“¿Qué hacemos el resto del país para que esta semilla germine?”, cuestiona investigadora
Jóvenes inventores esperan que su ejemplo cunda en México
Otras naciones tuvieron respaldo desde el principio de la prueba, señalan los ganadores del Premio Juvenil del Agua Estocolmo 2007
Nos sentiremos satisfechos hasta concretar el proyecto, afirman
Recién llegados de Suecia tras recibir el prestigioso Premio Juvenil del Agua de Estocolmo 2007, con el proyecto Eliminación de plomo del agua por bioabsorción utilizando cascarón de huevo, los mexicanos Carlos Hernández Mejía, de 18 años; Adriana Alcántara Ruiz, de la misma edad, y Dalia Graciela Díaz Gómez, de 17 años, alegres y amables, destacaron dos cosas en conferencia de prensa en instalaciones de la embajada de Suecia: “Si funcionó fue porque fuimos un equipo” y que en Suecia se dieron cuenta de que los concursantes de otros países, como China y Japón, tenían mucho más apoyo que ellos: “Nos gustaría que hubiera más apoyo a ciencia e investigación. Vimos que otros recibieron respaldo del gobierno desde antes (desde la primera fase del proyecto)”.
Es la primera vez que un país de América Latina gana el premio.
“A pesar del poco apoyo, sí puede haber resultados. ¿Qué hacemos el resto del país para que esta semilla germine?”, lanzó Blanca Jiménez, del Instituto de Ingeniería de la UNAM, coordinadora ejecutiva del premio (se hace un concurso a escala nacional para seleccionar los representantes de México). Recientemente, varios jóvenes y niños mexicanos han ganado premios internacionales en ciencia y temas afines, “tenemos que abrir camino para que puedan actuar. Nos plantean el reto de: señores, aquí estamos, denos una oportunidad”.
En plática con La Jornada, Jiménez destacó que “la mayor parte de los participantes en el concurso, entre ellos los que han ganado en otras ocasiones, son de escuelas públicas”. Avanzan “sin dinero ni apoyo, todo sale de la bolsa de los estudiantes y de los asesores”.
México ya ha ganado en ocasiones anteriores el segundo (2002) y tercer (2005) lugar internacional en Estocolmo.
El tercer lugar fue con el proyecto Desarrollo de biosensores para la detección de contaminantes en aguas de río (estudiantes de la ENP-UNAM planteles 6 y 5, y del Colegio de Bachilleres plantel 6 Tláhuac).
Mientras que el segundo lugar, en 2005, fue para el proyecto Calcita y hematita: cazadores de almas de agua, el enfriamiento radioactivo, la promesa para la obtención de agua (estudiantes de una secundaria pública en Chilapa, Guerrero).
Esta ocasión fue la excepción. Los ganadores provienen de un colegio privado, el Instituto Cultural Paideia, en Toluca.
Jiménez también destacó que 66 por ciento de los participantes han sido mujeres.
Señaló que como organizadores se quedaban con la “firme convicción de que haber apoyado a más de 700 jóvenes (durante los ocho años en los que México ha participado en el concurso) reditúa. Ya hubo un segundo y tercer lugares de México”.
La coordinación, que trabaja desde la UNAM y la Academia Mexicana de Ciencias y está encargada de convocar y reunir a los expertos para evaluar y seleccionar, mantienen total independencia de las instancias gubernamentales y las empresas, para lograr el apoyo de todos.
Por su parte, la embajadora de Suecia, Anna Kerstin Erica Lindstedt, hizo votos por que “el éxito se vuelva una toma de conciencia mayor”.
El proyecto
El proyecto con el que ganaron es sencillo e ingenioso: usaron cascarón de huevo para eliminar el plomo del agua. Se enfocaron en este elemento por ser uno de los problemas más graves de contaminantes del líquido.
“Buscábamos un soporte sólido. Con cáscara de tuna y de naranja se ha tratado” de eliminar el plomo, pero el problema es que luego se degrada, explicó Carlos Hernández.
También hay métodos más caros. Pero ellos buscaban que fuese un desecho, para reducir costos.
“En nuestras cocinas es muy común tener huevo, somos el país que más consume huevo”, siguió el joven ganador.
Así que probaron con el cascarón y resultó que en el experimento preliminar se eliminó el plomo en 90 por ciento.
El método es sencillo. Se muele y se deja secar. Luego se añade al agua residual y se deja reposar. En el preliminar lo dejaron media hora.
Ahora quieren avanzar el experimento: quitarle el olor al agua, ver cómo podría funcionar un filtro, estudiar cómo quitar otros metales, entre otros puntos.
Y, claro, quieren verlo en acción: “No nos sentiremos satisfechos hasta que se haga algo concreto”, dijo Hernández.
Antes de que ganaran el premio nacional, el apoyo básico que tuvieron fue de sus asesores, Yesenia Valencia, profesora de Química del Instituto Cultural Paideia, y Raúl Alberto Morales, ex profesor del instituto e investigador en la Universidad Autónoma del Estado de México.
Ahora, se han acercado algunas instancias gubernamentales (por ejemplo, gobiernos estatales y de la ciudad de México), interesados en el proyecto, pero por ahora no hay nada firme.
“El proyecto necesita algo de maduración para ser aplicado”, explicó la coordinadora del premio.
“Hace falta el trabajo de transferencia de tecnología”, dijo Jiménez. O sea, pasar de lo que se puede hacer en el hogar a una planta industrial.
Para Jiménez, el punto esencial es que haya conciencia entre los jóvenes del enorme problema de las aguas residuales y que a la vez esto implica que hay “mucho potencial” para trabajar: “60 por ciento de las aguas residuales no se tratan”, ejemplificó.
Llega el reconocimiento
Todo fue de volada. En marzo pasado, los mexiquenses, compañeros de salón en tercer grado de preparatoria, vieron la convocatoria. En agosto ya estaban recibiendo el premio internacional.
Tras ganar el galardón nacional tuvieron el apoyo de instituciones (entre ellas, el Instituto Mexicano de la Juventud, la Semarnat y la AMC) y de patrocinadores (fundamentalmente empresas suecas).
El premio internacional forma parte de la Semana del Agua de Estocolmo 2007, organizado por el Instituto Internacional del Agua de Estocolmo. Se entrega a “un proyecto sobresaliente relacionado con el manejo sustentable del agua y que sea de carácter científico, relevancia social e importancia tecnológica”. Este año participaron 35 países y más de 25 mil proyectos. El premio consistió en 5 mil dólares y una escultura de cristal. Quizá más importante, durante la Semana del Agua, los jóvenes abrevaron de las experiencias del mundo entero.
En México, el premio, coordinado por la UNAM y la AMC, también es organizado por la embajada de Suecia, la UNAM, la Semarnat, el gobierno del DF, y algunas empresas privadas y asociaciones profesionales.
Ahora acaban de ingresar a la universidad: Dalia a la carrera de química en la UAEM y Carlos a química en la UNAM. En cambio, Adriana entró a arquitectura en el Tecnológico de Monterrey.
En la conferencia estuvieron representantes del Instituto Mexicano de la Juventud, la Semarnat y la Secretaría de Obras y Servicios del DF, entre otros.
Así las cosas, ya se ve que el huevo no sólo absorbe las malas vibras.