Un pedazo del Muro
Cada vez parece más difícil ubicar las posiciones en el espectro político. Después que cayera el Muro de Berlín la derecha resultó fortalecida y ahora se presenta con nuevo ropaje. Aliadas, las elites empresariales, políticas y eclesiales hoy imponen un modelo económico neoliberal y colocan los tratados internacionales de la Organización de Naciones Unidas como su blanco de ataque, porque son la fuente de los derechos humanos. Ello les permite sostener el actual desorden planetario y propiciar el crecimiento de la pobreza, la discriminación, la injusticia.
En posición opuesta, los derechos humanos, elaborados hace más de dos siglos con base en la dignidad de la gente frente a los excesos de los estados y de los poderes fácticos, representan una de las más nobles creaciones de la humanidad. Su agenda centrada en la igualdad de los seres humanos se internacionalizó a partir de la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948.
Las constituciones son como un espejo que los proyecta y los refleja, así en doble sentido, a veces adelantándose, a veces dificultando su ejercicio. Por eso es tan relevante el proceso de reforma a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que lleva a cabo el Congreso, pues es la oportunidad de hacer una reforma constitucional integral a la de 1917, en vez de parchar ese documento que modernizó el sistema jurídico interno hace ya casi 100 años.
Convocado por la oficina de México del Alto Comisionado de Naciones Unidas, un grupo de organizaciones de la sociedad civil y de especialistas destacados por su trayectoria, visibilidad política y prestigio en los campos de la defensa de los derechos humanos, de las mujeres, desarrollo y medio ambiente, presentaron el pasado 17 de octubre pasado una propuesta de reforma constitucional en materia de derechos humanos.
Aquí van mis principales impresiones sobre un documento amplio y realmente valioso.
La propuesta busca introducir plenamente el concepto de derechos humanos en la Constitución Mexicana, garantizar su más alta jerarquía dentro del orden jurídico, introducir derechos colectivos y algunos individuales, que aún no están reconocidos, así como reforzar los mecanismos para su protección. Para situar a la Carta Magna en plena armonía con los estándares internacionales toma la perspectiva de género como eje transversal y es vanguardista, sobre todo al reconocer principalmente los derechos humanos de las mujeres, niñas, niños y adolescentes, e introducir los derechos sexuales y reproductivos. Asimismo se plantea incorporar en el primer artículo constitucional la igualdad ante la ley por género y por preferencias u orientaciones sexuales.
En el segundo constitucional se propone reconocer los derechos humanos que protegen la dignidad de la persona, tales como el derecho a la vida, la prohibición de la pena de muerte y las ejecuciones arbitrarias, el derecho a la integridad personal, a la autonomía reproductiva, a la libertad sexual y a una vida libre de violencia tanto en el ámbito público como el privado.
El nuevo articulado sobre el derecho a la autonomía reproductiva se argumenta como pilar de la autonomía de las mujeres: “Toda persona tiene derecho a la autonomía reproductiva y a decidir de manera libre, responsable e informada sobre el número y espaciamiento de sus hijas e hijos. Las mujeres tienen el derecho a la maternidad libre y voluntaria. Las personas tendrán el derecho a beneficiarse del progreso científico y tecnológico en la materia (…) Toda persona tiene derecho a ejercer su sexualidad de manera libre y en condiciones de igualdad”.
Entre muchos otros elementos, se incorpora el derecho económico al trabajo, la protección al desempleo y garantizar la igualdad de derechos laborales a las mujeres. Busca también reconocer constitucionalmente la laicidad del Estado, reformar el artículo 40: “Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, laica y federal compuesta de estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior, pero unidos en una Federación establecida según los principios de esta ley fundamental”.
Señores y señoras del Congreso: los y las mexicanas merecemos una Constitución que se ajuste a las necesidades contemporáneas y que se convierta en el marco en que se defienda la igualdad de las personas frente al modelo vertical y único que impone la derecha nacional e internacional. Pareciera que un pedazo del Muro de Berlín también provocó a la resistencia y la movilización a favor de los pueblos. Hoy ser de izquierda es luchar por la exigibilidad de los derechos humanos, único resquicio institucional que permite defenderse de la desigualdad económica, social, cultural.