El atajo nacional
Viéndolo con profundidad, Roberto Madrazo es representativo de una parte de la cultura política nacional, porque su cultura del atajo está en buena parte de la sociedad mexicana, particularmente en los segmentos de más alto poder económico, que alcanzaron esa posición tomando el atajo que les permitió controlar el poder político para de ahí tomar el atajo de los subsidios, los privilegios fiscales, el contratismo y la compra de indulgencias con la alta jerarquía eclesiástica para llegar al cielo por la vía del atajo.
La cultura del atajo tiene mucho de criollismo, ya que aunque se enriquecen aquí, en el país de los atajos, piensan en su madre-cuenta, en su madre-banca, pero su madre patria está en las islas Caimán, en Washington, en Singapur o en Suiza, donde se concentran los capitales que provienen de los atajos.
La economía que genera el narcotráfico también es parte de la cultura del atajo, del enriquecimiento fácil con todas sus consecuencias de violencia. El mercado de la felicidad momentánea, es decir, de las drogas, es el potencial del atajo económico. Basado en la ilegalidad, suma millones de atajos de estados de ánimo y encuentros con la alegría que no proporciona la realidad.
El atajo permitió a partir de 1940 usar la riqueza petrolera para el gasto corriente y construirse una mentalidad de heredero sin necesidad de construir el futuro. Lo que Lázaro Cárdenas puso al servicio de los mexicanos para impulsar su desarrollo sostenido fue acaparado y controlado por las ineficientes oligarquías, por la clase política oficial, el charrismo sindical, los intereses trasnacionales para su beneficio inmediato. Gracias a la cultura del atajo se pudieron financiar las ineptitudes nacionales.
Madrazo ha sido uno de los representantes más claros, transparentes y nítidos de la cultura del atajo. Su libro reciente es la biblia: el gran manifiesto de la política del atajo mediante la cual decide llegar a la presidencia del partido al considerar que su convivencia con presidentes era un atajo que lo destinaba al cargo, y por atajos de la operación, el fraude y la maniobra decide ser el candidato del PRI a la Presidencia de la República. Roberto Madrazo es el culto al atajo.
La corrupción es un atajo y está en todas partes. El paternalismo es también un atajo para los que se consideran protegidos no por derechos, sino por la caridad o la filantropía. La falta de conciencia en las responsabilidades es un atajo para ganar posiciones por la vía cortesana, la abyección y la sumisión. La fe es un atajo contra las convicciones. La negativa a reconocer errores es un atajo muy corto que se paga muy caro; sirve para no recibir cuestionamientos en el momento, pero se acumula y genera desastres.
La evasión fiscal es sin duda un gran atajo que nace cuando el Estado busca que los recursos no sean reinvertidos en el desarrollo, sino que sirvan para pagar el costo de viejos atajos como fueron los rescates bancarios. Los monopolios nacionales y el proteccionismo que las leyes dan a éstos son un atajo de la soberanía, pues se piensa que los intereses de la minoría son los de todo el país en su conjunto.
En contraparte, se ofrece el atajo “libertario” contra los monopolios nacionales a través de la la trasnacionalización y la apertura total. Es el atajo de las bajas tarifas o las comisiones bancarias de estándares internacionales a cambio de renunciar al derecho a un desarrollo propio. Frente a estos dos atajos no hay una vía propia de mediano y largo plazos. México ha seguido el atajo de convertirse en un puerto fenicio, entregando recursos naturales, sustentabilidad ecológica, trabajo, cultura. Y ha seguido también el atajo de los monopolios locales sobreprotegidos. El atajo es dividirse al máximo, como ahora, y no caminar unificados.
Roberto Madrazo ya desde la campaña nos enseñaba que su carácter estaba forjado en su práctica de correr y correr. En efecto: la maratón forja carácter, es un duelo con uno mismo, es el deporte más filosófico, porque da serenidad, brinda la capacidad de convertir el dolor en placer cuando todo el cuerpo se armoniza con el ritmo de la respiración y los músculos. José Alfredo Jiménez lo sintetizaría en una canción diciendo que “no hay que llegar primero, sino hay que saber llegar”.
Lo sucedido en Berlín demuestra que nadie puede ir contra su naturaleza y que Madrazo, refugiado en la nobleza de correr y pensar, hizo lo que siempre ha hecho en la vida: tomar atajos. Pero paradójicamente la situación del país, la tragedia de México, es que Roberto Madrazo sí es representativo de lo que sucede actualmente en México.
Por eso, trágicamente, Madrazo pudo ser presidente; porque estando lesionado decidió no llegar al final de la competencia, pero al mismo tiempo, viendo la circunstancia fácil, sin obstáculos, decidió ganar el maratón levantando los brazos en la meta, usando, como siempre, el gran atajo que conduce a México a sus derrotas.