Pese al ambiente agitado, el proceso iniciará oficialmente al expedirse la convocatoria
Aumentan las tensiones en la carrera para elegir al nuevo rector de la UNAM
De los 15 integrantes de la Junta de Gobierno, 13 llegaron al cargo durante la gestión de De la Fuente
Ampliar la imagen La comunidad universitaria sigue con atención los trabajos de la Junta de Gobierno en el proceso para elegir al nuevo rector que sucederá a Juan Ramón de la Fuente Foto: Cristina Rodríguez
Como ocurre desde 1945, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) dejará en manos de los 15 integrantes de su Junta de Gobierno la decisión sobre quién será el rector para el periodo 2007-2011. De ese grupo de notables, salvo dos, el resto llegaron a ese cargo durante la gestión de Juan Ramón de la Fuente.
Aunque el proceso ocupa ya la atención de la comunidad, oficialmente empezará cuando la junta expida la convocatoria, lo que se prevé ocurrirá entre el 6 y el 10 de octubre.
Como institución celosa de su autonomía, la UNAM nunca ha modificado su esquema para nombrar rector a pesar de las voces internas y externas que reclaman mayor apertura, participación y opinión en el procedimiento de selección. Ésta vez no será la excepción. Ocho integrantes de la Junta de Gobierno nunca han participado en una decisión de este tipo.
A partir de la emisión de la convocatoria, el panorama sucesorio será más diáfano, pues los postulantes al cargo y sus proyectos saldrán a la luz.
La junta abrirá un espacio para escuchar la opinión de los sectores universitarios sobre cuál de los candidatos tiene el perfil idóneo para desempeñar el cargo.
Pero al final y como siempre, será en cónclave y sin testigos como los integrantes de ese órgano designarán al nuevo titular de la principal universidad del país.
Los miembros de la Junta de Gobierno y sus fechas de ingreso son las siguientes: Julio Labastida Martín del Campo (21/10/1996), Álvaro Matute Aguirre (15/3/1999), Francisco Bolívar Zapata (1/4/00), Manuel Peimbert Sierra (21/6/00), Rolando Cordera Campos (13/10/00), María Elena Medina-Mora Icaza (20/6/03), Carlos Sarralde Rangel (26/9/03).
Olga Elizabeth Hansberg Torres (5/3/04), David Kershenobich Stalnicowitz (31/3/05), Francisco Casanova Álvarez (31/3/05), Alonso Gómez-Robledo Verduzco (15/12/2005), Elizabeth Guadalupe Luna Traill (29/9/2006), Octavio Paredes López (29/9/2006), Luis Alberto Zarco Quintero (9/3/2007) y Jorge Borja Navarrete (17/8/2007).
Aunque con su habitual hermetismo la Junta de Gobierno no ha difundido el cronograma para cada etapa del proceso, ese procedimiento deberá concluir con la protesta del rector, a más tardar el 20 de noviembre.
Si bien ningún nombramiento de titular ha resultado sencillo para la junta, en esta ocasión también existen condiciones que lo singularizan. Entre otras, que la designación de rector, para un primer periodo, no será precedida por una etapa de conflicto interno, como ocurrió, por ejemplo, con la llegada de José Sarukhán en 1989 y de Juan Ramón de la Fuente, en 1999.
Aunque el rectorado de Francisco Barnés, en 1997, se inició sin una crisis interna evidente, la tensión ya se vivía de manera latente, debido a que Sarukhán también intentó al inicio de su gestión cobrar cuotas a los estudiantes y separar el bachillerato de la estructura universitaria.
Tales proyectos, después se vería, se pospusieron, mas no se cancelaron.
Cuando Sarukhán Kermez inició su mandato, la UNAM vivía la conflictiva derivada de la huelga estudiantil que estalló en enero de 1987 como protesta a las reformas impulsadas por su antecesor, Jorge Carpizo. La suspensión de actividades duró 20 días.
Levantar las banderas rojinegras en esa ocasión pasó por el acuerdo entre las autoridades universitarias y el Consejo Estudiantil Universitario (CEU) para realizar el primer congreso universitario. Carpizo McGregor decidió no relegirse y la larga y tortuosa preparación hasta llegar al congreso, en 1990, correspondió a Sarukhán.
A su vez, De la Fuente llegó a la rectoría cuando se vivía la huelga más larga que ha enfrentado la UNAM: 310 días.
Ese conflicto implicó una profunda crisis institucional ante la prolongada suspensión de las tareas de docencia, investigación y extensión.
Impulsado por Consejo General de Huelga (CGH), el paro estalló en rechazo a la medida impulsada por Francisco Barnés de modificar el reglamento general de pagos de la UNAM y, por esa vía, eliminar la gratuidad en la UNAM.
Barnés de Castro renunció en noviembre de 1999, cuando le restaban dos años al frente de la institución. Fue designado en su lugar Juan Ramón de la Fuente, quien todavía debió hacer frente por casi tres meses a la parálisis universitaria.
Para esta ocasión, el horizonte inmediato no presagiaba nada extraordinario, al menos de orden interno, para la decisión de la Junta de Gobierno.
Por legislación, este órgano tiene la misión no sólo de nombrar rector; también a los directores de facultades, escuelas e institutos y a los miembros del Patronato Universitario.
Para pertenecer a tan selecto grupo, además ser mexicano por nacimiento y tener entre 36 y 69 años, se requiere tener grado académico por lo menos de licenciatura y poseer una destacada trayectoria en el área de su especialidad, así como laborar –o haberlo hecho antes– en tareas docentes o de investigación dentro de la UNAM.
El cargo es honorario y anualmente el Consejo Universitario sustituye al integrante de más antigua designación.
En condiciones normales, la Junta de Gobierno puede sesionar con la presencia de la mitad más uno de sus integrantes, salvo en el caso de la elección de rector, cuando se requiere una mayoría calificada de diez votos.
Una idea de la distinción que representa ser parte de este órgano puede darse con las personalidades que integraron la primera Junta de Gobierno, en 1945: Jesús Silva Herzog, Mario de la Cueva, Mario Hernández, José Torres Torija, Manuel Gómez Morin, Ricardo Caturegli, Manuel Sandoval Vallarta, Antonio Martínez Báez, Alejandro Quijano, Ignacio Chávez, Alfonso Reyes, Gabino Fraga, Abraham González Ayala, Fernando Ocaranza y Federico Mariscal.
La naturaleza de sus decisiones y demás funciones asignadas, como la resolución de conflictos entre las autoridades universitarias e intervenir cuando el rector vete acuerdos del Consejo Universitario, confieren a la Junta de Gobierno una aura de sigilo y enclaustramiento.
Es infrecuente que alguno de sus integrantes –salvo el presidente en turno y previo acuerdo con sus colegas– conceda entrevistas o manifieste públicamente alguna opinión personal.