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La mujer de la luna llena
Cheryl Savageau
Luna llena después del solsticio
Yaces a tu lado esta noche extendiendo tu cuerpo oscuro más allá de lo visible y la Tierra, sólo ella en un lecho de planetas gira hacia ti, y tú desnudas tus pechos para la noche invernal.
Mira, dice mi compañero, un anillo alrededor de la luna.
Pero jamás un anillo lunar llenó como éste mis ojos de uno a otro horizonte. Aprieto el rostro contra la noche y ensortijo en mis dedos las nubes mientras aspiro el frío cielo de invierno y envuelvo mis labios en torno a la luna. Paladeo un dulzor de estrellas que giran volando y centellean en mis dientes. Pronto galaxias enteras me invaden garganta abajo hasta que la noche toda se arremolina y pulsa dentro de mí y me echo atrás satisfecha y sonrío gracias, Mamá.
Son cristales de hielo, explica él. Sí, digo yo
y me lamo las estrellas de los labios |
Conozco la sensación
Conozco la sensación de sus manos en mí sus caricias cuando me hojea por dentro me parte los miembros me trueca y desparrama como un abanico, sus agudos sentidos atajan mi más mínima oportunidad el menor de mis trucos posibles. Persigue al gatito elige cuidadosamente hasta que al fin todo embona y con un gruñido de satisfacción se sale de mí.
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Ella sueña
Toda la noche ella sueña una pantera, un oso blanco, un alce mojado. Cuando despierta cabalga en el lomo de una tortuga. Puede sentir el pesado movimiento dentro de ella. Aquí puede hablarle al fuego, a la piedra, y la gente adopta formas distintas. Sabe que un día sus caderas crecerán como calabazas, yacerá en la tierra y le florecerán vides en los brazos, y almendras de leche en las orejas del maizal de sus tetas contra el cielo. En tanto hay un andar en equilibrio, pensamiento claro y canción que brotan de sus caderas como humo, como rocío, como nubes de bienvenida, como alguna planta verde y hermosa. |
Cheryl Savageau: narradora oral y escritora abenaki,
descendiente de un pueblo que floreció en lo que hoy son Nueva Inglaterra,
Vermont y el sureste de Canadá. Como a tantas naciones originarias,
la invasión europea y las enfermedades diezmaron la población
de los abenaki, quienes comparten la lengua algonquina. Su mestizaje incluyó
a otros pueblos del norte, así como a colonos francocanadienses;
es el caso de Savageau (1950), autora de tres poemarios: Mother/Land,
Home Country y Dirt Road Home. Estos poemas proceden del último,
publicado por Curbstone Press, Connecticut, 1995.
Traducción del inglés: HB |