Usted está aquí: lunes 24 de septiembre de 2007 Opinión José Tomás y Barcelona

José Cueli

José Tomás y Barcelona

José Tomás volvió a dar color en la monumental plaza de toros de Barcelona en el cerrojazo de su temporada española. Tarde en que acompañó al torero colombiano César Rincón, en su despedida del toreo. Aún desplegando la torería que le diera fama y el liderazgo del toreo latinoamericano. Volvió a dar color Tomás a su trapo rojo sangrante que desgranaba armonía. Principalmente en gaoneras que revivieron espectros de la emoción en las plazas de toros. En el dolor del juego de sus muñecas que tejían el misterio del toreo.

Al color le agregó el calor de la quietud y el paso de los pitones rozándole la taleguilla. La emoción se hizo presa de los serios aficionados catalanes, a los que se les cortaba la respiración. Paso lento, desmadejado del torero, y a enroscarse el toro a la cintura. La esencia del toreo: parar, templar y mandar, y la emoción iba en ascenso hasta ahogar a los cabales que vinieron de toda España y América a verlo realizar su estilo único de torear. Tan entregado estaba el torero, que alargó la rítmica faena de su segundo burel que le impidió rematarlo en la suerte suprema.

Con 10 corridas en la temporada española, iniciadas y terminadas en Barcelona, José Tomás se colocó a la cabeza de la torería. No en cantidad, sino en calidad. El Príncipe de Galapagar regresó a los aficionados a los cosos. Aficionados que poco a poco se habían ausentado de la plazas, en el máximo umbral del aburrimiento. Toreros pega pases, calcas uno del otro. Calca que castraba la esencia del toreo. La excepción era Morante de la Puebla. El torero madrileño llegó a sacudirlos y las cornadas estuvieron a la orden del día.

El domingo próximo iniciará Tomás su campaña latinoamericana en la torera plaza de la bella Morelia. El ambiente taurino se moviliza. Máxime que, según se dice, estará en Guadalajara y en el cartel inaugural de la temporada invernal en la Plaza México. Importante será que los toros de Los Encinos que lidiará y que tienen dejos de cante, se dejen arrullar en el trapo rojo en el redondel que seguramente encenderá el torero.

 
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