Usted está aquí: viernes 19 de octubre de 2007 Sociedad y Justicia Grave error, aplicar un plan piloto de créditos para educación superior: UdeG

BM y OCDE no toman en cuenta que en el país hay 40 millones en pobreza extrema

Grave error, aplicar un plan piloto de créditos para educación superior: UdeG

La propuesta presupuestal para el sector no refleja el discurso oficial de que es prioridad

Laura Poy y La Jornada Jalisco (Enviada)

Ampliar la imagen Carlos Briseño Torres, rector de la Universidad de Guadalajara, en entrevista con La Jornada Carlos Briseño Torres, rector de la Universidad de Guadalajara, en entrevista con La Jornada Foto: Héctor Jesús Hernández

Guadajalara, Jal., 18 de octubre. Frente a las condiciones de desigualdad social y económica que afronta la mayoría de los mexicanos, “no veo posibilidad alguna de que la educación superior pública se privatice”, porque las propuestas del Banco Mundial (BM) y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) “no toman en cuenta que en México hay 40 millones de personas en extrema pobreza y que la clase media se reduce cada vez más, por lo que sólo una pequeña elite ingresa a las instituciones privadas”, advirtió Carlos Briseño Torres, rector general de la Universidad de Guadalajara (UdeG).

En entrevista con La Jornada afirmó que la aplicación de un plan piloto para otorgar créditos blandos a universitarios, a fin de que continúen sus estudios en instituciones públicas y privadas, “sería un grave error del gobierno federal”, ya que se estarían “otorgando subsidios a instituciones que buscan un beneficio económico y no tienen como objetivo central un servicio social”.

En ese sentido, señaló que es necesario que la administración federal asuma un compromiso más serio en el financiamiento de la educación media y superior, pues en la propuesta presupuestal que presentó al Congreso de la Unión “no vemos reflejado el discurso oficial de que la enseñanza superior es una prioridad, e incluso se percibe que tampoco se escucha lo que propone la Secretaría de Educación Pública (SEP)”.

–¿Es necesario que la SEP haga un llamado más enérgico al Congreso de la Unión para que las universidades públicas reciban más recursos, o toca a las propias instituciones gestionarlos?

–Tenemos que empujar juntos, porque coincidimos en metas y objetivos. Con la titular de la dependencia, Josefina Vázquez Mota, compartimos la visión de universidad pública, pero desde luego ella tiene otros alcances y nosotros debemos hacer nuestro mejor esfuerzo. Es posible acabar con el falso discurso de que la enseñanza en las instituciones privadas es de mayor calidad que en las públicas. Estamos cumpliendo con indicadores de calidad y con la rendición de cuentas.

–¿Pero no es necesario romper el círculo vicioso del cabildeo?

–Lo ideal sería que el gobierno de la República siempre contemplara un presupuesto, pero la distancia entre lo real y lo posible nos lleva a que sigamos haciendo el cabildeo, porque así están las cosas.

–¿Hay falta de voluntad política?

–Creo que no todos en el gabinete del presidente Felipe Calderón tienen la misma visión en cuanto a la enseñanza pública, a la prioridad educativa.

–¿Se ha abandonado el proyecto de los presupuestos multianuales?

–Los diputados nos han dicho que hay un problema de orden constitucional, porque el Congreso sólo está facultado para aprobar presupuestos anuales. Hay que hacer reformas constitucionales, pero no se han hecho. Son parte de las transformaciones que faltan a este país.

–¿Cuál ha sido la situación presupuestal de la UdeG en los últimos años?

–Todavía en 1989 la Federación aportaba 52 por ciento del presupuesto y el estado el 48 restante, e incluso en 1993 la proporción llegó a ser de 60 y 40, respectivamente, pero después se redujo. Desde 1995 se vino a la baja. (Ernesto) Zedillo y (Vicente) Fox fueron terribles para la educación superior. El subsidio federal para la UdeG, y estoy seguro que para muchas universidades públicas del país, cayó, cayó y cayó.

–¿Qué presupuesto necesitaría la UdeG para operar sin déficit financiero?

–Estamos solicitando mil millones de pesos más para iniciar el proceso de recuperación del financiamiento federal, que debería ser de 52 por ciento, pues actualmente es de sólo 44, lo que significa que en la actualidad ejercemos recursos por 6 mil millones, y en 2008 requerimos de casi siete mil millones. Cumplir con la meta planteada por Calderón de garantizar que 30 por ciento de los jóvenes en edad de cursar estudios universitarios asistan a las aulas requiere que dupliquemos nuestra infraestructura. La educación superior pública es cara, y en el presupuesto que presenta la Federación para 2008 ni siquiera se reconocen los 7 mil millones de pesos reasignados el año pasado, luego de una negociación muy dura que tuvimos con los diputados; sólo nos ofrece una parte mínima con una bolsa de 2 mil millones.

–¿Qué indican las diferencias entre el discurso oficial y la propuesta presupuestal?

–Que hasta el momento la educación superior pública no ha sido prioridad nacional, y que este año estamos ante la oportunidad de que empiece a serlo, como la propia SEP ha reconocido. Creo que el gobierno de la República, en particular el Presidente, debe escuchar con más atención e interés las propuestas de Josefina Vázquez Mota en torno a la enseñanza.

–¿No la escuchan en sus propuestas?

–No quiero decir que no la escuchen, pero el presupuesto que la Secretaría de Hacienda envió a la Cámara de Diputados no refleja las prioridades que la titular de la SEP tiene muy claras, que hemos platicado con ella, por lo que le consta que el sector universitario nacional ha hecho un esfuerzo importante por avanzar en la calidad. Percibo que Hacienda no escuchó su planteamiento.

–¿Hay riesgo real de que la educación pública se privatice ante la falta de recursos?

–En los análisis de gabinete, a la OCDE y el Banco Mundial se les olvida la realidad de México. Aquí la educación superior sí es un gran instrumento de movilidad social, por eso sería injusto imponer cuotas y créditos académicos, porque con qué recursos pagarían los estudiantes, ya que la mayoría de los que asisten a las universidades públicas son de clase media hacia abajo.

 
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