No se trata sólo de decidir cómo morir, sino de cómo no se quiere vivir, opina Álvarez del Río
Visión ética, no moral, requiere la discusión sobre aborto y eutanasia
La especialista de la UNAM considera que se debe reflexionar si la medicina prolonga el sufrimiento
Se acabó el modelo paternalista en donde la respuesta sólo la tenía el médico, agregó
Los esfuerzos por avanzar legalmente en temas como la eutanasia, el aborto y la selección de embriones, topan en muchas ocasiones con los criterios para valorar las eventuales iniciativas partiendo de la moral y no de la ética, planteó Asunción Álvarez del Río, profesora investigadora de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) e integrante del Colegio de Bioética.
De acuerdo con la experta, dichos temas no deben ser abordados desde un punto de vista moral, sino desde la perspectiva de la ética y agregó que ambos aspectos generalmente tienden a ser confundidos o tomados como sinónimos por la mayor parte de la población.
“Hay que entender la diferencia: ética implica reflexión, elección y libertad, y la moral es apegarse a lo que la sociedad dicta, a lo que las normas dicen que está bien o mal, de manera que se puede ser muy moral y al mismo tiempo no ser ético o al revés. Temas como el aborto, la selección de embriones y la eutanasia no competen a la moral, competen a la ética. La bioética engloba muchos principios, entre ellos el respeto a la libertad de las personas para tomar decisiones”, explicó.
Álvarez participó en el undécimo Seminario de Ciencia, Tecnología y Sociedad, organizado por el Fondo de Cultura Económica (FCE), la Secretaría de Desarrollo Institucional de la UNAM y la Academia Mexicana de Ciencias.
Modelo paternalista
La primera vez que se mencionó la palabra bioética fue en 1970 por el doctor en bioquímica y oncólogo Van Rensselaer Potter, en su artículo Bioética, la ciencia de la supervivencia y agregó que ésta puede entenderse como “el estudio sistemático, pluralista e interdisciplinario de las cuestiones éticas surgidas de las ciencias de la vida y de las relaciones de la humanidad consigo misma y con la biosfera”.
Destacó que los avances científicos y sociales son los que han hecho que sea la bioética la que deba pronunciarse sobre ciertos aspectos; ya no es sólo el médico, por ejemplo, el que tiene que pronunciarse sobre algunos tópicos. “Se acabó el modelo paternalista en donde la respuesta sólo la tenía el médico”, comentó.
Ahora en temas como decidir cuándo morir, esta ciencia es primordial y subrayó que por la importancia de los asuntos sobre los que se pronuncia es que tiene ciertas características puntuales
Debe ser interdisciplinaria y racional, es decir “debe haber argumentos para decidir qué está bien o mal; laica, porque no puede estar basada en una sola confesión, si fuese así se excluye a todos los demás; es pluralista porque admite posiciones diferentes y las respeta; es mediadora porque reconoce diferencias, y es práctica, porque no es una reflexión abstracta, sino que se aplica a problemas muy concretos y reales”.
En opinión de Álvarez del Río, cuando algo está “catalogado como malo por doctrinas morales”, allí acaba la posible reflexión, la cual es fundamental en la ética. Por ejemplo la eutanasia mirada desde la moral, “es igual a matar y por tanto es mala, ahí se cerró la posibilidad de una reflexión sobre la realidad tan difícil de enfrentar de una persona de mantenerse viva, aunque la vida que tiene le resulte indigna; aquí no se trata sólo de decidir cómo morir, sino de decidir cómo no quiero vivir; implica elegir sobre el final de nuestra vida”, planteó.
Tras definir la eutanasia como “el acto o procedimiento que aplica un médico para producir la muerte de un paciente sin dolor, a petición de éste para terminar con su sufrimiento”, la especialista comentó que este tema en México debería discutirse, así como se hizo en otros países. Citó lo ocurrido en Holanda –nación que legalizó la eutanasia–, Bélgica y el caso de Oregon, en Estados Unidos, el único estado en que está permitido el suicidio médico asistido (en esta modalidad quien termina con su vida es el paciente no el médico).
Álvarez del Río expuso que para muchos expertos es claro que “la medicina está para curar y sanar, no para alargar la vida cuando se sabe que nada resultará, hay ocasiones en que se prolonga el sufrimiento” y en este sentido expresó que para muchos pacientes con enfermedades terminales dolorosas “vivir es peor que morir, porque la vida puede ser maravillosa, pero también puede ser intolerable”.