Ojarasca 126  octubre 2007

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vanessa    (13)

La mujer de la luna llena

Cheryl Savageau


Luna llena después del solsticio
 
 

Yaces a tu lado esta noche

extendiendo tu cuerpo oscuro

más allá de lo visible

y la Tierra, sólo ella

en un lecho de planetas

gira hacia ti,

y tú desnudas tus pechos

para la noche invernal.
 
 

Mira, dice mi compañero,

un anillo alrededor de la luna.
 
 

Pero jamás un anillo lunar

llenó como éste mis ojos

de uno a otro horizonte.

Aprieto el rostro contra la noche

y ensortijo en mis dedos

las nubes

mientras aspiro el frío cielo de invierno

y envuelvo mis labios en torno a la luna.

Paladeo un dulzor de estrellas

que giran volando

y centellean en mis dientes.

Pronto galaxias enteras

me invaden garganta abajo

hasta que la noche toda

se arremolina y pulsa dentro de mí

y me echo atrás

satisfecha y sonrío

gracias, Mamá.
 
 

Son cristales de hielo, explica él.

Sí, digo yo
 
 

y me lamo las estrellas de los labios

Conozco la sensación
 
 

Conozco la sensación

de sus manos en mí

sus caricias

cuando me hojea por dentro

me parte los miembros

me trueca y desparrama

como un abanico,

sus agudos sentidos

atajan mi más mínima oportunidad

el menor de mis trucos posibles.

Persigue al gatito

elige cuidadosamente

hasta que al fin

todo embona

y con un gruñido de satisfacción

se sale de mí.
 

Ella sueña
 
 

Toda la noche ella sueña

una pantera, un oso blanco,

un alce mojado.

Cuando despierta

cabalga en el lomo de una tortuga.

Puede sentir el pesado

movimiento dentro de ella.

Aquí puede hablarle al fuego,

a la piedra, y la gente adopta

formas distintas.

Sabe que un día

sus caderas crecerán

como calabazas,

yacerá en la tierra

y le florecerán vides

en los brazos,

y almendras de leche

en las orejas del maizal de sus tetas

contra el cielo.

En tanto

hay un andar en equilibrio,

pensamiento claro

y canción

que brotan de sus caderas

como humo, como rocío,

como nubes de bienvenida,

como alguna planta verde y hermosa.


 
Cheryl Savageau: narradora oral y escritora abenaki, descendiente de un pueblo que floreció en lo que hoy son Nueva Inglaterra, Vermont y el sureste de Canadá. Como a tantas naciones originarias, la invasión europea y las enfermedades diezmaron la población de los abenaki, quienes comparten la lengua algonquina. Su mestizaje incluyó a otros pueblos del norte, así como a colonos francocanadienses; es el caso de Savageau (1950), autora de tres poemarios: Mother/Land, Home Country y Dirt Road Home. Estos poemas proceden del último, publicado por Curbstone Press, Connecticut, 1995.

Traducción del inglés: HB


 


FOTOS: VANESSA GARCIA BLANCA
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