Usted está aquí: miércoles 7 de noviembre de 2007 Sociedad y Justicia Quedaron los pisos, muros y techos desaparecieron

Quedaron los pisos, muros y techos desaparecieron

Claudia Herrera Beltrán, enviada

Comunidad de Juan de Grijalva, Chis., 6 de noviembre. Algunos pobladores de esta tierra que se hundió en el agua dicen que contra la naturaleza no se puede hacer nada. Quizá por eso, con un dejo de resignación, el pastor del pueblo, Teodoro Sánchez, se limita a pedir al gobernador y al presidente “que si aparecen los cuerpos nos apoyen con ataúdes para darles cristiana sepultura”.

Recién ocurrida la catástrofe en el municipio de Ostuacán, las imágenes y los testimonios son dolorosos. El gobierno aún no tiene certidumbre sobre cuántas personas murieron: las cifras van desde los 16 desaparecidos que reconoce Gobernación hasta los 28 que manejan los mismos pobladores.

Pero ellos son los que menos esperanza abrigan de encontrar sobrevivientes, porque de su caserío de 138 habitantes quedan un poste arrancado con las varillas de fuera, los pisos de cemento del templo adventista y de las casas, y las pertenencias de sus moradores regadas por el cerro: planchas, ropa, una hamaca, mazorcas.

Quizá la mejor descripción de lo que ocurrió aquí fue la que dio el gobernador Juan Sabines. Habló de “una ola, un minitsunami de 50 metros”, porque, como en Indonesia, de las construcciones sólo se encuentran los pisos, no hay techos ni muros.

La perplejidad de la gente es mayor, porque su pueblo se desplomó cuando menos lo esperaban. Durante viernes y sábado llovió, pero a las ocho de la noche del domingo todo estaba en calma. Los sobrevivientes así lo relataron al presidente Felipe Calderón, que junto con su esposa Margarita Zavala e integrantes de su gabinete bajó en helicóptero a esta comunidad.

Para algunos, los más fervorosos, los primeros crujidos fueron una “señal del Señor. Escuchamos bullicio y fuimos al río. Había ruidos como cuando tratan de robar el ganado, pero de repente se escuchó una explosión como cuando se abre la tierra”, se esforzaba por detallar Teodoro Sánchez Díaz, hijo del pastor.

Una vez descubierto que no era un hurto de ganado, como a los que están acostumbrados, los lugareños corrieron a la “loma”, pero volvieron a escuchar un trueno y huyeron más lejos. La tierra se les iba acabando mientras veían cómo sus vecinos y familiares desaparecían en medio del agua y el lodo.

“Mis padres venían del templo cuando los agarró el agua. Y ahí fallecieron. Murieron mi papá, mi hermanito, mi abuelito y mi sobrino”, contó Salomón Reyes a punto del llanto.

¿Por qué está seguro de que se ahogaron?, insistió el Presidente a Teodoro Sánchez. “Porque los agarró el río cuando iban a la iglesia y otros estaban en su casa”.

Otro poblador, Samuel Sánchez, se buscó en los bolsillos su credencial de coordinador de la campaña de Calderón, en tiempos en que era candidato presidencial, y creyendo que era su salvoconducto, le pidió ayuda para recuperar su patrimonio.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.