Usted está aquí: martes 16 de octubre de 2007 Sociedad y Justicia 26 dólares y caminar una hora requiere una madre guatemalteca para dar a luz

La ausencia de médicos en comunidades indígenas dispara el número de muertes

26 dólares y caminar una hora requiere una madre guatemalteca para dar a luz

En múltiples regiones de esa nación el embarazo se sigue considerando “enfermedad”

Esta semana se conmemoran 20 años de la iniciativa Por una Maternidad sin Riesgos

Angeles Cruz Martínez (Enviada)

Ampliar la imagen Capacitación de comadronas que forma parte del Programa de Reducción de la Mortalidad Materna. El entrenamiento se ofrece en el hospital de Sayaxche, en Petén, Guatemala Capacitación de comadronas que forma parte del Programa de Reducción de la Mortalidad Materna. El entrenamiento se ofrece en el hospital de Sayaxche, en Petén, Guatemala Foto: Ángeles Cruz

Petén, 15 de octubre. Elvira tenía 34 años, seis hijos y un embarazo de gemelos que hubiera podido culminar igual que los anteriores: sólo con la ayuda de su esposo. En esta comunidad, donde los servicios médicos son inexistentes, la tradición es que los hombres –con la enseñanza de padres y suegros– atiendan los partos, reciban al bebé, retiren la placenta y esperen la recuperación de la señora.

Domingo y su esposa lo hicieron así en seis embarazos, pero en el último la mujer presentó hipertensión arterial. Sólo nació un bebé; Elvira murió con el segundo en el vientre.

Ésta es la realidad de las mujeres guatemaltecas, a casi 10 años de la firma de los acuerdos de paz con los que concluyeron 36 años de guerra interna en este país centroamericano, ubicado entre los más pobres de América Latina, con 55 por ciento de población indígena y graves rezagos en salud, educación y acceso a servicios básicos.

De hecho, en Guatemala son comunes padecimientos como paludismo, dengue, malaria, desnutrición crónica e infecciones diarreicas y respiratorias, que causan la muerte de miles de niños y niñas. También son frecuentes las afecciones que disparan la tasa de mortalidad materna.

Debido a que esta nación presenta un bajo índice de desarrollo humano, recibe apoyo de varios organismos internacionales, como el fondo global contra el sida, la malaria y la tuberculosis.

El Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés) también ha volteado hacia acá, y desde 2000 aplica un programa para reducir el número de muertes maternas, principalmente aquellas que ocurren durante el embarazo, el parto o el puerperio.

Con estas acciones, el organismo logró reducir en 10 por ciento la cifra de fallecimientos asociados a la maternidad. En 2000 la tasa era de 153 por cada 100 mil nacidos vivos; en 2005 este indicador se ubicó en 140.

Varios han sido los problemas que ha enfrentado este fondo –que recibe un millón de euros al año– para llevar a cabo su labor, empezando por el elevado analfabetismo. La mayoría de indígenas sólo habla un idioma y muchos creen que el embarazo es una enfermedad que se “cura” cuando las mujeres dan a luz.

De ahí que la muerte de una madre durante el embarazo, parto o puerperio sea vista como “natural”, por ser una “enfermedad”. Las condiciones de marginación y miseria en las que viven los guatemaltecos, así como la dispersión de sus aldeas, abonan a la problemática.

Ése fue el caso de Elvira, a quien desde el sexto mes de gestación se le detectó presión arterial alta. El equipo de salud (brigada médica) que cada mes visita la comunidad de Chinajapec informó al matrimonio que por tratarse de dos bebés tenía que buscar ayuda profesional.

Sin embargo, necesitaban 200 quetzales (26 dólares) para salir de la comunidad. No tuvieron el dinero ni la suerte para abordar el transporte en la carretera de terracería más cercana, a la que se llega luego de una hora de camino a pie.

El hospital está ubicado en el municipio de Poptum, departamento de Petén, a poco más de hora y media en vehículo. Si la persona no puede caminar, el asunto se complica. En ese caso la tienen que sacar en “camilla” (en realidad una hamaca), que es cargada por varias personas. En estas condiciones, la salida de Chinajapec puede tardar seis horas, dependiendo de las condiciones del camino.

