China y Rusia apoyan de facto al régimen castrense
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas presionó este miércoles a la junta militar de Myanmar para que permita que un enviado especial de la organización visite el país del sudeste asiático. Sin embargo, el organismo no emitió un comunicado formal de condena como lo han hecho Estados Unidos y países de Europa, y otros continentes.
Estados Unidos y los 27 miembros de la Unión Europea han pedido al consejo que evalúe sanciones y que exija que la junta se abra al diálogo con la encarcelada líder de la oposición y Premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi , y con las minorías étnicas.
De su lado, la alta comisaria de la ONU para los Derechos Humanos, Louise Arbour, pidió a las autoridades de la antigua Birmania que autoricen “las manifestaciones pacíficas de la oposición” y advirtió que las violaciones de los derechos humanos pueden provocar demandas internacionales. “El uso excesivo de la fuerza y de cualquier forma de detención arbitraria de manifestantes pacíficos están estrictamente prohibidos por el derecho internacional”, recordó Arbour.
Las detenciones arbitrarias, las torturas o tratamientos degradantes o inhumanos, las violaciones de la libertad de pensamiento o religioso “pueden constituir crímenes internacionales y pueden ser objeto de demandas internacionales”, advirtió. La alta comisaria indicó igualmente que estaba “profundamente inquieta” por la suerte de los manifestantes, las personas detenidas en las últimas semanas, así como por la situación de la dirigente de la oposición Aung San Suu Kyi.
China inmediatamente dejó clara su oposición. “Creemos que las sanciones (no) ayudan a la situación en el lugar”, declaró a periodistas el embajador chino ante la ONU, Wang Guangya. El gobierno ruso también se opuso a cualquier presión internacional, alegando que la crisis en Myanmar es una cuestión “interna”.