Usted está aquí: martes 18 de septiembre de 2007 Cultura Imagen en aforismos

Teresa del Conde/ II y última

Imagen en aforismos

El libro de Manuel Marín comentado en mi colaboración pasada, se lee con placer y tiene varias notas humorísticas, por ejemplo: “Ives Klein imprimió santos sudarios azules”, metáfora que cobra relieve si se sabe que el expositor del vacío invitó a un oppening sin exhibir cosa alguna, salvo “el cubo blanco” de la galería, pero vivió sólo 34 años. Otro que resulta cómico es: “Después de la muerte, San Juan Bautista, se piensa naturaleza muerta”.

Debido a que todo lo que se escribe, aunque uno no quiera, resulta autobiográfico, las predilecciones aforísticas arrojan luces sobre las obsesiones del propio autor, entre las que está, como antes dije, la mirada intencionada que lo ha conminado a realizar peregrinaciones con objeto de conocer imágenes antes vistas en reproducción (porque “la imagen no es la obra”), situación que queda ejemplificada, entre otros, por Lorenzo Lotto (1480-1556), el veneciano que trabajó en Bérgamo. Allí fue a perseguirlo Marín.

Deseo advertir a quienes lean el libro que quizá algunos pensamientos no procuran ser comprensibles en su totalidad, como propuso en varias ocasiones Jacques Lacan mediante enunciados en sus famosos seminarios. Igualmente aclaro que –aunque las series guardan concatenación– no se necesita leerlos en orden.

Proseguiré este comentario con el siguiente aforismo, debido a que introduce bien al tema general: “La imagen es apariencia”. Desde luego que lo es, inclusive en los sueños, sobre todo en aquellos que yo denomino de carácter hiperrealista. Sabemos que los sueños, como los cuadros, pueden tener título (Freud bautizó casi todos los que transcribió para La interpretación de los sueños. Su sueño princeps es La inyección de Irma). Los sueños (o los aforismos) desatan asociaciones inmediatas, de modo que al escribir tal título automáticamente se me presentó la “imagen” de la pintora Irma Palacios, así como la sensación de unas inyecciones antibióticas que debí aplicarme a raíz de una gripe perniciosa, en vez de la trama freudiana.

“La imagen es la que ‘ve’ el estilo en la obra”. Al leer esto me detengo. La palabra estilo hoy día es démode, según han comentado algunos expertos, si bien Arthur D. Danto la conserva probablemente debido a que se trata de una palabra que no puede salirse del vocabulario por más que uno quiera. ¿Cómo es que la imagen encuentra el estilo?, el pensamiento que resulta va como sigue: creo que lo encuentra o lo perfila porque nuestro ojo, que es el que ‘ve’, desata en la mente casi en forma automática unas ligas por asociación o por contigüidad y eso se adhiere a un determinado contexto. Por ejemplo: miro la portada del libro de Marín. Hay un triángulo intersectado cerca del vértice por un rectángulo que serviría de templete si no fuera porque el vértice asoma. El espacio está dividido en dos, la franja azul mide cuatro centímetros. Si la franja verde midiera ocho centímetros, el diseño no sería de Marín, quien rechaza las obviedades, por tanto, mide siete centímetros. Podría proponerse así: 4 x 2 – 1. Hay dos “nubes” de idéntico color verde. La de la izquierda tiene cinco de longitud y la de la derecha 3.5. Esto evita la simetría que resultaría indeseable para una mentalidad culterana, admiradora de Alvaar Alto.

“La imagen no narra”. No narra si no queremos que narre. Porque hasta Rothko narra, si nos lo proponemos. También puede argüirse: la imagen no narra porque no tiene voz. Mas sucede que hay también imágenes auditivas, como la de Proust al referirse a “la petite phrasé de Vinteuil”, tomada de una sonata de Saint Saëns.

La noche de la presentación del libro en el museo Carrillo Gil, hubo una discusión en torno a la posibilidad –o no– de imágenes auditivas. Los presentadores fuimos Arnaldo Coen, Federico Álvarez y quien esto escribe, bajo la supuesta coordinación de la directora del recinto, Itala Schmelz, quien en realidad asumió el papel de ponente, no de presentadora. Uno se pregunta, ¿cómo es que en tal día cualquiera de la semana la presentación de un libro puede atraer esa cantidad de público? La respuesta está en las labores docentes del autor, en la complicidad de Enca Alcolea por todo aquello que concierne a comunicación, telefónica o mediática, y a la índole misma de lo que se presenta: en vilo con la historia del arte, la creatividad y la filosofía. Para concluir, es muy cierto que “aquello que permanece cuando todo cambia es la imagen”.

 
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