Les Ballets Trockadero de Montecarlo se presentó en el festival Lila López de SLP
Parodiadores de la danza clásica detonaron el furor del público
Encarnaron bailarines a sílfides, ninfas y a la princesa Odette como un cisne blanco de pelo en pecho
Ataviados con grandes sombreros y pequeños rebozos interpretaron El jarabe tapatío
Ampliar la imagen Uno de los bailarines de la compañía neoyorquina interpreta a la princesa Odette, el cisne blanco, durante la escenificación de un fragmento de la versión original de El lago de los cisnes, en el Teatro de la Paz Foto: Cortesía del festival
San Luis Potosí, SLP, 4 de octubre. Se llama Les Ballets Trockadero de Monte Carlo, pero no es una compañía del principado de Mónaco sino de Nueva York; sus integrantes parodian la gracia y los rigores de la danza clásica, pero en realidad le rinden gran homenaje técnico y artístico; convocan a la comunión, pero mediante un espectáculo totalmente desacralizador; interpretan a sílfides, ninfas, cisnes y princesas, pero todos son varones.
En su tercera visita a México y la primera gira fuera del DF (ya se presentaron en Colima y estarán en Guadalajara) y luego de una década de ausencia, los del Trockadero, dirigidos por Tory Dobri, supieron detonar, una vez más, el furor y el gozo del público mediante sus recreaciones de ballet cómico.
Enloquecer al espectador
En el Teatro de la Paz, los asistentes a la versión 27 del Festival Internacional de Danza Contemporánea Lila López pudieron apreciar, por ejemplo, a la princesa Odette como un cisne blanco de pelo en pecho y a un primer bailarín chaparrito cargando a una “primera bailarina” muy alta, ¡y luego a ella cargándolo a él!
Pero también: a una bailarina que tropieza y cae; a otra chocando con una tercera; a una más disputando el protagonismo a su compañera de al lado; a una saliéndose de la fila; a otra rompiendo la sincronicidad o la armonía del cuerpo de baile; a una más que bailaba con anteojos; a otra convocando al público a ver en qué parte del teatro se aplaudía y aclamaba con más fuerza.
Y a todas filtrando con finura, de entre su destreza y en el momento preciso, una vuelta de tuerca, una sorpresa, un gesto actoral, un guiño, un gag. Un equilibrio inimaginable entre la perfección y lo grotesco.
Todas (todos) con tutú, zapatillas de punta, pelucas y maquillaje. Todas (todos) con un dominio técnico absoluto que explica por qué esta compañía se ha presentado con honores en el Teatro Bolshoi, en Moscú, y se ha convertido en un fenómeno artístico y humorístico mundial.
El programa constó de tres actos y dos intermedios, con fragmentos de las versiones originales de El lago de los cisnes, Pas de deux, Go for barroco y Paquita, con un obsequio visual al final del segundo en el que una bailarina gira y se desplaza en una trayectoria recta mientras que de su tutú blanquísimo caen pequeñas plumas como pétalos.
Pero no sólo las coreografías eran recreadas a partir de los originales de Ivanov, Anastos o Petipa, sino también la música de Chaikovski, Bach o Minkus.
Cuando parecía el final, la cortina volvió a subir y los bailarines, una mitad con grandes sombreros y la otra con pequeños rebozos, interpretaron El jarabe tapatío, lo que, de plano, potencializó la locuacidad de los espectadores, muchos de los cuales aplaudieron de pie.
Esta fiesta de arte y humor, aderezada con elementos civilizatorios, había sido prevista durante el mediodía del miércoles durante una conferencia de prensa de Tory Dobri y los bailarines Rafaéle Morra, italiano; Fernando Medina Gallego, español; Camilo Rodríguez, puertorriqueño, y Roberto Lara, mexicano que en el DF tomaba clases de la técnica de puntas y se le ocurrió enviar un video a Nueva York, donde lo llamaron.
A 33 años de fundada y luego de una trayectoria ascendente, Les Ballets Trockadero mantiene viva una de sus razones esenciales: homenajear al ballet clásico, sobre todo ruso, “para poder llevar el espectáculo al mayor número de personas”. Y sí, la noche del miércoles, el Teatro de la Paz estuvo abarrotado.