Se cumplen metas, dicen el comandante de militares ocupantes y el embajador en Bagdad
Descarta EU cambios sustantivos en el manejo de la guerra en Irak
Ante legisladores, el general Petraeus recomienda iniciar retiro de soldados de manera muy lenta
Empeoró la seguridad por aumento de tropas estadunidenses, según 65% de iraquíes encuestados
Ampliar la imagen En Washington, la víspera del sexto aniversario del 11-S, el general David Petraeus, máximo comandante de las fuerzas estadunidenses en Irak, y Ryan Crocker, embajador en Bagdad, testifican ante legisladores sobre el manejo de la guerra Foto: Ap
Ampliar la imagen Manifestantes contra la guerra en Irak lanzaron consignas en la sala del Capitolio en que comparecieron el general David Petraeus y el embajador Ryan Crocker. En la imagen, una de las pacifistas es desalojada Foto: Ap
Nueva York, 10 de septiembre. El gobierno de George W. Bush descartó hoy cualquier cambio sustantivo de su manejo de la guerra ya que, afirmó, está rindiendo fruto su estrategia bélica, a pesar de la amplia evidencia de su fracaso y el rechazo a la misma por abrumadoras mayorías tanto aquí como en Irak.
En víspera del sexto aniversario del 11-S, el general David Petraeus, máximo comandante de las fuerzas estadunidenses en Irak, y Ryan Crocker, embajador de Washington en Bagdad, iniciaron hoy dos días de testimonio ante el Congreso declarando que las “metas” del incremento de fuerzas en ese país “se están, en gran medida, cumpliendo”.
Por los avances logrados en Irak, afirmó Petraeus, “podremos reducir nuestras fuerzas a los niveles previos al incremento de tropas (realizado este año) para el próximo verano”; es decir, hacia julio de 2008 podría disminuir el volumen actual en unos 30 mil efectivos, lo que daría un total de 130 mil. Recomendó iniciar el retiro de manera muy lenta; señaló que podría comenzar con una brigada o sólo 4 mil efectivos en diciembre, pero advirtió no considerar un retiro mayor hasta por lo menos seis meses más.
“Podemos lograr nuestros objetivos en Irak”, afirmó el general, pero eso “no será rápido ni fácil”. Señaló que Irán y Al Qaeda son en gran medida responsables de nutrir y promover la violencia y la inestabilidad en Irak.
El embajador Crocker indicó: “nuestro curso actual es difícil, pero las opciones son mucho peores”, advirtiendo que Irán ocupará cualquier vacío si Estados Unidos abandona su misión.
Más de lo mismo
Este testimonio ante una audiencia en la Cámara (este martes hará lo mismo ante el Senado) logró dos objetivos políticos deseados por la Casa Blanca: mencionar la palabra “retiro”, aunque sea mínimo, de tropas, y afirmar que no es posible un cambio de estrategia en Irak para un periodo que se extenderá más allá del fin de esta presidencia. Tampoco es coincidencia que se haya decidido mencionar un repliegue de 30 mil elementos justo para cuando se celebren las convenciones nacionales de los partidos Republicano y Demócrata, el próximo verano.
“Lo que desean es entregar la guerra a su sucesor en la Casa Blanca y reducir lo más posible los daños políticos de la guerra para los republicanos”, aseveró el ex coronel Lawrence Wilkerson –quien fue mano derecha del ex secretario de Estado Colin Powell– en una entrevista reciente, expresando una opinión ampliamente compartida aquí.
Pero el acto tan anticipado de hoy, que algunos pronosticaron como un momento crítico, casi histórico, probablemente no cambió nada el gran debate sobre la guerra. Todos reiteraron lo mismo: por un lado, que no hay otra opción más que proceder con más de lo mismo, y por otro, que esto es un fracaso y es hora de buscar la salida de emergencia más cercana.
El presidente demócrata del Comité de Asuntos Exteriores, Tom Lantos, declaró en la audiencia que entiende que el general y el diplomático fueron enviados por el gobierno de Bush para “prestar credibilidad a una política desacreditada”. Pero advirtió, citando un editorial del New York Times, que el “progreso militar en Irak sin progreso político carece de significado”. Sus colegas cuestionaron el optimismo cauteloso del jefe militar y el embajador.
