Usted está aquí: martes 18 de septiembre de 2007 Sociedad y Justicia La UNAM gana licitación para detectar entrada de productos transgénicos

El Pual se encargará de analizar muestras de maíz importado, sobre todo de EU

La UNAM gana licitación para detectar entrada de productos transgénicos

Emir Olivares Alonso

El Programa Universitario de Alimentos (Pual) de la UNAM se encargará de detectar la entrada de productos transgénicos al país, luego de ganar la licitación otorgada para lo anterior por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Coprefis), fondos que serán manejados por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.

El trabajo de este órgano universitario consistirá en analizar muestras de maíz importado, principalmente de Estados Unidos, que el Sector Salud entregará a la UNAM para catalogarlos y proponer un sistema de verificación a las autoridades federales para productos de este tipo.

En entrevista, la coordinadora del Pual, Amanda Gálvez Mariscal, explicó que México tiene permitida la entrada a 17 variedades de maíz transgénico (amarillo, que en Estados Unidos se usa para alimento de ganado y producción de almidón y aceite, y no para consumo humano directo); pero no se descarta que por alguna de las ocho aduanas por las que ingresa ese producto “se cuelen” variedades no autorizadas, por lo que universitarios analizarán todos los tipos de maíz que se importen al país por el puerto de Veracruz principalmente y otros de entrada al país.

Subrayó que el principal riesgo de que ingresen gramíneas modificadas genéticamente no permitidas al territorio nacional, es que sus granos se usarán como semillas, o que por accidente los granos germinen de forma que las nuevas plantas se cruzarán con las variedades mexicanas, que, si bien podrían salir beneficiadas o tener efectos o neutros, también podrían resultar perjudicadas con esa cruza.

“El riesgo es que se combinen. No sabemos cuál es el peso del transgénico y la dificultad que podrían tener las plantas nativas para soportar este cambio a partir de una polinización que nunca podría darse en la naturaleza; bioquímicamente la planta se podría dañar, eso es lo que desconocemos, qué pueda suceder”, afirmó la especialista.

Por ello, Gálvez Mariscal subrayó que contrariamente a las voces que apoyan la siembra de maíz transgénico en territorio nacional, esta actividad debe darse sólo después del análisis de la bioseguridad ambiental y los riesgos que los organismos genéticamente modificados podrían tener en las plantas nativas, para “asegurarnos de que no les pasará nada”.

De ahí la importancia de las investigaciones que realizará el Pual, que se extenderán hasta mediados del próximo año, pues se capacitará a los técnicos del Sector Salud para que posteriormente la Federación se encargue de esos análisis.

Al respecto, señaló que en el Protocolo de Cartagena y el Convenio de Diversidad Biológica el gobierno mexicano se ha pronunciado por la reglamentación del movimiento transfronterizo de esas variedades de maíz; sobre todo se pronunció en contra de usar al maíz como un biorreactor para producir sustancias que no son comestibles y pondrían en riesgo sus características alimentarias; sin embargo, subrayó que en Estados Unidos “sí hay quien investigue, y quizás hasta lo manejan en forma negligente.

“El otro objetivo de la investigación es saber dónde estamos parados, porque en el momento en que echemos a andar todas estas metodologías seremos más capaces de defender el ingreso entrando maíces, que por ejemplo están produciendo vacunas y proteínas experimentales, plásticos biodegradables y productos que no son para comer, y aunque en Estados Unidos les parece maravillosa la idea porque allá sólo es alimento de ganado, en México el problema es que si alguien siembra esos granos el polen de las plantas puede transferir los transgenes a las plantas nativas mexicanas”.

Al respecto, la investigadora señaló que el problema ocurre porque el mexicano consume mucho maíz –385 gramos de al día, según diversos estudios–, “por lo que estaríamos más expuestos a los daños con estas variedades que no están diseñadas para comer y en México están desautorizadas”.

Gálvez Mariscal refirió que el maíz nixtamalizado es un producto rico en fibra y con altos niveles de calcio, por lo que el consumo que reflejan los estudios de más de 300 gramos diarios forma parte de una dieta tradicional como la mexicana, adecuada para los seres humanos saludables.

 
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