El Frank Zappa mexicano
Ampliar la imagen La portada del álbum
Ampliar la imagen Juan García Esquivel al centro de su fabulosa Orquesta Sonorama. Abajo, la portada del álbum
En los anaqueles de novedades discográficas esplenden preciosas antiguallas.
Este intento de aporía explica la naturaleza del contenido de tres cajas de discos tres que hemos seleccionado para compartir con los lectores de La Jornada.
Lo de antiguallas es de cariño, y también en tono irónico, pues lo que para muchos es vejestorio para otros es reliquia. Porque lo que contienen estas cajas son auténticos tesoros.
Los discos en esos baulitos encerrados fueron grabados entre los años 40 y 60 del siglo pasado y, otorgándole razón a Einstein y su teoría de la relatividad, pero sobre todo a los maestros budistas porque todo es relativo, aparecen apenas entre las novedades de discos.
Claro, el término “rescate” explica y resuelve la aparente aporía. Otro factor: si le echamos lápiz al asunto, pagamos por cada uno de estos discos un promedio de ¡10 pesos! Pasu.
El primero de estos cofrecitos se anuncia de plano como “Tesoros de colección”, y claro que lo son. El álbum, triple, se titula Juan García Esquivel: el padre del lounge (Sony/BMG).
La Jornada ha documentado en su oportunidad el reciente revival, al parejo del coincidente deceso, que tuvo el maestrísimo Esquivel! (así, con admiración al final, que era como le gustaba ser reconocido), una leyenda, desde el ángulo que quiera vérsele.
El subtítulo de esta cajita sabrosérrima, El padre del lounge, contiene una ambigüedad que vale la pena salvar, pues el término lounge es utilizado a mansalva en términos comerciales y esnobistas. Ciertamente tal corriente de pensamiento musical fue una de las muchas invenciones de Esquivel!, pero no fue lo único que hizo. La ambigüedad puede salvarse aclarando que el contenido de estos tres discos no se limita a lo que muchos conocen o creen conocer como música lounge.
Además de los elementos lounge, que a saber tienen que ver con la conformación de una atmósfera sonora que remite a estar en un sitio confortable, por ejemplo un salón de hotel (lounge) donde se beben martinis y suena música sensual.
Los materiales de Esquivel! tienen que ver más con un manantial de hallazgos sonoros, proposiciones experimentales, un colorido instrumental por el que puede fácilmente catalogársele como el gran muralista sonoro del México moderno y, en general, un sentido pionero, creativo, original y recio que, si a esas vamos, podemos tranquilamente nombrar a Juan García Esquivel como el Frank Zappa Mexicano.
Si analizamos con detenimiento las proposiciones estéticas de Esquivel!, hallaremos, entre otros contextos magníficos, que mientras Carlos Chávez se afanaba por insertarse en el contexto de la vanguardia europea de música de concierto y entreveraba en, por ejemplo, su Sinfonía India, el canon occidental con materiales vernáculos y a todo eso le infundía un sello de aventura y riesgo extremos, el maestro Juan hacía todo eso con una mano en la cintura y sin aspavientos. Es más, la música de Carlos Chávez tiene uno que escucharla en una sala de conciertos, mientras que la de Esquivel! la disfrutamos desde niños en la mismísima vida cotidiana.
Uso de los colores orquestales cual si fuera Maurice Ravel, balances de dinámica, masa y cualidad sonora cual si fuese Igor Stravinsky, fraseo, intensidad, rítmica y pulso interior cual si se tratase del mismísimo Varese (por cierto, la inspiración vital de Zappa). He aquí a un auténtico genio. Mexicano. Orgullosamente mexicano.