Domingo Tot Cal sabía que su esposa Elvira Cuz Cal tenía que ir a un hospital, pero el tiempo se le vino encima y una madrugada lo sorprendieron los dolores de parto de su mujer. “A esa hora no hay manera de salir, y aunque lo lograra, qué hago allá abajo, donde tampoco hay nada”, comenta a este diario.

Atención tradicional

Era la semana 38 de gestación. Domingo hizo lo que sabía. Tendió un plástico en el piso de tierra de su vivienda, colocó encima unas sábanas y colgó un lazo de pared a pared, a una altura que le sirviera a Elvira para sentarse en cuclillas y apoyar los brazos. Acá las mujeres dan a luz en esa posición, porque, dicen, es menos doloroso y hace más sencillo el parto.

Nació el primer bebé; Domingo lo recibió, lo limpió y lo cubrió, y esperó infructuosamente el segundo. Elvira murió en algún momento de la madrugada del 25 de julio de 2007.

A partir de esa experiencia, personal del UNFPA y del Ministerio de Salud de Guatemala acudieron a Chinajapec para hablar con los indígenas sobre la importancia de identificar las señales de peligro entre mujeres embarazadas y solicitar la ayuda profesional necesaria.

El UNFPA promueve los comités de emergencia, cuya misión es tomar las previsiones económicas necesarias para ofrecer la atención médica de urgencia que requieran las comunidades.

Otro aspecto financiado por el organismo es capacitar a las comadronas (parteras tradicionales) en la atención de embarazos. Para ello se les distribuye un maletín con herramientas médicas indispensables para dar seguimiento a la gestación y atender el parto. En Chinajapec esta tarea la asumirán los hombres para respetar sus tradiciones.

También se tiene previsto sensibilizar a las comadronas en relación con los servicios de salud institucionales, e incluso se busca que colaboren con los médicos. El objetivo es que estén convencidas de que las mujeres que llegan a los hospitales reciben la atención profesional que necesitan. Si ellas se sienten en confianza, este mismo estado de ánimo lo transmitirán a las mujeres de sus comunidades, explicó Mario Aguilar, representante auxiliar de UNFPA en Guatemala.

20 años de Maternidad sin riesgos

Del 18 al 20 de octubre próximos se llevará a cabo la conferencia global Las mujeres dan vida, en Londres, Inglaterra. Desde ahí se conmemorará el 20 aniversario de la iniciativa Por una Maternidad sin Riesgos. La experiencia en Guatemala y otros países de la región serán ejemplo de cómo se puede cumplir con la meta cuatro de los Objetivos para el Desarrollo del Milenio, relacionada con la reducción de la mortalidad materna.

La meta es disminuir en 75 por ciento el número de decesos en el periodo 1990-2015, pero en esta nación difícilmente se alcanzará, admitió Aguilar. El funcionario reconoció que a mediano plazo los problemas se acrecentarán por la insuficiente infraestructura clínica y hospitalaria.

La alternativa que está en marcha es la creación de centros de atención integral materno-infantil y las casas maternas, adonde las mujeres pueden llegar varios días antes del parto y permanecer hasta ser atendidas.

Por ahora, añadió Aguilar, 70 por ciento de las mujeres embarazadas que llegan a los hospitales presentan complicaciones, pero solicitan ayuda luego de dos o tres días de haber permanecido en sus casas con dolores de parto. La problemática es todavía mayor en comunidades como Petén, sede de la guerrilla.

En la comunidad Lo Veremos, a la que hasta hace poco sólo se podía llegar por el río Salinas (frontera entre Guatemala y México), vive Pablo López Ramírez. Tiene siete hijos. A la mayor de sus hijas, de 14 años de edad, le dio el nombre del líder nicaragüense Edén Pastora.

Ella es quien se hace cargo de la casa, cuida a sus hermanos pequeños, hace la comida y las actividades que su madre dejó de realizar el día que murió, a causa de una neumonía. La señora Florencia Calel estaba embarazada y a punto de dar a luz. Tenía 37 años de edad y tampoco recibió atención médica. De hecho, nunca la tuvo en alguno de sus siete partos.

 
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