“Hago una metáfora de la pintura de Verdi, la música de Mann y la literatura de Mantegna”
Presenta Otto Cázares su “ópera pictórica” Con ojos oír finezas de amor
Ampliar la imagen El pintor Otto Cázares durante el montaje de su exposición Foto: Luis Humberto González
La pasión del jóven pintor Otto Cázares (Toluca) por la ópera se remonta a un lustro. Sin embargo, fue hasta principios de 2006 que decidió “pintar ópera”, que compara con la aficción de Goya y Picasso por pintar toros.
Una serie de las escenas del relato plástico de Cázares en torno al bel canto se exhibe con el título de Con ojos oír finezas de amor, en la galería Lourdes Sosa, Ibsen 33-A, en Polanco. Es su tercera exposición individual.
Explica que la serie básicamente se diversificó en varios niveles: “uno son los cantantes; otro, las escenas que condensan de manera simbólica e iconológica los libretos completos de ciertas óperas, en este caso específico es Don Giovanni, de Mozart”.
Su forma de trabajar se conjugó en el tríptico Escenas grotescas de El elegido de Thomas Mann, ópera inventada por Cázares, que parte de un texto del escritor alemán. En ese relato operístico une “metafóricamente” la “pintura de Verdi, la música de Mann y la literatura de Mantegna”.
Cázares es egresado de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, donde hizo “todos los ejercicios académicos de la contemporaneidad” –muy añeja ya, para su modo de ver–, pero, siempre fue la pintura su campo de actividad.
Obtuvo la beca de Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en su emisión 2004-05, lo que le permitió realizar la serie Notas al pie de página, que consistió en hacer composiciones con fuentes y modelos que se tiraban agua con cubetas, porque se trataba de captar el momento en que el chorro de agua vuela.
También fue un pretexto para estudiar poses y momentos estáticos. Pero también era la fuente en su concepción bibliográfica, entonces, mientras las mujeres se aventaban agua había libros tirados en el piso. Empezó a sentir esos motivos “muy pesados”, entonces se despojó de lo anterior y empezó a pintar sólo la cantata y el fondo.
Para Cázares “todo cuadro que intenta pintar ópera tiene que hacerlo como se pinta el retrato. Esto es, el escenario nos da el rostro, entonces, el pintor tiene que tomar sus partes sicológicas como constante, mientras que la variable es la obra, ya sea, Carmen o Don Giovanni”.
Ya que los personajes de gran parte de los cuadros son cantantes, esos suelen aparecer con la boca abierta, un gesto humano no siempre atractivo. Expresa: “Me gusta la diversidad de lecturas con la boca abierta, que puede ser el canto, el canto pánico, el dolor, el bostezo, un alarido o un orgasmo”.
En los cuadros de Otto Cázares el personaje tiene mucho peso por encontrarse en “este linde difícil de un motivo tan fuerte que se vuelve tema”. Entonces, trata de diversificar el personaje en todas sus gamas. Hay cuadros en los que pinta partituras también por ser un personaje relevante.
Sus búsquedas formales tienen lugar en los planos de composición y las distancias escénicas: “cómo hacer de lo escénico una escena pictórica, con planos, colores, con referencias pictóricas inaudibles”. Siempre le ha fascinado el lenguaje musical para describir ciertos movimientos, así que pintó un cuadro en scherzo, es decir, rapidísimo, presto o sostenuto. Las adjetivaciones musicales repercutieron no sólo en los tiempos, sino en la disposición del cuerpo.