Fracasan previsiones catastrofistas de los medios
López Obrador lanza otro “yo acuso” en San Lázaro
Sin más preámbulos, dice Javier González Garza, coordinador de los diputados del PRD, le voy a pedir al compañero Andrés Manuel López Obrador… No termina la frase. Desde las butacas le demandan otra presentación: “¡presidente!” Y González Garza completa: “al presidente legítimo de México”.
El hombre que toma su lugar a un lado de las enormes banderas del salón verde, en su primera visita a San Lázaro desde el 7 de abril de 2005, no es el coco que presentaron desde ayer, y esta mañana, muchos diarios y medios electrónicos, sino un político que viene a hacer a sus correligionarios y aliados la “sugerencia respetuosa” de poner en práctica “acciones de resistencia civil pacífica” para que, en caso de presentarse, se “retire” la propuesta de un nuevo impuesto a la gasolina y el diesel.
Nadie se engaña tampoco. La propuesta “respetuosa” de López Obrador tiene “un peso brutal” en el ánimo y las decisiones de los diputados del Frente Amplio Progresista (FAP), como define González Garza terminada la reunión de apenas tres cuartos de hora.
La visita del tabasqueño errante (“he visitado 780 municipios y espero estar en los 2 mil 500 del país”) es antecedida por versiones periodísticas que la equiparan con una asonada, con una revuelta que atenta contra los Más Altos Intereses de la Nación, como si la tan discutida reforma fiscal no hubiese sido declarada muerta ya por sus mismos promotores.
Con un fondillo de música tétrica, aunque sean mudos, los adelantos de prensa informan que hay “incertidumbre” en el Palacio Legislativo y que la toma de la tribuna es un hecho, pese a que los coordinadores parlamentarios de los partidos Acción Nacional y Revolucionario Institucional han dicho que el señor está en su derecho y que “puede venir cuando quiera”.
Los equipos de seguridad de la Cámara aprietan un poco los controles, pero fuera de eso y de la presencia de algunos manifestantes, las cosas en San Lázaro no huelen a incertidumbre. En el gran patio interior del horrible conjunto arquitectónico se celebra, como estaba previsto, una venta de plateros de Taxco sin que nadie se inmute.
Eso sí, la nube de camarógrafos y fotógrafos es más tupida que de costumbre. Muchos trabajadores de la lente acompañan a los coordinadores de las bancadas de PRD, PT y Convergencia cuando, poco antes de las nueve de la mañana, se trasladan a la entrada principal de San Lázaro para recibir a López Obrador.
El ex candidato presidencial ingresa al salón a las 9:19, y a las 9:31 comienza su mensaje sin sorpresas, tras escuchar las breves intervenciones de Alejandro Chanona, de Convergencia, y de Ricardo Cantú, del PT.
“Sabemos que hoy vienes a atajarle el camino a los que quieren más burocracia y menos país”, dice Chanona. “Vamos a apoyar los impuestos que graven a los ricos”, sigue Cantú. Corto de palabras, González Garza no hace discurso, pero asegura que “es un orgullo… porque es un orgullo estar con Obrador”.
“Para que vean lo que se siente”
“Vengo a expresar en nombre de muchos mexicanos, mujeres y hombres, nuestra inconformidad ante la pretensión del gobierno usurpador de aumentar impuestos. Y también vengo a presentar ante ustedes, de manera respetuosa, una propuesta alternativa para obtener recursos sin dañar al sector productivo ni a la economía popular”, dice López Obrador, al dar lectura a la segunda de las cinco páginas de su intervención.
El repaso de las desigualdades que ha vuelto a encontrar en su nuevo andar por el país se suma a las citas del presidente Benito Juárez, al desfile de datos que, asegura, demuestran que casi la totalidad del presupuesto se utiliza para “mantener a una especie de casta privilegiada, improductiva y corrupta”.
También recuerda que su adversario en campaña, Felipe Calderón, se comprometió a reducir los precios de los combustibles y la energía eléctrica. “Como el mentiroso vulgar que es, se ha esmerado en hacer exactamente lo opuesto”.
Dato por dato, López Obrador quiere mostrar que ha recogido, “de manera directa, el sentir de muchos mexicanos de todas las clases sociales, pero fundamentalmente de los más humildes y pobres de México”.
