Usted está aquí: miércoles 12 de septiembre de 2007 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez
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El poder de la telecracia

Todo es negocio, la divisa

El que paga no se apaga

Ahora sí ya entendimos. La partidocracia es un peligro para México, por eso tenemos que entregar el país a la telecracia. Y eso, entendido desde la voz de los que pretenden ser los nuevos amos, es la verdadera y pura democracia. ¡Ya entendimos!

Lo que aún no es bien transparente es por qué si las televisoras ganan tanto como dicen, por qué si recogen el dinero a carretadas, les preocupa tanto que esos pocos millones que se arrebatan, en mayor parte a los empleados –cuyos salarios se hallan atados a las nóminas de las grandes empresas, que como ya se sabe, eluden de cualquier forma sus responsabilidades fiscales–, y a los más necesitados, que depositan lo que les toca por otras vías, defienden, con su show hasta la ignominia, esos míseros millones de dólares.

Claro, las voces de la tele contestan a coro: defendemos las libertades, defendemos la democracia. El dinero es lo menos importante. Por eso, no a la partidocracia. Que viva la telecracia. Ellos sí son legítimos. Qué bueno que ya lo vamos entendiendo.

Pero si se está defendiendo el derecho de todos a expresarse con absoluta libertad, por la tele, para convencer a los demás de quién es su favorito para ocupar los puestos por los que debe decidir la ciudadanía, las tarifas deberían costar menos de lo que se paga por una cerveza, para que hasta el más desposeído pudiera tener el derecho asegurado de expresarse por ese medio.

Entonces la voz de la tele, ahora en coro con alguna radiodifusora, responde que no debemos equivocarnos, que la tele es un negocio como cualquier otro, y que si alguien quiere hacer uso de los servicios que brinda, simplemente tiene que pagar. Eso es, sin duda, la libertad. La ecuación es sencilla: el que paga, en la tele no se apaga.

Y es que luego surgen las dudas: ¿Acaso los espacios radioeléctricos que permiten ver y oír lo que pasa en la tele, no son del Estado, es decir: de la gente? Porque si es así, la gente debería estar bien enterada, por ese medio, de lo que propone cada candidato, y cuáles son los métodos que usará para llevar a efecto tales propuestas, y si para eso hacen falta horas y horas de transmisión, pues que se utilicen, eso impedirá que se cometen errores tan graves como la elección de Vicente Fox, o el fraude de 2006. Habrá entonces una mejor ciudadanía.

Pero la voz no nos deja caer, otra vez, en un yerro. La tele no es nada más para el que paga mucho, la tele también es divertimiento. ¿Qué sería del ciudadano del siglo XXI sin un debate entre candidatos? ¿Cómo puede el hombre común tomar una decisión frente a la urna si es ignorante del color de la ropa interior del que pretende ser presidente de la República? No, la tele educa, guía, busca meter en esos rincones oscuros de la mente de los ignorantes, un poco de luz patriótica, y eso es para la mayoría. Por eso la tele es democrática.

En fin, ya entendimos. Las instituciones en las manos de los representantes de la gente sería un despropósito, un suicidio democrático, la muerte de las libertades, por eso, ya entendimos, el camino políticamente correcto es entregar las instituciones a la tele. Por fin ya nos cayó el veinte. ¡Qué ciegos fuimos! Los monopolios nos han mostrado el verdadero camino a la democracia y no nos queda más que gritar ¡que vivan los mnopolios!

De pasadita

Y ya que andamos con eso de la libertades, qué mejor ejemplo que el de la señora diputada Silvia Oliva, esposa del senador René Arce, que desde ayer se plantó en las escalinatas de la Asamblea Legislativa de DF para reclamar al jefe de Gobierno, quien rendirá un informe a la ciudadanía el día 17, algunos de los males que sufre la gente de la delegación que pretende dirigir, y de la que ya fueron delegados su esposo y su cuñado, el célebre Victo Hugo Círigo.

Pero ¿qué no era la gente de Nueva Izquierda, tribu a la que pertenece, faltaba más, la señora diputada, la que estaba en contra de las marchas y los plantones, y por eso se negaron a ser solidarios con Andrés Manuel López Obrador, cuando el plantón en Paseo de la Reforma, y niegan sistemáticamente su apoyo a Marcelo Ebrard? Ver para creer, ¿no le parece?

 
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