Usted está aquí: martes 16 de octubre de 2007 Cultura Casi lista la restauración del mural que hizo Rivera para el teatro Insurgentes

De 670 placas de mosaico sólo faltan siete, informa centro del INBA

Casi lista la restauración del mural que hizo Rivera para el teatro Insurgentes

Merry MacMasters

De las 670 placas del mural Historia del teatro en México (1953), de 47.2 metros de ancho por 11 de altura –realizado en mosaico por Diego Rivera para el teatro Insurgentes–, retiradas para su restauración, sólo faltan siete.

La fecha convenida para entregar las placas es el 31 de octubre, informó Lucía García Noriega, responsable del Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble (Cencropam), del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), durante una visita efectuada ayer al taller instalado especialmente para este trabajo en la otrora Biblioteca Cervantes, en la colonia Guerrero. El proceso de restauro comenzó el pasado enero.

Las 11 placas que conforman los retratos de Emiliano Zapata y Mario Moreno, Cantinflas, este último personaje central del mural, se exhiben dentro de la exposición Diego Rivera: epopeya mural, en el Museo del Palacio de Bellas Artes, con motivo del 50 aniversario luctuoso del artista guanajuatense.

Una vez entregadas las placas a la parte contratante, una inmobiliaria de la empresa Televisa, los trabajadores del Cencropam restaurarán in situ las placas que integran los costados del mural de Rivera, un área de 11 metros de alto por tres de ancho, de cada lado. Más que estar a la intemperie, lo que resulta dañino para el mural son los movimientos del subsuelo.

Como esas placas son las menos dañadas, en la mayoría de los casos sólo necesitan limpieza y tal vez que se reponga uno que otro fragmento. Se calcula que ese trabajo tardará un mes. La recolocación de las placas y, por tanto, la finalización del proyecto, dependerá de la parte contratante.

Las siete placas faltantes son piezas “colapsadas”, porque contienen zonas desaparecidas. Ya existe la documentación original, es posible sacar el estarcido para reconstruirlas.

Por fortuna, todavía existe la fábrica de mosaicos que originalmente le surtió a Diego Rivera, hecho que aseguró el proceso de restauro. Se trata de Colorines, en Cuernavaca. Respecto del costo de la restauración, García Noriega expresó que “se lleva un cuarto de millón de pesos sólo en mosaico, pero falta la mano de obra, la preparación de la gente. Es un proyecto de dimensiones extraordinarias”.

Cada placa mide un metro por 70 centímetros. Fueron retiradas por “ejes”, así se guardan en el taller de la calle de San Fernando, con una fotografía en la parte posterior relativa a la parte en cuestión.

Alegran el espacio las piezas de mosaicos bizantino y veneciano. Se maneja un catálogo de aproximadamente 264 colores. Cada placa se conforma de 3 mil 600 a 3 mil 700 fragmentos.

Rescatan obra de Francisco Eppens

Angel Perea, restaurador/conservador de Cencropam, explica que el mosaico bizantino se elabora mediante una forma tipo “tortilla”, sobre la que se cortan para ajustar diseños específicos, mientras que el veneciano tiene un formato determinado, de dos por dos centímentros, o más pequeño.

Durante la visita al taller se pudo apreciar la restauración de otra obra en mosaico, La rosa de los vientos (1958), que Francisco Eppens hizo para el piso de un jardín de niños de los trabajadores del ferrocarril, al lado de la ex estación de Buenavista. La obra estuvo a punto de ser destruida durante la construcción de la llamada megabiblioteca, sin embargo, el Cencropam fue avisado a tiempo.

Para retirar La rosa de los vientos, de nueve metros de diámetro, hubo que cortarlo en 56 partes, ya que en total pesa cinco toneladas.

Se calcula que en mes y medio la obra será instalada en el Museo de los Ferrocarriles, en Puebla.

 
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