Un Réquiem alemán
El nuevo disco de sir Simon Rattle es un homenaje a la vida: Un Réquiem alemán, con la mejor orquesta del planeta: la Filarmónica de Berlín (EMI Classics), con el Rundfunkchor de Berlín, la soprano Dorotea Röschmann y el barítono Thomas Quasthoff. A diferencia de los diferentes Réquiem en el repertorio sinfónico coral, el de Brahms posee, además del encanto indescriptible de su música, un mensaje verosímil en cuanto a su intención espiritual.
En primer lugar no es una música para los muertos, como los otros Réquiem, sino para los vivos, una forma de consuelo para los sobrevivientes, una manera sublime de duelo, una forma positiva que mira hacia la vida. Su secreto: esta partitura monumental apela y contiene la condición humana. Dijo Brahms a Kart Reinthaler, el director del coro con el cual estrenó esta obra: “Me gustaría trasladar una palabra del título de esta obra: más que Un Réquiem alemán, es un Réquiem humano”. Siguiendo el modelo de Henrich Schütz, quien tituló en 1636 su obra en este sentido Musikalische Eequiem (Una exequia musical), Brahms utilizó la lengua alemana en lugar del latín tradicional usado por casi todos los compositores que han escrito un Réquiem. Su punto de acercamiento no es el de rendir música para servicios religiosos, sino aportar una suma de reflexiones en el devenir humano, en particular del tránsito hacia la muerte.
El resultado es una inmersión profunda en el espíritu humano. Una partitura de descomunal belleza. Humana, profundamente humana.