Convivencia y reflexión en la tribu mayo-yoreme
De los malos gobiernos
y los mexicanos verdaderos
Alfredo Ozuna
Maloca de gringos, acción de blancos efectuada en territorio de indios, maquinaria del sufragio en país mexicano, un instrumento político para mantener el dominio de una clase sobre la otra. La clase que tiene el dominio o superioridad económica, el dueño de los medios de producción que se sirve del Estado como de un poderoso instrumento que somete a los oprimidos y explotados, se manifiesta aquí con un carácter de clase muy acusado, siendo la parte más importante de la superestructura que se erige sobre la base económica de una sociedad dada, preparando todas las condiciones que fomentan y protegen su soberbia "autonomía". Si traían el progreso, también traían la destrucción y la muerte. "La disposición" se saltó --al término de un largo y complejísimo desarrollo selectivo-- a una sociedad dividida en clases patriarcales, con Estado y normas jurídicas.
Cuando es más corrupto el Estado hay más
leyes. Por un puño de plata desatiende al pueblo, y les deja sus
almas en el sepulcro permitiendo que su nombre vea la corrupción.
Al final, todos los partidos políticos devoran
sus propias mentiras: de su apetito guiado, por no consultar al juicio,
así vuela al precipicio el hombre desenfrenado.
En la historia de la bandera que ondea al viento, no es el viento ni es la bandera lo que se mueve: es la mente codiciosa de "la disposición" europea. Son ellos quienes pintaron la hilacha y se escudaron con ella para dirigirse a los mexicanos. Con los tres colores que estamparon en la hilacha se simbolizaron patriotas nacionales, que hablan de los días que marcó "la disposición", como en el himno nacional, lo que lo acerca más a ese lienzo tricolor pintado con la pintura de la religión con la que tapa el látigo del tirano, regocijándose en la conquista, subyugado en el crimen, aplicando la ley del embudo "todo para mí", mientras habla estérilmente y gira la mentira que nada afirma, que nos ha dejado torcido el pensamiento; enfermos y hambrientos.
La bandera con la que se abandera el círculo que limita la razón y la existencia planetaria del hombre, sale del alma de lo invisible y a lo invisible regresa; sale su inteligencia de la ignorancia y a ella retorna después de andar por la sabiduría. Cuanto más se engrandece, más echa de ver su pequeñez; cuanto más se aleja de sí mismo en busca de la verdad y de la dicha, menos puede encontrarla; cuanto más tiempo domina, más crece el tiempo; cuanto más aumenta su visión, más se agranda el espacio.
¿Cuál de los deseos y de las ambiciones
terrenales, cuál de los goces y de los cambios que anhelas escaparán
a la fatalidad del círculo? La voluntad alejándose de la
virtud y describiendo una circunferencia, no volverá a la virtud.
¿Cuál de su alma en círculo de pena volverá
a la verdad y al bien? ¿Quién es el insensato que no siente
una fuerza irresistible que lo conduce por el círculo del dolor,
del arrepentimiento y de la encomienda, al punto aquel donde empezó
su extravío? Como la paloma que se remonta a cierta altura y vuela
en sucesivos círculos, así también en sucesivas vidas
y deseos vuela el espíritu del hombre.
¿Qué podemos hacer nosotros?, ¿discutir sobre del viento y el ondear de una bandera?.. por amor al creador, dejen de ser filósofos pretenciosos, al menos mientras haya dolor y muerte a la puerta de nuestras casas --que el pueblo soporta tanta tiranía. Como pasión, la verdadera filosofía no se aparta de la naturaleza, la verdadera religión no se desentiende de esta vida, de aquellos bienes tras de los que vamos los humanos. Desde que caminamos sobre la tierra consideremos nuestros pies y dónde pisamos; nuestras manos y nuestros brazos que los sostienen; nuestro vientre y las funciones que realiza, nuestro cuerpo entero como la inseparable condición de nuestro ser actual.
Los sabios y los héroes de la historia están desapareciendo de nosotros. Y la historia relata menos los incidentes cada día, pero el tiempo y la distancia no tienen poder sobre su nombre. Toda su gloria y belleza es interna; ahí ellos se deleitan en permanecer, sus visitas son frecuentes, sus conversaciones son dulces, su sostén es refrescante, y la paz de su espíritu supera todo entendimiento, sin murallas ni recodos.
Entre más digamos menos escuchará la gente. En pocas palabras hay gran provecho. Muchas palabras nos dan prueba del gobierno, que no ha de hablar sino cuando la necesidad demanda, y las palabras han de ser medidas y correspondientes a la necesidad. Pero la manía de hablar siempre y sobre toda clase de asuntos es una prueba de mala conducta, y uno de los grandes azotes del trato humano. En este mundo lo único seguro es la muerte y los impuestos y sin embargo se mueve.
Las palabras del bien hablan por bien y por esto las palabras
nos seguirán como los perros fieles que siguen a sus amos; nos seguirán
hasta que las recibamos en nuestro cerebro y les confiemos nuestra guardia:
que velaran por nuestra dicha ahuyentando a nuestros peores enemigos y
se echaran dócilmente en el origen de la vida y de nuestra paz.