El “presidente legítimo” asegura que es posible, con un programa de austeridad, obtener alrededor de cien mil millones de pesos, lo que haría innecesario el incremento del precio de la gasolina y el diesel. Los 22 mil millones de pesos que “el gobierno usurpador pretende recaudar” con ese aumento podrían obtenerse, sigue López Obrador, de la reducción a la mitad de los sueldos de los funcionarios públicos, incluidos los legisladores, de la eliminación del seguro de separación individualizada (bono que se entrega al dejar un cargo), de la anulación de las pensiones a los ex presidentes de la República y de los bonos de fin de año, así como de los seguros de gastos médicos mayores. “Que vayan al ISSSTE para que vean lo que se siente”.
Aplauden a López Obrador, en el abarrotado salón, la mayoría de los diputados, los integrantes del “gabinete legítimo”, los asesores.
En el cierre de su intervención, el tabasqueño habla de la falta de empleos, de la angustia de mucha gente que no tiene “ni para curarse ni para comer”, gente a la que ha encontrado en su nuevo recorrido por el país.
“Me han pedido que les notifique que por ningún motivo y bajo ninguna circunstancia se permita el aumento a la gasolina y el diesel.”
El aplauso ya no es unánime, aunque sí mayoritario, cuando López Obrador hace la “sugerencia respetuosa” de evitar, vía “resistencia civil”, que los “enjuagues” del PRI y el PAN logren la mayoría para consumar el aumento de precios.
Se expresa así el dilema no resuelto del FAP y sus legisladores ante la “resistencia civil pacífica” encabezada por López Obrador. Los distintos tiempos y acciones de los legisladores y “el principal dirigente de nuestro movimiento”.
“Andrés Manuel no entiende al Congreso, nunca ha sido legislador”, decía, en el arranque de esta legislatura, Carlos Navarrete, coordinador de los senadores perredistas. Hoy, muchos legisladores del FAP suscriben esa frase, aunque se cuidan de expresarla con todas sus letras.
Pero en todo caso, para los legisladores del FAP es importante que López Obrador los haya visitado en su casa y no ellos, como es costumbre, en las oficinas de la colonia Roma.
“Vino y no se tropezó en los terrenos de la ley”, suelta un legislador.
Bajo las riendas de la tele
La preocupación de que un “comportamiento rijoso” los mande al sótano de las preferencias electorales está en las cabezas de muchos de los diputados que escuchan a López Obrador.
Responde a su manera el ex jefe de Gobierno del Distrito Federal: “No nos preocupemos tanto por lo que dirán nuestros adversarios (ni) por la campaña en contra en los medios de comunicación… Nosotros estamos bien con nuestra conciencia, y lo vamos a seguir estando si siempre estamos bien con la gente, con el prójimo”.
Al menos por hoy tiene razón: el pleito de los medios más poderosos no es con él. Al menos no el pleito principal. A media tarde, las dos principales cadenas televisivas encadenan sus canales de más audiencia para mostrar una comparecencia pública sobre la reforma electoral. Funcionarios de la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión y estrellas de la pantalla enfrentan a los senadores. Las señoras tienen que esperar para ver Mientras haya vida y Bajo las riendas del amor. Javier Tejado, funcionario de Televisa, acusa al Congreso de querer echar a andar un “mecanismo de la era soviética”. Zas, les tunden parejo al PRI, al PAN y al PRD, quizá porque calcularon que no aguantarían la andanada en la pantalla chica.
Y a Tejado no hay quien le grite “¡Pinocho, Pinocho!”, como le ocurrió al fiscal del desafuero aquella mañana de abril de 2005 (¿alguien recuerda al subprocurador Calos Vega Memije?). Ni tampoco quien lance un “¡Muera El Peje!” No tiembla San Lázaro cuando llega, habla y se va López Obrador. Hace dos años y cinco meses estaba repleto el Zócalo. Se consumaba el desafuero. Priístas y panistas celebraban su victoria efímera. Parecía no importarles el poder de la gente en las plazas.
Este día López Obrador vuelve a San Lázaro y repite su “yo acuso”. Sus adversarios de entonces y de ahora parecen preocupados, sí, pero por el poder de la pantalla.