Salón Palacio
La ampliación del Museo del Prado y un edificio de ocupas
Madrid, 5 de noviembre. La noticia ya dio la vuelta al mundo: las imágenes de los reyes de España al inaugurar la ampliación de más de 22 mil metros cuadrados al ya de por sí gigantesco Museo del Prado han aparecido en todas las televisoras, y se sabe que se invirtieron 152 millones de euros para realizar la obra, diseñada por el arquitecto Rafael Moneo. En las nuevas salas del recinto se exhiben 95 pinturas del siglo XIX que abren con La marquesa de Santa Cruz, de Francisco de Goya. El martes pasado me levanté temprano e intenté asistir a la ceremonia, pero fue imposible, pues los monarcas españoles tuvieron la primicia de recorrer el moderno edificio a puertas cerradas. Los empleados del museo se mostraron muy engreídos y no aceptaron acreditar a un simple periodista mexicano. Me conformé con ver la larga fila de lujosos automóviles color azul oscuro que en lugar de placas llevan una corona dorada. La gente se amontonaba en las calles para ver pasar a los reyes.
Preferí buscar la calle de Acuerdo, a una cuadra de la plaza Agustín Lara, en Lavapies, en busca del Patio de las Maravillas, uno de los cuatro o cinco edificios ocupados que sobreviven en Madrid. Este autogestivo proyecto cultural se ha instalado en un antiguo colegio abandonado desde hace 10 años. El lugar abrió sus puertas a mediados de este año, pero el colectivo que lo impulsa no ha dejado de trabajar y en unos cuantos meses ha recolectado numerosos donativos, que van desde muebles y aparatos usados, como computadoras y otros objetos para impartir talleres, asesorías legal a inmigrantes, así como una sala gratuita de Internet y, desde luego, un pequeño bar en el que las cañas de cerveza se venden a un euro. Desde luego que el lugar se encuentra un tanto deteriorado, pero eso sí, más vivo que muchos museos. Para mayores datos conectarse, al sitio www.patiomaravillas.net
Lavapies es la neta madrileña
En el barrio de Lavapies, una zona de migrantes, en la que convive todo tipo de hibrideces (hasta con un fan de Generación nos topamos), se encuentra el también legendario var Revuelta (fundado hace más de 50 años), donde conviven punketos, jugadores de futbolito de mesa y se tocan canciones rancheras programadas por Miguel Revuelta, su propietario (nieto del fundador de este lugar), quien me intercambió un par de cañas por una revista. En la calle de Argumosa compartí litronas y canté con otros personajes de la noche sentados en la banqueta. El domingo pasado hice la visita obligada al mercado callejero de El Rastro y después de escudriñar entre las pulgas (más de la mitad de su amplia extención de varias calles la ocupan productos comerciales localizables en cualquier tienda), visitamos el lugar acostumbrado, La Latina, para beber unas chelas, pues todos los bares se atascan de gente y hasta la madrugada no cesa el bullicio, así es un domingo en Madrid.
El Rapto y un nuevo libro de Anagrama
Otra publicación madrileña descubierta en plena calle es el número uno del fanzín anarquista de cuatro páginas llamado El Rapto (Observatorio del sonambulismo contemporáneo), en el cual Julio Monteverde y Juan Manuel Rojo hacen un largo cuestionamiento a La Movida y sus repercuciones sociales. Este fanzín pretende reflexionar en torno a los movimientos alternativos en la capital española y reivindican las tradiciones vanguardistas y anarquistas en España. Su correo es: [email protected] Un encuentro especial en este viaje fue con el director de Aanagrama, Jorge Herralde, quien estuvo en Madrid para presentar la novela Crematorio, de Rafael Chirves (uno de los más críticos y provocadores autores madrileños), volumen que ya se exhibe en las vitrinas de la librería del Círculo de Bellas Artes.
Leobardo Sarabia y el Festival Cultural Tijuana
Solo hubo tiempo de cambiar las maletas para asistir a la clausura del Festival Cultural Tijuana, celebrado en la capital californiana del 31 de octubre al 4 de noviembre. Se trata de una ambiciosa propuesta independiente del más experimentado promotor cultural tijuanense: Leobardo Sarabia. Exposiciones, mesas redondas, presentaciones de libros y conciertos conformaron el programa de este primer encuentro, que promete romper con esquemas gastados de la festivalitis mexicana.