Sus contrapartes republicanas intentaron ofrecer apoyo al general y la estrategia bélica en Irak como parte de la gran batalla contra “la maldad” y por la “libertad” y seguridad, y una vez más intentaron acusar a críticos como poco respetuosos del gran sacrificio de los militares. La audiencia se prolongó durante horas esta tarde, y este mismo debate continuará mañana en el Senado.
En días recientes, al acercarse lo que se llamaba una “calificación” de la guerra y la estrategia de Bush del incremento de tropas, una serie de informes han documentado el fracaso. Por ejemplo, casi ninguna de las 18 metas establecidas por el Congreso para evaluar el impacto del incremento de tropas en 30 mil efectivos implementada a lo largo de los últimos meses en Irak han sido alcanzadas en los ámbitos político y militar.
Por cierto, el objetivo inicial del incremento fue estabilizar la seguridad del país para permitir un proceso de negociación política y superar lo que casi todos caracterizan como una guerra civil. Informes de agencias federales como la Government Accountability Office, el Servicio de Investigaciones del Congreso y una comisión independiente de ex altos oficiales militares pintaron un panorama pesimista, concluyendo que el gobierno de Irak es “disfuncional” o está al borde del colapso, que las fuerzas iraquíes no podrán asumir el control de su país por otros 18 meses, mientras este verano ha sido uno de los más sangrientos de la guerra y que está estancada la recuperación económica del país.
Hoy una encuesta hecha en Irak por ABC News/BBC/NHK reveló que 65 a 70 por ciento de los iraquíes dice que el incremento de tropas ha empeorado la seguridad, la estabilidad política y avances en el desarrollo económico en su país; 57 por ciento considera que la violencia contra fuerzas estadunidenses es aceptable –un alza de seis puntos– y 47 por ciento desea el retiro inmediato de tropas, un aumento de 12 puntos desde comienzos del año.
Sólo 5% en EU confía en que Bush resolverá el conflicto, revela encuesta
Mientras, en Estados Unidos, una encuesta de CBS News/New York Times difundida hoy reveló el nivel más alto de desilusión con la guerra: 62 por ciento opina que fue “un error”. Otra encuesta, de AP/Ipsos, señala que 59 por ciento de los estadunidenses cree que la guerra es “un fracaso” y sólo 36 por ciento considera que el incremento de tropas está ayudando a estabilizar Irak.
Pero tal vez lo más notable, aunque no sorprendente a estas alturas, es que aquí ya pocos confían que su clase política –sean demócratas o republicanos– puede resolver este conflicto.
En la misma encuesta de CBS News, cuando se preguntó a quién le tienen mayor confianza para resolver de manera exitosa la guerra, sólo 5 por ciento optó por Bush, mientras 21 por ciento señaló al Congreso encabezado por demócratas. Una mayoría, 68 puntos, expresó mayor confianza en los comandantes militares.
Seguramente fue por eso, en parte, que Bush decidió enviar a un general a defender su guerra, tal como mandó al ex general y secretario de Estado Colin Powell para justificar el inicio del conflicto bélico. Algunos acusan a Bush, como opinó el New York Times en su editorial del domingo, de “esconderse detrás del general”.
Más que nada, el público desea ver el final del conflicto, o por lo menos un plan para salir del desastre, algo que hoy nadie ofreció. Asimismo, 60 por ciento, un nuevo récord, desea un calendario firme y sin excepciones para un retiro de tropas, según una encuesta de USA Today.
Las muertes, la sangre y la sensación de mayor inseguridad seis años después del 11-S, e imágenes como las de miles de heridos físicos y mentales volviendo a casa –más estadunidenses han regresado de este conflicto amputados que en cualquier otra conflagración de este país desde la Guerra Civil– están nutriendo la impaciencia hacia políticos y expertos en el asunto.
Hoy la audiencia fue interrumpida en más de una ocasión por manifestantes, incluyendo la activista Cindy Sheehan e integrantes de Código Rosa y Veteranos de Irak contra la Guerra, entre otros, que empezaron a corear consignas –como: “Generales mienten y los niños mueren”– antes de ser expulsados y arrestados por la policía del Capitolio.