Habla Óscar Hagerman
¿Cuando construye casas, no les cobra nada? –pregunto al arquitecto Óscar Hagerman, quien tiene casi 50 años dedicándose a las comunidades indígenas.
–Bueno, casi nunca he podido cobrar nada (…) lo hago con mucho cariño y lo más bonito que he hecho en mi vida ha sido trabajar con ellos. A veces, en algún proyecto se consideran honorarios, pero eso es lo de menos, porque la verdad es que yo he sido un arquitecto muy dichoso; todo ese trabajo con la gente, aprender a relacionarme con ellos y a tratar de entender su mundo para poder sacar su arquitectura, ha sido lo más bonito que me ha tocado en la vida.
El recurso tiene que emplearse inmediatamente
–Pero, ¿cómo ha logrado entenderlos?
–Generalmente son proyectos que requieren de mucha rapidez, tienen un recurso y deben emplearlo inmediatamente. No hay muchos días para hacer el proyecto con ellos, pero he aprendido a fijarme cómo construyen, qué materiales usan, cómo organizan su espacio. Hoy día han cambiado los materiales, porque prefieren los que les ofrecen un mejor servicio. Hice una escuelita en la sierra de Puebla, para dos comunidades, una frente a la otra, separadas por el río Apulco que los alumnos debían cruzar.
“En una época del año, el agua del río llega con una fuerza impresionante, arrastrando troncos y piedras, y no anuncia, y en uno de estos crecimientos un chiquillo que estaba cruzando el río se ahogó. La gente de la comunidad pidió al CESDER que hiciera una escuela provisional de un lado del río para que no tuvieran que cruzarlo, y la construí con terrones de tepetate. Esta escuelita duró unos ocho o nueve años. He construido también con adobe.
“En Chiapas, las comunidades construyen con techo de lámina, que es como una teja moderna que mide un metro por tres metros, pesa casi lo mismo y dura mucho también. Debajo de la lámina ponen un tapanco y queda una cámara aislante que no permite que pasen el calor ni el ruido.
“En la sierra huichola no había tejas y usamos lámina que llevamos en avioneta. También utilicé la palma para techos en la zona de Oaxaca. La comunidad me los pidió por económicos: tenía la palma a la mano. El trabajo era colectivo.
“Uso los materiales que me piden, no me clavo en los materiales del pasado. Me fijo en lo que ellos han adoptado y trato de seguir sus técnicas, porque además cuando me voy, ellos pueden seguir haciendo solos.”
La clínica de Acteal
“Construir una clínica en Acteal me resultó muy difícil, porque me pidieron hacerla al lado de la iglesia donde habían asesinado a más de 40 indígenas, la mayoría mujeres y niños. Hablé mucho con ellos y fue muy doloroso, porque me dijeron: ‘Queremos conservar la iglesia como un testimonio de nuestra historia’. Me sentí muy mal y llegué a México shockeado. ¿Cómo construir algo en un lugar donde se había derramado su sangre? No sabía como enfocar ese proyecto. Lo único que tenía claro era hacer algo que ellos sintieran que les pertenecía, no algo impuesto de fuera, pero, ¿en qué me basaba yo para saber lo que ellos querían? No agarré el lápiz, estuve tres días sin ponerme a dibujar y de pronto recordé que ellos me habían dado un croquis hecho en tercera dimensión de lo que entendían por la clínica, y basándome en ese dibujo entonces las ideas fluyeron.
Un hotelito en Cuetzalan
“También durante un año hice un hotelito para un grupo de 40 artesanas indígenas nahuas en Cuetzalan. Todos esos proyectos son largos, porque los recursos se obtienen poco a poco y porque además tiene uno que seguir su ritmo. A veces hemos tardado hasta seis años en construir una escuela, porque las aulas se levantan de dos en dos. El hotelito funciona muy bien y muchos ya conocen a sus dueñas y están orgullosos del hotel, aunque al principio se manifestaron en contra. Los vecinos cerraron la entrada del hotel con piedras porque, ¿cómo era posible que unas indígenas fueran dueñas de un hotel? La población mestiza a veces es muy dura con los indígenas, los desprecia. Tuvieron que comprar un terreno para hacer una entrada por otro lado y ya que la hicieron, los vecinos quitaron las piedras que ya no tenían sentido porque el hotel ya funcionaba.