Aprueba modificaciones a 69 artículos; se sientan las bases para una economía socialista
Luz verde del Congreso venezolano a la reforma constitucional de Chávez
Concluye el tercer debate entre aplausos al grito de “no volverán”, dirigido a la derecha
Ampliar la imagen Aplausos en la Asamblea Nacional de Venezuela donde ayer los diputados aprobaron por mayoría el paquete de reformas a la Constitución enviado por el presidente Hugo Chávez Foto: Reuters
Caracas, 25 de octubre. La Asamblea Nacional de Venezuela aprobó el proyecto de reforma constitucional planteado por el presidente Hugo Chávez, que sienta las bases para una economía socialista y amplía las facultades del gobernante, el cual será sometido a una consulta popular para su aprobación o rechazo.
El proyecto original de reformas del mandatario era de 33 artículos, que los diputados ampliaron a 69 de un total de 350 de la Carta Magna, cuyo tercer debate concluyó esta madrugada entre aplausos de la aplastante mayoría de las bancadas que integran el oficialismo al grito de “no volverán”, en alusión a la derecha.
En esta jornada se aprobó el polémico artículo en el cual se suprime la libertad de información cuando se decreten los estados de emergencia, que se declararían en casos de una crisis financiera, conmociones sociales, desastres naturales o sediciones.
La presidenta de la Asamblea, Cilia Flores, justificó que la controvertida enmienda es “la garantía de que más nunca habrá un sector que utilizando los medios de comunicación social atente contra la democracia y el pueblo venezolanos”, en referencia al periodo de inestabilidad previo al efímero golpe de abril de 2002.
En contraposición, los diputados dieron marcha atrás en el proyecto que buscaba limitar las garantías al derecho del debido proceso judicial, a la defensa, a no ser condenado a penas de más de 30 años y a la integridad personal durante los estados de emergencia. Pero la norma establece que no habrá límite de tiempo una vez decretado el estado de emergencia.
La reforma constitucional será sancionada por la cámara con la lectura de todos los artículos la próxima semana y luego enviada al Consejo Nacional Electoral (CNE), con la finalidad de que fije la fecha del referéndum en el lapso de un mes. Se prevé que la consulta en las urnas tenga lugar el 2 de diciembre.
El proyecto de reforma incluye normas como la relección presidencial continua, con periodos de siete años, el cambio de nombre de la fuerza armada a cuerpo “patriótico bolivariano y antiimperialista”, la eliminación de la autonomía del Banco Central, y la reducción de la jornada laboral a seis horas diarias.
En sesiones anteriores del Parlamento se estableció además que el presidente podrá nombrar vicepresidentes para gobernar nuevas regiones, que podrá crear por decreto, así como nuevas provincias y darle estatuto federal a ciudades.
Asimismo, en la reforma se impulsan nuevas formas de propiedad social con miras a ir delineando las bases para un sistema socialista, en el contexto de una política de mayor redistribución económica. La diputada Flores señaló que “el modelo capitalista excluyó a las mayorías del acceso a la propiedad”.
Flores también aprovechó para fustigar a la jerarquía católica, debido a que emitió un documento de rechazo a la reforma por considerarla “moralmente inaceptable”. Aseveró que ellos “son unos inmorales” porque avalaron el golpe de Estado contra el presidente Chávez de 2002, que se derogara la Constitución y que ahora están pidiendo que se convoque a una Constituyente.
En las calles hubo algunas protestas de estudiantes contra la reforma, mientras que en el Congreso la enmienda fue aprobada por 161 de los 167 diputados. Es decir, sólo se pronunciaron en contra los seis legisladores de la fracción Podemos, un partido de izquierda moderada que dio a Chávez 10 por ciento de los votos en las elecciones de diciembre pasado, y que considera se le otorgan demasiadas atribuciones al presidente con esta reforma.
En tanto, Chávez afirmó que su par estadunidense, George W. Bush, “está al borde del manicomio” por sus amenazas de desatar una tercera guerra mundial con armas atómicas, al comentar su proyecto de escudo antimisiles en Europa frente a supuestas armas nucleares de Irán.