al autor que la primera secuencia o Prólogo esté actuada en inglés para mayor realismo ya que se trata de una conferencia de prensa en el Pentágono, pero en cambio los árabes y los demás personajes, sean de la nación que sean, hablen en español posteriormente, lo que no se compagina con ese supuesto realismo.

La escenificación dirigida por Raúl Quintanilla es muy brillante tanto por el talento del director y su elenco como por la estupenda producción en gran parte debida a Philippe Amand como escenógrafo e iluminador, pero también responsable de los videos –excepto el audiovisual final, que es de Diego Filloy– que al proyectarse apoyan los interiores de casas árabes e incluso los muy espectaculares del avión en su dimensión de interior y de exterior visible con ventanillas, que se alternan conforme Rashid y el otro terrorista se mueven hacia el fondo. Los personajes entran en carros pequeños que los transportan hacia los diferentes espacios y en los que permanecerán casi todo el tiempo que dura la acción de su respectiva secuencia. El excelente vestuario de Cristina Sauza, tanto para los personajes árabes como los occidentales, muchos de ellos incidentales y mudos, como los presentes en el aeropuerto y las mujeres del avión, es otro gran apoyo para la escenificación. La música original y el diseño sonoro de José Sefami, con hallazgos como el de convertir el himno estadunidense en una tonada arábiga, también hace lo suyo en ese montaje muy logrado de Quintanilla, en el que tiempos y tonos están cuidadosamente dosificados.

La gran cantidad de personajes obliga a que algunos de los actores doblen papeles. El excelente Daniel Martínez encarna al protagónico Rashid con gran eficacia, acusando todos sus matices de ternura, misterio y humildad ante los posibles empleadores, y al prepotente general Watson del inicio. José Sefami es un bonachón tío Abdul. Rosario Zúñiga es tía Zulma y también Estela. Tanto Carlos Corona como Juan Carlos Vives, excelentes en sus contrastantes personajes casi de comedia en el aeropuerto y severos y duros como los siniestros empleadores. El niño Carlos Padilla es un convincente Alí. Erika de la Rosa, como la insinuante y tonta Sharon, es también una periodista. Israel Martínez como Robert, Gabriela Betancurt como la mujer joven del avión, Hugo Catalán Beltrán como el terrorista 2, y Mayte Gil y Hugo Catalán Beltrán como los incidentales personajes del aeropuerto completan el reparto.

 
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