Juntas de Buen Gobierno Zapatistas
El sentido de unidad y lucha colectiva
Gloria Muñoz Ramírez. La Realidad, Chiapas. Aunque la sombra de la represión acecha todos los días, los pueblos indígenas zapatistas se concentran en defender su tierra y en construir una vida en la que prevalezca el sentido de la colectividad, la reivindicación de los usos y costumbres "que sirven" y el desecho paulatino de las prácticas "que no sirven". Al mismo tiempo que rescatan los saberes tradicionales en salud y educación, que cuidan y defienden la naturaleza y que implementan, basados en su historia, una práctica de gobierno enmarcada en el principio de mandar obedeciendo, enfrentan entre otros el desafío de que la mujer, excluida y maltratada dentro de las propias comunidades, "ya no sólo eche tortillas en el comal, sino que participe, tenga derechos y sea respetada".
En territorio zapatista la mujer ha ganado espacios, a su ritmo y de acuerdo a las necesidades que se han ido presentando, tanto en la vida cotidiana de su comunidad como en la estructura de la organización. Quizás éste es el momento de mayor conciencia (en hombres y mujeres) de esta lucha que se libra de manera interna. Se dan pasos paulatinos y verdaderos y, sobre todo, se tiene mayor claridad del camino que falta por recorrer. En eso trabajan.
Hay nuevas generaciones de zapatistas y hacia ellos y ellas se dirige ahora el discurso y la práctica. En los "jóvenes y jóvenas", dicen ellos, está el seguimiento de la lucha y el cambio. En septiembre pasado, la segunda administración de la junta de buen gobierno con sede en La Realidad, rindió su primer informe de gobierno (la anterior junta cumplió su periodo de tres años). En el acto se puso especial atención a la educación y a la formación de los nuevos zapatistas.
"Les pedimos a todos los padres y madres de familia que la educación de nuestros hijos y nuestras hijas tiene que empezar en casa, darles a entender el sentido revolucionario que en estos nuevos tiempos se necesita para que estemos preparados en el momento que se necesite y no quedemos fuera de esta gran historia que juntos estamos construyendo, tanto hombres como mujeres, jóvenes, niños y niñas. Son tiempos de mucha confusión para todo el mundo, porque saben muy bien los grandes poderosos del dinero que es tiempo de los más sencillos, humildes y explotados --o sea, los pueblos indígenas. Nuestros abuelos y abuelas mayas, los primeros, han dejado su palabra sencilla para los pueblos indígenas: que nos preparemos para que no nos agarren dormidos estos cambios que se iniciaron desde 1994. Durante estos 13 años hemos estado en un proceso de concientizarnos en nosotros mismos y en la humanidad", señalaron las autoridades autónomas.
El sentido de unidad y de lucha colectiva estuvo también presente en este informe de gobierno, tan distinto y tan distante de los solemnes y vacíos actos de gobiernos oficiales. "Tenemos que unirnos, hacer conciencia, entender que son nuevos tiempos, nuestro tiempo, y que se requiere de la responsabilidad de cada uno, de cada una, hombre, mujer, joven, jóvena, niño, niña, en fin, todos los que tenemos que ver por la humanidad".
El caracol de La Realidad se llenó de comisiones de todos los pueblos de la zona. En camiones fueron llegando decenas de niños acompañados de sus promotores de educación. Iban por primera vez sin sus padres, como si de una excursión se tratara. "Esperamos" --dijeron los representantes autónomos-- "que esto ayude y anime a los demás promotores que no están trabajando en su pueblo, para que hagan el esfuerzo junto a su pueblo de hacer buenos acuerdos para la enseñanza de los niños que tanto lo necesitan".
En la educación autónoma se cifran muchas de las esperanzas de estos pueblos. Es en la casa y en las escuelas donde se refuerza el ser indígena, el orgullo de su lengua y el amor y respeto por la tierra. Y es también en estos espacios donde, desde la infancia, se involucran con las tareas de la autonomía, pues esta generación no conoce otra forma de vida.
En la zona selva fronteriza, con sede en el caracol "Madre de los caracoles del mar de nuestros sueños", se trabaja la educación autónoma en los cuatro municipios que la conforman. En 152 pueblos se organizan 104 promotores y promotoras de educación, quienes atienden a 1 802 niños y niñas. Pero no es con cifras con las que se miden los avances, lo irreversible del cambio y los retos que se enfrentan.
El desafío es cotidiano. ¿Cómo parar la salida de jóvenes zapatistas a Estados Unidos o a Cancún para buscar trabajo? ¿Cómo lograr la interiorización de la igualdad de género en las comunidades, empezando por las propias mujeres? ¿Cómo concientizar al total de las comunidades sobre la necesidad de que se involucren en la educación autónoma? Las preguntas son mil y las respuestas se van buscando en el camino y en colectivo.
Cuando se habla de educación en estas comunidades no sólo se habla de promotores y escuelas, sino de un proceso que involucra todo el tejido comunitario. Hay trabajo municipal y de zona que requiere del esfuerzo de todos los pueblos. Un ejemplo claro de esto es la renovación del Centro de Formación de Promotores. Los trabajos para terminar los dormitorios, las aulas y la construcción del comedor, comenzaron el pasado 24 de enero: "Nos pusimos de acuerdo con los pueblos para organizarnos de cómo van a apoyar".
El municipio General Emiliano Zapata aportó 64 trabajadores y 6 cocineras; Libertad de los Pueblos Mayas, 81 trabajadores y 6 cocineras; San Pedro de Michoacán, 64 trabajadores y 12 cocineras; y Tierra y Libertad apoyó con 100 trabajadores y 9 cocineras. La cotidianidad de la autonomía es un círculo interminable.
Nuevas tareas se van sumando, junto a nuevos problemas y cargas de trabajo. "Ser zapatista no es fácil, hay un chingo de trabajo, pero lo vale", dice Manuel, en medio del baile que celebra el cuarto año del gobierno autónomo.
Otras áreas de trabajo que ejemplifican el esfuerzo de organización que significa la construcción de la autonomía son la salud, los conflictos agrarios, las cooperativas, los proyectos agroecológicos, el transporte y la comunicación, entre muchas otras tareas de las cuales también se rindieron cuentas.
El primer informe de la segunda junta de buen gobierno Hacia la Esperanza, fue forma y contenido. Dejó ver una práctica en la que el gobierno rinde cuentas y el pueblo escucha y tiene el derecho a preguntar hasta que las cosas le queden bien claras.
Aquí, además, existe el ingrediente particular
de que el Comité Clandestino Revolucionario Indígena (integrado
por comandantes y comandantas de la zona), también actúa
como vigilante y, en ese papel, escucha y lanza preguntas a las autoridades
autónomas, observa sus pasos y cuida que no se desvíen del
camino. A cuatro años de la creación de las juntas de buen
gobierno, cada uno va tomando su lugar en una estructura que contempla
el gobierno civil y la estructura político-militar, juntas pero
no revueltas.