Se encuentran saturadas áreas de cuidados, afirma el director de la institución
Delegación Miguel Hidalgo frenó obra vital en el Instituto de Perinatología
Se cumplen requisitos para construcción de edificio de atención a neonatos, asegura
Ampliar la imagen Unidad de cuidados intensivos neonatales del Instituto Nacional de Perinatología, cuya capacidad de atención está rebasada desde hace años, según admitió el director del hospital, Gregorio Pérez Palacios (en la imagen) Foto: Francisco Olvera
Apenas 75 centímetros es la distancia existente entre las cunas de la unidad de cuidados intermedios del recién nacido (Uciren) en el Instituto Nacional de Perinatología (Inper), pese a que las normas internacionales señalan que debe haber al menos dos metros de separación con el fin de garantizar condiciones mínimas de seguridad para los pacientes y prevención de infecciones intrahospitalarias.
La capacidad de atención de esta área está rebasada desde hace años, reconoció el director del instituto, Gregorio Pérez Palacios, y agregó que este déficit forma parte de una larga cadena que se inicia desde el quirófano o la sala de expulsión, donde las mujeres dan a luz a bebés que presentan complicaciones, con nacimientos pretérmino, insuficiencia respiratoria o males congénitos.
Por eso se decidió realizar una remodelación y ampliar el espacio físico del hospital con un nuevo edificio de dos niveles, donde se reubicarían la unidad de cuidados intensivos neonatales (UCIN) y la Uciren. La obra se inició formalmente a mediados de este año, pero el 6 de julio la delegación Miguel Hidalgo determinó la suspensión provisional, y el 18 de septiembre la clausuró, con el argumento de que el Inper no había presentado el certificado de impacto urbano. Pérez Palacios aseguró que el trámite se realizó desde agosto de 2006.
Explicó que la obra cumple con todos los requisitos legales y dispone de los recursos financieros suficientes para su conclusión, e incluso para el equipo nuevo, el cual ya fue adquirido. Destacó que con la entrada en operación del Seguro Popular y la incorporación de la atención de las complicaciones del neonato al fondo de gastos catastróficos, el Inper justificó plenamente la necesidad de la ampliación de las unidades mencionadas.
Dicha construcción no significa que aumentará el número de usuarios. Es sólo “que atenderemos mejor a los que ya tenemos y cumpliremos con los requerimientos sanitarios de seguridad”. En las condiciones actuales, “estamos en el límite” de lo permitido en cuanto a prevalencia de infecciones intrahospitalarias, apuntó.
De por sí en el Inper son comunes las enfermedades del recién nacido, debido a que la mayoría de las gestantes enfrentan embarazos de alto riesgo y grandes posibilidades de dar a luz a niños con complicaciones. En este hospital de alta especialidad y centro de referencia son atendidos entre 6 mil 500 y 7 mil embarazos y partos por año, y también es frecuente que las mamás sean dadas de alta pocos días después de dar a luz, pero los neonatos deben quedar hospitalizados hasta dos meses.
Son bebés que pueden tener peso menor a un kilogramo, que no respiran por sí solos o presentan alguna malformación que compromete su vida, por lo que requieren cuidados intensivos especiales.
Así, puede haber camas disponibles para las mamás, pero saturación de la UCIN y la Uciren. “Estamos imposibilitados para recibir más mujeres, sobre todo si detectamos que pueden tener un producto que requerirá de atención médica y equipo de soporte especial”, apuntó Pérez Palacios.
La UCIN tiene capacidad para atender sólo a 16 recién nacidos, que llegan en las condiciones más críticas y requieren desde un ventilador hasta monitor de signos vitales o bombas de infusión. En esta área la separación entre cada incubadora sí cumple con los lineamientos internacionales y existen aproximadamente tres metros de separación entre cada una.
No puede ser de otra manera, afirmó Silvia Romero, jefa de terapia intermedia, porque sólo la cuna y los equipos descritos ocupan más de un metro cuadrado; además debe haber espacio suficiente para que ahí mismo se realicen los procedimientos quirúrgicos correctivos que requieran los pacientes.
“Aunque quisiéramos, no podemos meter más incubadoras”, indicó la especialista, y comentó que continuamente los bebés en estado crítico que ya no alcanzan espacio en la UCIN tienen que ubicarse en la Uciren durante horas o días, hasta que alguna incubadora se desocupa. En la Uciren existen 45 cunas que no cumplen con los requerimientos de espacio físico.
En otros casos, los bebés permanecen en el área tocoquirúrgica, pues ante la alta demanda, la dirección del Inper también decidió acondicionar un espacio ahí para colocar algunas incubadoras.
Así, como han podido, médicos y directivos del instituto han resuelto en los últimos años las necesidades de espacio físico para atender una demanda creciente.
Silvia Romero recordó que en 2000 ingresaban a las áreas de cuidados intensivos 250 bebés; actualmente la cifra ha crecido hasta 400 por año, los cuales representan 25 por ciento del total de embarazos que son atendidos en el Inper.