Imaginar al prójimo es una forma de inmunizarnos contra el fanatismo: Amos Oz
La entrega de los premios Príncipe de Asturias devino alegato por la paz
Madrid, 26 de octubre. La sesión solemne de entrega de los premios Príncipe de Asturias 2007 devino un alegato sentido y rotundo de la urgencia de construir la paz en el mundo, sobre todo en Medio Oriente, donde la población vive sumida desde hace décadas en guerras intestinas y endémicas. El escritor israelí Amos Oz, uno de los galardonados, denunció “la hostilidad que impera sobre nosotros”.
La versión de este año de estos prestigiosos galardones, que entregan los príncipes de Asturias, Felipe y Letizia, en el teatro Campoamor de Oviedo, sirvió para denunciar y llamar la atención sobre problemas como la paulatina e irreversible destrucción del planeta, las secuelas del cambio climático, las hondas huellas que dejó en la humanidad el Holocausto nazi y la barbarie que propagan las numerosas guerras abiertas. Pero también hubo un reconocimiento a los avances científicos, a la divulgación del conocimiento, al deporte y a la voz poética y singular de uno de los artistas más emblemáticos del siglo XX, Bob Dylan.
Amos Oz es un escritor israelí que ha sufrido en carne propia los estragos del conflicto que azota a su país desde hace décadas, primero como soldado del ejército de Israel y, hace menos de un año, por el fallecimiento de su hijo en un acto de servicio, también como militar.
Galardonado con el Príncipe de Asturias de las Letras por su larga trayectoria como novelista, ensayista y poeta, Oz estableció en su discurso de recepción, que leyó en hebreo, una metáfora sobre la paz. “Creo en la literatura como puente entre los pueblos. Creo que la curiosidad tiene, de hecho, una dimensión moral. Creo que la capacidad de imaginar al prójimo es un modo de inmunizarse contra el fanatismo. La capacidad de imaginar al prójimo no sólo te convierte en un hombre de negocios más exitoso y en un mejor amante, sino también en una persona más humana”.
Oz se refirió a los orígenes del largo enfrentamiento entre Israel y Palestina: “Parte de la tragedia árabe-judía es la incapacidad de muchos de nosotros, judíos y árabes, de imaginarnos unos a otros. De imaginar realmente los amores, los miedos terribles, la ira, los instintos. Demasiada hostilidad impera entre nosotros y demasiada poca curiosidad.
“Los judíos y los árabes tienen algo en común: ambos han sufrido en el pasado bajo la pesada y violenta mano de Europa. Los árabes han sido víctimas del imperialismo, del colonialismo, de la explotación y la humillación. Los judíos han sido víctimas de persecuciones, discriminación, expulsión y, al final, el asesinato de un tercio del pueblo judío.”
Búsqueda de la concordia
Avner Shalev, presidente del Museo de la Memoria del Holocausto de Jerusalén, recibió el galardón en el apartado de la Concordia, el de mayor carga simbólica de estos premios, que nacieron precisamente con la finalidad de reconocer la labor de personas e instituciones en favor de la convivencia y la concordia entre los seres humanos.
Después de los discursos de Shalev y Oz, el príncipe de Asturias entregó los galardones –que consisten en una escultura de Joan Miró y la suma de 100 mil euros– a los premiados de este año, con la ausencia de Bob Dylan y el sociólogo alemán Ralf Dahrendörf.
El resto de los galardonados fueron Al Gore y su fundación en el apartado de Cooperación Internacional, por su labor para combatir los efectos del cambio climático; las revistas Nature y Science, por Comunicación y Humanidades; a los biólogos Ginés Morate y Meter Lawrence, por investigación; y, por último el de los Deportes, al piloto alemán Michael Schumacher, siete veces campeón del mundo de automovilismo.