El converso Rodríguez Prats asume la responsabilidad en nombre del PAN
A pesar de la toma de tribuna, el gasolinazo va; la economía se atora
Layda Sansores acata sugerencia de López Obrador; el FAP muestra timidez en la acción
Ampliar la imagen Legisladores del Partido de la Revolución Democrática, entre otros del Frente Amplio Progresista, durante la toma de la tribuna de la Cámara de Diputados cuando se discutía el impuesto a las gasolinas y el diesel, en la reforma fiscal Foto: José Carlo González
Si San Pablo viviera, con el gasolinazo estuviera. Despacha Juan José Rodríguez Prats, panista y ex priísta, evocando a uno de sus favoritos, Pablo de Tarso, el judío perseguidor de cristianos antes de su conversión al cristianismo: “Quien está viendo hacia atrás no sirve para arar la tierra. ¡Yo aquí asumo el costo y asumo el compromiso, en nombre del PAN, en nombre del partido que está en el poder, de apoyar este impuesto…!”
El despachador de gasolina cara dirige su dedo flamígero hacia los diputados del Frente Amplio Progresista (FAP): “Pobre político, pobre partido que no acepta tomar decisiones impopulares”.
Sigue de filo el converso Rodríguez Prats: “(El aumento) efectivamente lastima a las clases medias… son las que tienen dinero, y desde luego que todo impuesto es inflacionario”.
Bueno, por lo menos el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz Martínez, no anda tan errado.
El converso habla en medio de diputados del FAP (“nunca estuve tan bien arropado”), entre carteles de protesta por el aumento a las gasolinas. Poco antes, los legisladores del frente han ocupado la parte baja de la tribuna camaral, el primer piso desde el cual los oradores se dirigen al pleno.
La señal para subir a la tribuna ha sido el discurso del vicecoordinador de los perredistas, Juan Guerra Ochoa: “Éste es un dictamen hecho por pillos”, dice, para abrir boca. Y se sigue con el dilema del reparto que, según los fapistas, afectará a 18 entidades para beneficiar a 14, le hará el caldo gordo a aspirantes presidenciales como Enrique Peña Nieto y castigará a los estados expulsores de migrantes.
Guerra acusa a la Secretaría de Hacienda “y un grupito” de querer chantajear al PRD: su voto en favor del incremento a la gasolina a cambio de no recortar recursos al Distrito Federal. “¿Piensan que así nos van a amedrentar? ¿Piensan que así vamos a votar su corrupción?”
Mientras Guerra habla lo van rodeando sus compañeros frentistas. Adelante, hasta abajo, se colocan con una manta con grandes letras los coordinadores de PRD, Convergencia y PT: “Contra aumento”.
Los tímidos y los aliados
La diputada por Convergencia Layda Sansores San Román es pletórica en ademanes y poseedora de una potente voz con la que se pitorrea de la reforma con argumentos así: “¿Saben cuánto pide de aumento la Secretaría de Gobernación? Casi 30 por ciento. Pero, ¿para qué quieren tanto dinero si no tenemos ni secretario de Gobernación?”
Luego provoca gritos y abucheos panistas cuando cita a Andrés Manuel López Obrador y a Felipe Calderón. “No es lo mismo volar –Calderón anda por las nubes– que correr la legua y escuchar el corazón de la gente. No es lo mismo estar cercado en cada acto público por cientos de policías que caminar a cielo abierto palpando el dolor y la indignación de la gente”.
Y bien, lo suyo no es sólo retórica. Tras calificar de tibia la protesta de sus compañeros frentistas, Sansores anuncia que se planta en la tribuna. “Andrés Manuel nos pidió no venirnos a tomar la foto, sino venir a tomar la tribuna, y mientras nosotros estemos permitiendo que sigan hablando y que sigan diciendo incoherencias estamos traicionando al pueblo de México”.
Y se queda. Se planta. Javier González Garza y otros diputados intentan en vano convencerla de bajar. A ella y a otros. Porque en cuanto Sansores anuncia que se queda, muchos de los perredistas no tardan sino pocos minutos en pintar su raya.
Desde su curul, Antonio Ortega Martínez hace desesperadas señas a sus compañeros de bancada. Al final, apenas quedan unos 20 legisladores del FAP arriba.
