La junta militar abre fuego contra decenas de miles de manifestantes en Rangún
Estalla la violencia en Myanmar; ocho monjes y civiles fueron asesinados
La UE y Estados Unidos amenazan con redoblar las sanciones contra la antigua Birmania
Ampliar la imagen La policía de Myanmar lanzó gas lacrimógeno contra manifestantes en Yangón Foto: Ap
Bangkok, 26 de septiembre. Lo inevitable ocurrió antes del mediodía. Cerca de la pagoda de Shwedagon, el dorado y refulgente monumento en el corazón de Rangún que ha sido centro de la protesta de nueve días. Al menos diez monjes fueron golpeados por la policía mientras miles desafiaban a las autoridades e intentaban ingresar al templo sagrado. Después, la policía les disparó gases lacrimógenos y numerosos hombres ataviados con túnicas color azafrán fueron arrestados y sacados a rastras. A partir de ese punto, las cosas empeoraron.
Para la noche este miércoles, según diversos reportes, habían sido asesinados ocho monjes y civiles, como consecuencia de que el régimen militar finalmente recurrió a la violencia para sofocar el creciente desafío contra su mandato en Myanmar, antigua Birmania.
Reuters reportó, citando fuentes hospitalarias y del monasterio, que al menos dos monjes y un civil fueron asesinados, mientras los medios que operan afuera del país daban un saldo mortal más numeroso. Hasta 300 monjes y otros manifestantes fueron arrestados antes de que la policía impusiera un nuevo toque de queda en las calles de Rangún.
Hubo una condena generalizada hacia la violencia ocurrida la noche del miércoles. El enviado especial de Naciones Unidas a Myanmar, Ibrahim Gambari, estaba a punto de salir con destino a la región mientras miembros del Consejo de Seguridad planeaban una reunión de emergencia para realizar consultas sobre la creciente crispación en el país.
“Condenamos toda la violencia ejercida contra manifestantes pacíficos y recordamos a los líderes del país que tienen responsabilidad personal por sus acciones”, sostuvo una declaración emitida conjuntamente por la Unión Europea (UE) y Estados Unidos.
Los miembros de la UE respaldaron un llamado del primer ministro británico, Gordon Brown, de volver más severas las sanciones que pesan sobre Myanmar.
Esta medida probablemente afecte las inversiones y posiblemente termine en un embargo total de las mismas.
El primer ministro afirmó: “el mundo entero está observando ahora a Myanmar y la era de impunidad ha terminado para cualquiera dentro de ese régimen que cometa crímenes contra los individuos o el pueblo”.
Pese a los llamados a la moderación, muchos creen que el giro violento de los acontecimientos del miércoles estaban destinados a ocurrir. En todo caso, dieron la impresión de ser más terribles debido a la forma lenta e inexorable en que se fueron presentando.
Durante la noche, las autoridades se dedicaron a arrestar a activistas clave de la democracia, entre ellos al comediante Zaganar y a U Win Naing, un veterano miembro de la oposición.
Con todo, hubo más desafío y determinación en los manifestantes, que marcharon por noveno día consecutivo y tomaron las calles con al menos 100 mil personas. Reportes provenientes de la ciudad de Sitwe, en la costa oeste de Myanmar, indicaron que por lo menos 10 mil personas se unieron a la protesta.
“Están marchando por las calles. Los monjes van en medio del contingente y la gente común va en los flancos. Los están protegiendo, formando una cadena humana”, dijo un observador en Rangún.
Para las 2:30 de la tarde, hora local, muchedumbres formadas por monjes marchaban hacia la pagoda Sule, en el centro de Rangún cantando canciones nacionalistas y coreando: “El pueblo no debe ser sacrificado”. Fue entonces cuando el otro protagonista de esta historia dio la cara.
Se escuchaban disparos provenientes de distintas partes de la ciudad, mientras las fuerzas de seguridad disparaban también, no siempre a una altura por encima de las cabezas de los manifestantes.
Un testigo que estaba con los que protestaban declaró al Canal 4 de televisión: “Un convoy compuesto por seis camiones militares y encabezado por un todo terreno llegó hasta nosotros y rugió hacia la pagoda Sule. Mientras circulaban, un estruendo increíblemente poderoso se escuchó mientras sus armas automáticas escupían balas que surcaban el cielo. Fue como revisitar la plaza Tiananmen, cuando la gente se arrojó al suelo, algunos con todo y sus bicicletas, cubriéndose las cabezas con las manos y abrazándose a sus amigos. Después, la aterrada marea humana corrió calle abajo, huyendo de los soldados y llegaron adonde yo estaba. Una expresión de terror estaba gravada en muchos de sus rostros”.
Los paralelos con los acontecimientos que culminaron en las matanzas de 1988 en fueron muy marcados. En ese entonces las protestas comenzaron en septiembre de 1987, fuera de la mirada de los medios occidentales, hasta que la manifestación de marzo de 1988 provocó una feroz reacción en la que tanques llegaron a las calles y unos 100 civiles fueron asesinados. La continuación de las protestas tuvieron como consecuencia el Verano de la Democracia en Myanmar.
Se convocó a una enorme marcha el 8 de agosto de 1988, pero el ejército asesinó a unos 3 mil de esos rebeldes. Myanmar vive aún bajo la sombra de esa matanza.
Aun si en esta ocasión han muerto ocho personas, esta cifra es insignificante para la junta militar, que se autodenomina el Consejo de Estado para Paz y el Desarrollo, misma que también en 1988 mató a cerca de 10 mil opositores en total.
Pero esta rebelión está todavía en una etapa muy vulnerable.
La televisión estatal reportó esta noche que una persona fue muerta después de que las fuerzas de seguridad no pudieron dispersar a los “supuesto monjes”. Agregó que la policía empleó la “fuerza mínima indispensable”.
Los medios de Myanmar que tienen su sede en la vecina Tailandia informaron que tres monjes murieron por disparos en la aldea Ahlone de Rangún. Zin Linn, el ministro de Información del muy particular gobierno en el exilio del país señaló que son ocho las personas que han muerto.
El régimen reveló este miércoles que sin importar la posición que los monjes mantengan en la sociedad, la autoridad está preparada para usar la violencia contra ellos, justo en momentos en que este régimen brutal se encuentra, después de dos décadas, entre la espada y la pared.
Un analista de Myanmar escribió hoy que si los soldados empiezan a mostrar signos de estarse solidarizando con los rebeldes, ello será un indicio de que los rebeldes están ganando. Pero éste también podría ser el momento en que el régimen decida reprimir con toda la violencia de la que es capaz.
© The Independent
Traducción: Gabriela Fonseca