El Potrillo, Shakira, Joaquín Sabina y Coldplay, entre quienes desdeñan los galardones
Fallas en el sonido durante la entrega de las Lunas del Auditorio
Sorprenden los premios a Zoé, el Vive Latino y el Festival de Jazz de la Ciudad de México
Lo mejor: Ana Ofelia Murguía y Marco Antonio Muñiz
Lo peor: Emmanuel y Miguel Bosé
Ampliar la imagen Manzanero, Susana Zabaleta y Miguel Bosé durante la ceremonia del pasado miércoles Foto: Fernando Aceves
Con toda la parafernalia seudo glamorosa que caracteriza al showbusiness pop y a la hueca y fútil televisión mexicana, se llevó a cabo la noche del miércoles la sexta entrega de las Lunas del Auditorio, preseas otorgadas a “lo mejor del espectáculo en México”. Entre los premios, lejos de los ya previsibles, sorprendieron los entregados a Zoé en la categoría Rock en español; el Festival de Jazz de la Ciudad de México 2006 en el rubro Jazz y blues; el espectáculo De la A a la Z, de Armando Manzanero y Susana Zabaleta, en Balada; el Vive Latino 2006 como Espectáculo alternativo; Slava’s Snowshow por Espectáculo familiar; Jarocho, en Tradición y folclor, y Esquina bajan, en Danza moderna, ejecutada por la Compañía Nacional de Danza, misma que fue igualmente reconocida en el rubro de Ballet por La Bella Durmiente.
Así, mientras una hermosa luna llena brillaba en el cielo, abajo la noche helada era despiadada con cientos de admiradores, arremolinados en las escalinatas del Auditorio Nacional para hacer eco a una “alfombra roja” sobre la cual desfilaron personajes del espectáculo: actrices, actores, cantantes, tanto de Televisa como de Tv Azteca, así como uno que otro del teatro y el cine.
Aunque durante el acto nadie explicó quién da los premios, o en razón de qué se entregan, las Lunas son otorgadas tras una encuesta efectuada por Consulta Mitofsky en distintas ciudades del país, sobre los espectáculos efectuados en la República Mexicana, de abril de 2006 a marzo de 2007; después, los resultados son presentados a un consejo llamado Grupo de Especialistas, el cual emite los votos finales.
La temperatura subió de nivel al iniciar la ceremonia de premiación, no tanto con la presentación insípida de Emmanuel (ya sin voz y cantando La chica de humo), sino con la actuación de Armando Manzanero y Susana Zabaleta; ésta acaloró al cantautor yucateco y a los asistentes con su despechadísimo escote y su planísimo vientre al aire, además de que a media canción ambos jugaron: ella a provocarlo, él a mostrarse tímido y respetuoso. Después, al recibir su respectivo premio, la cantante afirmó tener ante ella al mejor compositor romántico, vivo, de México.
Entre los acordes de la Big Band Jazz de México, los presentadores parecían no tener una línea temática, y sus improvisaciones verbales eran poco afortunadas. Se salvaron en soltura y simpatía Paola Rojas, Raúl Araiza y Patricia Manterola; torpe resultó Saúl Lizaso; sobregirado Juan Manuel Bernal, e insoportable una tal Andrea Noli.
Por otro lado, dada la imposibilidad de asistir por parte de muchos premiados, éstos fueron anunciados mediante videos, lo cual deslució la entrega, pues mínimo hubieran enviado un saludo grabado. Así, entre los ganadores ausentes, estuvieron los ya choteados: Alejandro Fernández, en el género de Música mexicana; Shakira, en Pop en español; Robbie Williams, en Pop en inglés, y Coldplay, en Rock en inglés. Premios absurdos fueron el de Artista relevación para el grupito prefabricado Camila, o el de Música electrónica –en pantallas referido como un “premio a la modernidad del siglo XXI”– para Depeche Mode, como si fuera primicia un estilo que fue innovador… ¡hace 25 años!
Otro ausente, Joaquín Sabina, fue reconocido en el rubro de Música de Iberoamérica para el Mundo; el de Espectáculo clásico fue para Aída, Ópera Monumental en Fuego, y el de Musical Teatral para Hoy no me puedo levantar.
Lo rescatable
Otro punto que hizo poco rico el acto fue que al momento de ganar cada categoría, la obra en cuestión no era presentada en video o en sonido, lo que hacía ver al acto como improvisado y monótono. Algo de antisolemnidad ofrecieron los grupos de rock al recibir sus premios, como Zoé o Ely Guerra (acompañó a Jordi Puig a recibir el premio por el Vive Latino) o Meme del Real, de Café Tacvba, al entregar el mismo. También fueron simpáticos Celso Piña, quien ganó en Ritmos afroamericanos y K-Paz de la Sierra, en Música grupera: ambos enviaron saludos al público más lejano, hasta arriba, donde estaba el verdadero “ambiente”.
En las actuaciones en vivo lo mejor fue lo citado de Manzanero y Zabaleta; Café Tacvba (de los pocos en presentar un tema nuevo); el adelanto del musical de Broadway, El rey león (a estrenarse en enero), en voz de la portentosa Seloane Burkela, y K-Paz de la Sierra, que cerró la noche con dos temas, incluyendo su éxito Mi credo. Fuera de programa, y tras ser reconocido con el Premio a la trayectoria artística, Marco Antonio Muñiz, “el lujo de México”, cantó con su poderosa voz de barítono un medley de Quiero abrazarte tanto y Por amor. Fue el único en ser ovacionado de pie. En tonos similares, el Reconocimiento especial fue otorgado a la extraordinaria actriz Ana Ofelia Murguía, y el de Una vida en el escenario al actor y bailarín Sergio Corona.
También en vivo, Aleks Syntek no estuvo tan mal, ahora con una propuesta “bohemia-tropical”, tocando el contrabajo, apoyado detrás por acordeón, teclados y cuerdas. La cantautora española Rossana fue la única en interactuar con el público, al desfilar por entre las butacas hasta hacer bailar al respetable. Filippa Giordano aburrió con su voz de dizque soprano, de técnica regular, engatusadora de incautos; Miguel Bosé, aunque recibió la mayor cantidad de alaridos, se mostró cansado y casi ridículo, cantando Amante bandido, de hace casi 20 años. De igual modo, nadie explicó la inasistencia de Gloria Stefan, prevista en el programa.
Otra de las grandes fallas fue la sonorización musical, llena de agudos e invariablemente con el volumen de las voces cantantes muy abajo... En balance, es irónico que un festival que pretende premiar a lo mejor del espectáculo resulte ser un espectáculo tan deficiente.