En los bailes se difuminan las líneas que definen hogar y extranjero, señala
Sonideros mexicanos crean comunidad transfronteriza virtual en EU: Ragland
“Conforme crece la población migrante van apareciendo redes sociales alternativas”
Viaje a través de la pachanga, define la etnomusicóloga en el foro Transitio_Mx
Los mexicanos en Estados Unidos, muchos ya establecidos del otro lado, regresan a nuestro país cada fin de semana.
El sonidero los transporta de vuelta al pueblo de donde partieron. Incluso jóvenes que ya nacieron del otro lado viajan a través de la pachanga al terruño de sus padres.
Así lo contó en plática con La Jornada la etnomusicóloga estadunidense Catherine Ragland, de la Universidad Estatal de Nueva York, invitada a participar en la sección Comunidades Trasnacionales, en el contexto de Transitio_Mx, festival internacional de artes electrónicas y video.
Pero no sólo regresan, por una noche, al lugar de origen gracias a la música, el baile y el entorno, sino también porque de cierta manera la comunidad vuelve a estar unida: en un baile en Nueva Jersey, lanzan, por medio del sonidero, saludos a la tía Juana en Cholula o mandan un mensaje al compadre en Atlixco.
La primera vez que Ragland presenció esto, pensó: están locos los mexicanos, están hable y hable encima de la música y además mandan mensajes a gente que no está. Luego vio que al final del set reproducían (en aquel entonces en casetes, ahora en cd y dvd del baile) y vendían lo que acababa de pasar para ser enviado a familiares o subido a Internet. Así, poco tiempo después, la fiesta podría ser vista en algún poblado mexicano. Y al compadre le llegarían los saludos.
“Los que asisten a los bailes son capaces de imaginar la presencia de los ausentes físicamente. Pueden hablar con ellos y traerlos al espacio público local”, escribió Ragland en la ponencia que presentó en la mesa redonda.
O sea que los sonideros han llegado a ser algo así como los teletransportadores de millones de mexicanos y han creado comunidad.
Por tanto, con mayor frecuencia los invitan desde Nueva York, Nueva Jersey, Chicago, Los Ángeles, a amenizar bailes. Y, también se incrementa el número de estos creados del otro lado, algunas veces con los mismos nombres de los célebres de México, como Cóndor, explicó a La Jornada Carmen Jara, una de las principales promotoras de los sonideros (www.carmenjarasonideros.com), también invitada a participar en la mesa redonda Redes sonideras/ Pachanga trasnacional, dentro de la sección Comunidades Trasnacionales, que se llevó a cabo este viernes en el Centro Nacional de las Artes (CNA).
Fraternidad musical
Participó también Roberto Martínez, presidente de la Fraternidad Universal de Sonideros, que reúne, desde 1999, a sonideros de distintas partes del país y recientemente de Estados Unidos. Martínez estuvo encargado de coordinar a los sonideros que participaron en la fiesta de clausura de Transitio_Mx, el sábado, en un patio del CNA.
Ese mismo día, en el Centro Cultural Lagunilla Tepito, se realizó un taller con más de 20 sonideros mexicanos, impartido por el artista visual Peter Lasch, profesor de la Universidad de Duke y coordinador de la sección Comunidades Trasnacionales, de Transitio_Mx.
Trastornar cumbias y fronteras
En la ponencia que presentó Catherine Ragland, escribió: “En los bailes, el sonidero, junto con los que asisten al baile, crean una poderosa experiencia transnacional musical y social (…) difuminando las fronteras que alguna vez definieron ‘el hogar’ y ‘el extranjero’.”
Y afirmó: “Conforme crece la comunidad (que proviene de México) van apareciendo redes sociales alternativas”.
Un ejemplo de estas redes son los bailes con sonideros. Los asistentes “comparten, con el sonidero, la creación de esta esfera pública de la diáspora”.
Cada fin de semana, en Nueva York y Nueva Jersey se llevan a cabo bailes con sonidero, a los cuales sigue asistiendo una mayoría de hombres. “Tal vez vivan 10 en un departamento, tal vez envíen una enorme proporción de lo ganado a México, pero pagan 50 dólares por ir al baile”, contó Ragland. “El sonidero comprende que es una especie de dj único en su tipo: un entretenedor y, a la vez, un vehículo de comunicación entre partes distantes y que tiene poder (trae lo último en cumbias del hogar)”, siguió.
Los bailes poblanos también son grabados y enviados a Estados Unidos. A veces la pachanga la paga alguna organización social de mexicanos en Nueva York: “Los mexicanos que viven en Estados Unidos pueden participar simplemente haciendo posible el festejo.
“Así como los cd y dvd viajan entre uno y otro lados de la frontera, también lo hacen muchos de los mejores sonideros radicados en Nueva York, Nueva Jersey y Puebla. En años recientes, estos viajes se han vuelto más frecuentes y necesarios debido a que los bailes se han vuelto más populares en Puebla y en la región de Nueva York y Nueva Jersey”, contó.
Las cumbias de los sonideros no son las típicas de la radio comercial mexicana o estadunidense. La mayoría son grabaciones de grupos locales desconocidos, realizadas en estudios caseros en Puebla, lo cual hace que la experiencia sea aún más específica geográficamente.
Desplazamiento y marginalidad
En suma, afirmó Ragland, esta experiencia puede ejemplificar “el concepto de fronteras que se mueven o que se expanden y el ‘nuevo espacio’ del hogar migratorio”.
Juntos, los presentes y el sonidero “no sólo trastornan las cumbias (por encimar la voz y mezclar), sino también las fronteras, el desplazamiento y la marginalidad, y evitan entrar en la economía política dominante de la música y de los mercados globales, todo con tal de que esta comunidad cree sus propios actos expresivos afines a sus sensibilidades, deseos y experiencias”, concluyó.
La sección Comunidades Transnacionales fue coorganizado por Transitio_Mx, la Fundación Cultural México-Estados Unidos y la Fundación BBVA Bancomer.