Multitudinaria ceremonia de reconciliación y rencuentro con sus fanáticos en el Foro Sol
Héroes del Silencio con un acorde evapora 11 años de ayuno musical
El grupo español eligió sus conciertos en la ciudad de México para filmar un devedé
Ampliar la imagen Enrique Búnbury agradeció a los 60 mil asistentes su paciencia por las fallas técnicas que retrasaron una hora el inició del concierto Foto: Luis Olivares
Las canciones del grupo español Héroes del Silencio, tatuadas en la sique de 60 mil fanáticos mexicanos que asistieron al Foro Sol la noche del pasado jueves, volvieron a aflorar en su corteza cerebral 11 años después, y a través de la información que proporciona el nervio óptico, acompañaron a lo largo de dos horas y media a Enrique Búnbury, Pedro Andreu, Joaquín Cardiel y Juan Valdivia, en el inmaculado concierto que ofrecieron; recital deconstruido en ceremonia de reconciliación/rencuentro a una cita postergada/anhelada.
El inicio del primer concierto en la ciudad de México, de la gira mundial de Héroes del Silencio, estaba previsto para arrancar a las 21 horas, pero el minutero del reloj ya se había extendido un cuarto más allá y los primeros gestos de impaciencia del público se concretaron en brincos y en el uniforme e incesante grito: “Héééroooeees-Héééroooeees-Héééroooeees”.
El sonido del Foro Sol amenizaba con canciones de Bob Dylan, los Beatles, los Stones, los Kinks, Elvis Presley, White Stripes… de repente se escuchó una voz diciendo: “Tenemos problemas con un motor, en cuanto lo solucionemos daremos inicio”; la respuesta generalizada: “uuuleeeros-uuuleeerooos”. Las dos pantallas de los lados del escenario trasmitían cíclicamente imágenes turísticas de la ciudad de Aragón, España; mientras el pétreo símbolo HS adornaba las cuatro pantallas del proscenio.
68 minutos de plomo
A las 22 horas la voz de la inglesa Amy Winehouse fue interrumpida, se apagaron las luces y comenzó a sonar Song to the siren, del proyecto musical This Mortal Coil; cuando concluyó la canción los pesados 68 minutos de retraso, los 4 mil 80 segundos de plomo se evaporaron, no importaron: los Héroes del Silencio aparecieron en el escenario para terminar con 11 años de vigilia y deleitar a sus incondicionales fieles con Estanque.
El cantante y líder la banda de Zaragoza, Enrique Búnbury, comenzó a pasear de derecha a izquierda y en sentido contrario; además recorrió compulsivamente la extensión de 30 metros que partía en dos al público de las primeras filas. Ya habían sonado Deshacer el mundo y Mar adentro cuando Búnbury se dirigió a sus seguidores: “México, Distrito Federal, muy buenas noches. Dos cosas quiero agradecer, su paciencia por las fallas técnicas que tuvimos. Que estén aquí, después de tantos años, significa mucho para nosotros que sólo tuvimos unos años de carrera. La segunda cosa es que necesitamos su ayuda porque estamos grabando un dvd y lo quisimos hacer aquí en México, así que quiero que exploten”. La recompensa una estruendosa ovación que opacó las primeras notas de La carta.
El músico volvió a interpelar a sus fanáticos quienes mostraban una fruición que rozaba lo sagrado: “Esta es una canción que quisimos rescatar del disco El espíritu del vino y que no tocamos mucho en vivo:”, lanzó Bendecida, y por primera vez Enrique extendió el micrófono para que el público coreara el estribillo. El repertorio se prolongó con Sirena varada, Opio, La herida y Flor venenosa. En uno de esos momentos el vocalista recorrió los 30 metros de escenario para interactuar con el baterista del grupo, las pantallas develaron el estampado de su camisa: Héroes del Silencio-Distrito Federal. Además logró con su canto que absolutamente todos los asistentes empuñaran su mano sobre sus cabezas.
El concierto se encontraba en un punto óptimo, pero antes de entonar Apuesta por el rocanrol, Búnbury dijo: “han pasado muchos años y las cosas no han cambiado. Antes en la televisión había muchos canales de música, ahora hay muchos que trasmiten 24 horas de reality shows”, el deschongue fue brutal reforzado con las piezas Héroe de leyenda, Con nombre de guerra, Lágrimas y Nuestros nombres.
El mejor momento
Después, los cuatro músicos y su invitado, el guitarrista Gonzalo Valdivia, se colocaron en el círculo que corona la extensión del escenario para interpretar un set de sus éxitos más representativos: Entre dos tierras, El mar no cesa, Maldito duende y Avalancha; sin lugar a dudas el mejor momento del concierto que se acercaba a su nadir. Se despidieron, pero los incesantes gritos del público los colocaron ante sus instrumentos nuevamente.
El gozo no menguaba, por el contrario aumentó con Oración, Tumbas de sal, La chispa adecuada, Tesoro, Malas intenciones y Fiebre. La deuda que tenían los Héroes del Silencio con el público quedó saldada con intereses. Hoy realizan el segundo concierto.