¿Es útil su “forma de lucha”? Los panistas la agradecen: “En nombre de nuestro candidato a gobernador de Michoacán, le mando saludos y agradecimientos a los diputados del PRD que tienen tomada la tribuna”.
Y se ríen en su bancada. Los perredistas acusan recibo y poco después agregan un cartel a su protesta: “El candidato del PRI en Michoacán está a favor del aumento a la gasolina”.
Los priístas, como ya es su costumbre, votan con el PAN pero quieren distinguirse: “Esta propuesta no es nuestra sino del Presidente de la República”, dice el diputado Javier Guerrero.
Ya ni siquiera lo hacen sus aliados del Partido Nueva Alianza: “Esta medida pega y afecta directamente al bolsillo de los mexicanos más necesitados y adicionalmente le pasa a la sociedad el costo de la inflación y la pérdida de poder adquisitivo”.
Se lavan las manos los aliados del candidato de las “manos limpias”, cuando exigen que las fuerzas “que plantearon este impuesto… no pasen el costo político a las demás fuerzas representadas en el Congreso”.
Asunto de costos es también la decisión perredista de no tomar la tribuna. Lo curioso, al final, es que quien la toma no es ninguno de los “duros” del PRD, sino la hija del legendario cacique del PRI Carlos El Negro Sansores Pérez.
El aumento y la suerte de San Pablo
Ya entrada la noche, continúa el maratónico debate. Son testigos siete carteles pegados en los muebles de la tribuna, centenares de curules vacías, diputados adormilados. Es testigo Ruth Zavaleta, la presidenta de la Cámara que ha debido capotear a sus compañeros de bancada, que declinó su voto contra el aumento a la gasolina y que define de mañana la distancia que quiere desde su cargo: “Ya no me cuentan nada (sus compañeros del PRD), para que no cuente nada”.
Hace un rato que la correlación de fuerzas ha dictado la sentencia: 313 votos en favor, 154 en contra y dos abstenciones. La Ley de Federalismo Fiscal incluye el punto más polémico de la ya muy achicada reforma calderonista: dos centavos más a la gasolina cada 30 días durante 18 meses, que comenzaremos a pagar el primer día del próximo año.
Es apenas uno de los puntos, aunque el más polémico, el más útil para la guerra política de una larga batería fiscal.
El perredista Antonio Soto resume de alguna manera el fondo del debate, cuando recuerda que la propuesta de la Secretaría de Hacienda habla de un 3.5 por ciento de crecimiento de la economía sin reforma y un 3.7 con reforma, es decir, un 0.2 por ciento ha consumido un debate nacional de meses.
Dice Soto: “¿Tantos años hablando Fox, Calderón ahora, de reformas estructurales como la energética, la laboral, la fiscal, y apenas un miserable crecimiento de 0.2 por ciento?” Si a eso se añade la inflación de 3 por ciento proyectada para 2008, más la inflación que provocará el incremento de los combustibles, entonces tenemos, dice el diputado, que la economía no crecerá.
Otra cosa piensan panistas y priístas. Rodríguez Prats, por ejemplo, para quien la negativa de los frentistas es simplemente “un problema de mezquindad, el problema es de pobreza espiritual y mientras esto no lo superen van a seguir deteriorándose ante el electorado”.
¡Viva la congruencia entonces! El diputado Rodríguez Prats cierra su intervención con una cita de Fernando Savater, el prolífico filósofo español que vendió en 80 mil dólares una de sus obras a la maestra Elba Esther Gordillo a cambio de que el nombre de ella apareciera en la primera página:
“Lo que caracteriza al pensamiento político serio es precisamente su renuncia a ponerse del lado de los ángeles y con ello salvar el alma de toda culpa…”
Curioso el argumento, pero congruente con las ganas de cargar el costo que tiene Rodríguez Prats, priísta dos tercios de su larga carrera política, héroe de los panistas y los priístas esta noche de impuestos, cuando arranca citando a Pablo de Tarso, san Pablo, quizá porque no es ángel sino santo y fue, además, dícese, el favorito de Cristo.
Así que amén y gracias, señoras y señores diputados de la mayoría PRIAN, amén y a pagar el nuevo tanque de gasolina y todos los demás impuestos sin ángel que nos guarde.
Aunque, caray, no hay que olvidar que Pablo de Tarso abrió los ojos, tras ver a Cristo, para darse cuenta de que estaba ciego. Y tampoco que lo ahorcaron en Roma por andar cambiando de bando.