Viejas amenazas de guerra entre EU e Irán
Este año ha sido sacudido en más de una ocasión por las desafiantes declaraciones que se han venido haciendo desde el 28 de enero de este año, cuando el vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, interrogado por CNN, recurrió a la amenaza de guerra ante la firme posición iraní de que continuará su programa de enriquecimiento de uranio.
Después de manifestar su satisfacción hacia la política que lleva Estados Unidos a través de Naciones Unidas, donde se han conseguido tres resoluciones de sanciones en contra de Irán, Cheney dijo: “queremos solucionar este problema diplomáticamente y haremos todo lo que esté en nuestras manos para conseguirlo, pero también queremos dejar claro que todas las opciones están sobre la mesa”.
A continuación y en respuesta a los ejercicios militares iraníes, en los que ensayaron misiles de corto alcance, la Casa Blanca envió al golfo Pérsico como escolta dos portaviones, incluido el impresionante Eisenhower, así como buques de guerra.
La primera vez que se planteó la posibilidad real de una confrontación bélica entre Irán y Estados Unidos fue en 1971. A pesar de las tensiones prebélicas que las dos partes han generado, reiteradamente el presidente Mahmoud Ahmadinejad ha señalado que su gobierno no desistirá de sus propósitos de continuar con sus planes de desarrollo de energía nuclear con fines pacíficos.
Estas tensiones se agravaron con ocasión del secuestro en Bagdad del segundo secretario de la embajada de Irán en la capital de Irak y por el inicio de maniobras militares iraníes en el golfo Pérsico, que incluyeron lanzamiento de misiles. Las cosas llegaban así a un punto de crisis, de tal manera que las acusaciones del presidente Bush contra Irán, de que éste contribuye a la desestabilización de Irak, sumadas a la exigencia de este gobierno de liberar a los cinco diplomáticos secuestrados en Irak, cosa que fue negada por Estados Unidos, argumentando que, más que diplomáticos, eran militantes de la Revolución Islámica.
Dicho sea de paso, a principios de agosto, Moscú reivindica para Rusia el lecho marino del Polo Norte, plantando allí su bandera. Científicos y diputados rusos descendieron a las profundidades marinas de más de 4 mil metros hasta el fondo del océano Glacial Ártico, hecho que, como era de esperarse, plantea un nuevo conflicto entre el gobierno presidido por el presidente Vladimir Putin con el de Estados Unidos, y desde luego con la mayoría de los países de la Unión Europea.
Semanas después, Putin viaja a Berlín para fortalecer sus relaciones con Alemania entrevistándose con Angela Merker. No hay que olvidar que Rusia es el principal proveedor de energía de Alemania, y a pesar de que la canciller ha hablado en repetidas ocasiones de la necesidad de blindar la seguridad nacional de su país, acotando las inversiones de Rusia y de China en las empresas alemanas, no logró conmover a Putin, quien escuetamente dijo que se trata de una discusión “muy apasionada que carece de correlato real de momento”, criterio que Merker no comparte plenamente, pues considera que las leyes que habrán de regular estas inversiones, que por alguna razón da por hecho que se llevarán a cabo, es una cuestión que toca los “intereses de la seguridad nacional”.
En ese viaje a Berlín, el presidente Putin fue interrogado acerca de si viajaría a Irán como tenía programado, dadas las amenazas de que un vehículo suicida habría de atentar contra su vida en su viaje a ese país. Sin dar mayor importancia al asunto, contestó que desde luego que viajaría a Irán, y que si hiciera caso de todas las amenazas de muerte que recibe tendría que quedarse encerrado en su casa. Finalmente asistió a su cita con el presidente Ahmadinejad y no pasó nada, los terroristas no hicieron acto de presencia.
Al tiempo que Vladimir Putin aceleró los planes de rearme de Rusia, anunciando además la construcción de misiles nucleares intercontinentales, el 18 de octubre pasado exigió al gobierno de Washington que fije una fecha de retirada de las tropas que tiene replegadas en Irak y recordó que el Ejército ruso está siendo armado con los nuevos misiles Tópol-M, que, según expertos en armamentos nucleares y específicamente en misiles, pueden penetrar cualquier escudo nuclear, en clara alusión al que Estados Unidos construye en Europa del este.
En sus declaraciones respecto a la modernización de las fuerzas armadas rusas se mostró sumamente satisfecho, calificando sus planes de grandiosos y asegurando que sus nuevas fuerzas armadas serán compactas y eficaces, al tiempo que garantizarán la seguridad de Rusia por mucho tiempo, advirtiendo así a Estados Unidos que si continúa con sus planes de instalar su escudo de misiles en Polonia y República Checa, sin tomarlo en cuenta, Moscú tomará medidas de respuesta “para garantizar la seguridad de los ciudadanos”.
Teniendo en consideración la visita hecha por el presidente Putin a Irán para estrechar las relaciones con el mandatario iraní, es necesario tomar muy en serio la insistencia del mandatario ruso respecto a que las amenazas a Irán “son dañinas para las relaciones internacionales”, y sobre todo lo que agregó: “el diálogo con Estados Unidos será siempre más productivo. Es un camino más corto hacia el éxito que la política de sanciones y presiones” (El País, 19/10/07).
Desde 1971 las amenazas de guerra han estado presentes en el caso de Irán, particularmente se han intensificado en todo lo que va de este año, y no hay visos de que concluyan todavía.
Con lo escrito en este artículo hemos tratado de señalar que la presencia del presidente Putin en tierra iraní hace mucho más complejas las condiciones para Irán que las que se dieron en el preludio contra la invasión de Irak. No hay que olvidar algo en lo que hemos estado insistiendo: un país como Irán, que es el segundo productor, y también el segundo en importancia de yacimientos de gas después de Rusia precisamente, representaría problemas muy graves para tomar medidas extremas que no solamente estarían sobre la mesa de negociación, sino también en el subsuelo de los combustibles fósiles que tanta importancia adquieren progresivamente a medida que pasa el tiempo.