Estoque de 7 filos
La Nena fue una cadereante bailaora de principios del siglo XIX. Hermosa hembra de mirada altiva y provocadora, cuerpo de marfil que tañía su albogue de carrizo y alborotaba a los hombres por su ímpetu y fuerza de sexualidad, de la que se enamoró el famoso torero rondeño El Tragabuches, alumno de Pedro Romero, el mejor de los toreros, en la escuela del toreo de la Real Maestranza de la Caballería de Ronda.
Gran estoqueador al que acompañó la fama y el aplauso. Hasta que un día la apatía y falta de iniciativa se le fueron. El amor desamor de La Nena se los llevó. Y es que una noche de luna clara y apacible salió El Tragabuches a torear a la distante Málaga. La Nena lo despidió, con lágrimas en los ojos, y lo ayudó a arreglar el caballo. Las sombras de la noche los envolvían. Luna y estrellas le dieron más emoción al cálido aliento de la despedida. A galope corría el caballo y tropezó con una piedra del camino y salió despedido como rola beisbolera contra un árbol. Sangrante fue recogido por unos pastores y llevado de regreso a Ronda.
Al llamar a la puerta, La Nena no acude. Llama una y otra vez. Hasta que aparece con la cara demudada. Sediento y lastimado destapa la tinaja de la caja de agua y encuentra a Cañitas el listillo, a quien rebana la nuez con una guadaña, y luego a La Nena la arroja a las baldosas de la calle.
Huido se cambia de nombre por El Gitano, a seguir su carrera de estoqueador e incorporarse a la banda de Los siete niños de Ecija a tornarse un chacal que arrebatado de furia y celos se convierte en el más criminal de los bandidos con la misma maestría que antes despachaba a los toros.
Perdido en luces pálidas y sangrientas entre Ronda y Ecija fue una de los forjadores de esa leyenda de los toreros machos.
Personajes tomados de los anales del toreo de Velázquez y Sánchez, citados por Crespo en la revista La Fiesta 1943, México